Miguel Ángel era
reacio a retratarse y, a pesar de ello, se representó a sí mismo en edad madura
al menos un par de veces.
El rostro del
artista italiano ha sido uno de los más inmortalizados por otros artistas de su
tiempo y posteriores.
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Autorretrato |
Sus autorretratos
Ascanio Condivi, que
fue su discípulo y biógrafo, escribió en una Vita
de Michelangelo Buonarroti, en
1553, cuando el artista tenía 78 años, una combinación de sus características
físicas con sus maneras y sus costumbres: “Su frente era cuadrada y amplia, atravesada por siete líneas
rectas; las sienes prominentes, sobresaliendo de las orejas, las cuales, más
bien grandes, se separaban de la cabeza. La cara redonda, la nariz
bastante gruesa, las cejas poco pobladas y los ojos más bien pequeños, de color
córneo pero con chispas amarillas y azules; las cejas, más bien ralas, y su
boca, de labios finos, sobresale el inferior, el mentón, proporcionado al
resto; los cabellos y la barba negros, con bastantes canas en ésta, partida en
dos y no muy larga ni espesa”.
A pesar de que
Miguel Angel Buonarotti se consideraba sobre todo escultor, y que se resistía a
aceptar trabajos de pintura que consideraba un arte menor, su obra pictórica es
muy amplia y excelsa. En ella se puede encontrar su rostro en algunos de sus
personajes, aunque de forma secundaria.
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Autorretrato |
Que se sepa, se representó
a sí mismo, ya en edad madura, al menos en un par de ocasiones: una, según el
historiador Vasari, en el conjunto escultórico de La Pietá del Museo de la Opera del
Duomo de Florencia [1553],
concretamente sería la figura de José de Arimatea que sostiene a Cristo; la
otra representación la encontraríamos en el fresco del Juicio final de la Capilla Sixtina (1536-1540), su rostro estaría pintado
sobre el despojo de la piel de San Bartolomé.
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De Volterra |
Algunos estudiosos reconocen
también su figura entre los Profetas de la bóveda de la Capilla Sixtina,
concretamente en la imagen de Jeremías.
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De Giacopino del Conte |
Pero también podría
haberse autoretratado en el Martirio
de San Pedro de los frescos de la Capilla Paulina. Sería concretamente el “hombre del Turbante”,
distintivo del escultor, y que también encaja con la personalidad del Pintor,
que nunca se coloca en primer plano.
Otra posibilidad se
encuentra en el fresco de la Conversión
de San Pablo y más concretamente
en la propia figura de San Pablo, aunque esta parece mucho menos probable.
Miguel Ángel visto
por otros artistas
El rostro de
Buonaroti ha sido inmortalizado en numerosas ocasiones por muchos artistas de
su época y también posteriores en pinturas,
medallas, esculturas en bronce, mármoles y grabados.
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De Venusti |
Algunos de estos
retratos es del florentino Giuliano
Bugiardini, uno de los primeros amigos de Miguel Ángel, que lo representa hacia
1530 con unos cuarenta años, semblante serio y enérgico, la barba negra, boca
pequeña y nariz pronunciada, mirada inquisitiva e inteligente, con un gran
turbante, que le aporta un aspecto exótico pero que en realidad se trataba de
una toalla para protegerse del polvo de mármol. Hay quien ha querido ver la mano
del propio Miguel Ángel en este retrato.
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De Leone Lioni |
Otro es una famosa
tabla de 1535 del florentino Jacopino
del Conte, en el que vemos a un Miguel Ángel delgado, con ropa oscura, una mano
grande apoyada en la prominente cintura, cabello y barba morenos, rizados,
mirada inteligente dirigida hacia el espectador. O el realizado por su "protegido" Seabastiano del Piombo.
En 1561 Leone Leoni reproduce
su efigie de perfil, con unos ochenta años, en una serie de medallas.
También hay un fenomenal
busto de bronce (1564-1566) de su gran amigo Danielle
da Volterra, con el vaciado de la máscara funeraria de Miguel Ángel, que muere
el 18 de febrero de 1564 con 89 años, y con ella realiza varios bustos en
bronce que son hallados a su muerte en su taller.
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De Piombo |
Del mismo autor se
conserva un gran dibujo conservado en el Museo Teylers de Harlem (Holanda).
A partir de los
retratos existentes nacen profusamente una serie de copias e interpretaciones
que se realizan tanto en su tiempo como en momentos posteriores.
La imagen más
copiada es la de Jacopino del
Conte, como la realizada por el pintor Marcelo Venusti.
Algunas otras
imágenes pueden ser la acuarela que el portugués Francisco de Holanda realizó
hacia 1560; el retrato que hizo el pintor Van
Dyck pocos años después de la muerte del maestro, y la del grabador
romántico decimonónico William
Blake.