El Renacimiento otorgó a los artistas una nueva condición
social en las cortes, donde, como pintores de cámara, se relacionaban en el
mismo plano con reyes y nobles.
En España, el reinado de Felipe IV supuso el momento culminante de los
pintores de cámara con la presencia simultánea en la corte de Rubens y
Velázquez.
|
Isabel la Católica por Juan de Flandes |
Los pintores y su consideración social
Fue en la Italia renacentista donde se desarrolló la
revolución artística otorgando a los pintores una nueva condición social en las
cortes de la época.
Los pintores quedaban vinculados al patronazgo de mecenas que
no se limitaban a un simple encargo individual, sino que mantenían su
patrocinio en condiciones de exclusividad.
El papel
que el arte, y esencialmente el de los pintores de cámara, había tenido en las
cortes renacentistas italianas, fue aplicado posteriormente a una escala
superior en las cortes de la Edad Moderna de Portugal, Francia, Inglaterra y
España.
Sin embargo, durante todo el siglo XVII los pintores luchaban todavía por ver
reconocido su oficio como un arte liberal. Es más, hasta el
siglo XVIII al artista se le tenía escasa consideración social, al ser tenida
la pintura como un oficio mecánico. Tanto era así que frente a los grandes maestros
que
obtenían encargos de la iglesia o de la corte, la inmensa mayoría de artistas
menores se ganaban malamente la vida produciendo casi en serie pinturas de todo
género, que ellos mismo se encargaban de vender en sus tiendas o en la venta
ambulante.
|
Fernando el Católico por Michel Sittow |
Pintor
de cámara
El
pintor de cámara o pintor de la corte era un artista designado para realizar de forma
habitual los encargos artísticos de una corte real o corte noble o
eclesiástica, o eclesiástica, especialmente los retratos, con funciones
estéticas, sociales e ideológicas.
El
servicio artístico a estas cortes les suponía a menudo contar con un estatus
privilegiado y con un rango protocolario equivalente al de chambelán (camarero
o ayuda de cámara, cargo cortesano que permitía el acceso a la cámara regia).
Los
pintores de cámara a veces contaban con un sueldo fijo en vez de un pago por
obra encargada, dando al cargo un carácter exclusivo que implicaba que el
artista quedaba vinculado a su patrocinador de
forma que no debía emprender otras actividades, al menos sin su autorización.
También se les solía otorgar un título formal y una pensión vitalicia, o pagos
de otra índole, e incluso se les encargaban misiones políticas y diplomáticas.
El
Reconocimiento individual que alcanzaron algunos artistas a partir del
Renacimiento hizo que no sólo los artistas buscaran prestigio acogiéndose a
grandes mecenas, sino que eran las cortes las que buscaban a los grandes
artistas para su propio prestigio. Era muy habitual que los artistas
recorrieran las diferentes cortes retratando a los reyes y grandes personajes,
aunque en algún caso, como ocurrió con Tiziano, eran los reyes y emperadores quienes acudían a su taller para ser
retratados.
|
Carlos I por Tiziano |
Pero no
todos los grandes pintores llegaron a ser pintores de cámara (El Greco,
Zurbarán, Caravaggio, Rembrandt) bien por decisión personal, bien por problemas
presupuestarios o bien por rechazo de los propios reyes.
Con el
auge de la fotografía y el alejamiento del academicismo por parte de los
artistas, a partir del siglo XIX el género del retrato regio decae, optando los
monarcas del XX y el XXI por adaptarse a las innovaciones de la pintura
contemporánea.
La
pintura en la Corte española
La parte
sustancial de los fondos de las grandes pinacotecas europeas de la actualidad
(Louvre, Prado, National Gallery, Kunsthistorisches, Hermitage, Galeria degli
Uffizi....) se nutren principalmente de las colecciones reales de pintura que
tuvieron su inicio en la producción de los pintores de sus propias cortes, a
las que se sumaron las adquisiciones externas, muy a menudo encargadas a los
propios pintores de corte.
En
España, los Reyes Católicos adoptan el cargo de Pintor de Cámara como el del pintor de mayor confianza
del rey y que recibía los principales encargos de la Corte; y concedía el
título de Pintor del Rey a otros
pintores, incluso sin necesidad de pintar en la Corte. En ocasiones los títulos
se otorgaban sin derecho a
percibir salario, pero el cargo podía
ser complementado con otros, como el de aposentador real. En algunos casos,
incluso llegaron a dar clases de pintura a miembros de la familia real. Entre
sus pintores de cámara que sirvieron a estos monarcas se encuentran: Fernando
del Rincón (Fernando el Católico), Michel Sittow y Juan de Flandes (Isabel la
Católica).
|
Felipe II por Sofonisba Anguissola |
Sin embargo,
la práctica del retrato regio, como forma de prestigiar la figura del monarca
(o noble) comenzaría con los Habsburgo. Carlos I encargó
mayoritariamente retratos y obras religiosas con un fin práctico, de imagen, pero
sin ánimo de coleccionar. Tuvo a su servicio a Tiziano,
a quien otorgó la exclusividad de retratarlo. También estuvieron a sus órdenes
Diego de Arroyo y Antonio Moro.
Pero fu
su hijo
Felipe II quien empezó a valorar la Colección
Real como un tesoro a preservar, y la adscribió a la Corona como patrimonio
indivisible. Felipe II reunió numerosas pinturas compradas por su padre, y
otras heredadas de su abuela Juana, añadiendo otras importantes obras a las
colecciones reales, como las pinturas de El Bosco. Sus pintores oficiales
fueron: Antonio Moro, Alonso Sánchez Coello, Juan Fernández de Navarrete,
Sofonisba Anguissola y Juan Pantoja de la Cruz.
Felipe III no
contó con artistas de renombre internacional a su servicio como su padre y su
abuelo, pero tuvo a Pantoja de la Cruz, Santiago Morán, Bartolomé González y
Serrano y también a Rodrigo de Villandrando.
|
Las Menina de Velázquez |
Felipe
IV marcó una época dorada de la pintura en
España con su política de compras por toda Europa y programas pictóricos
para decorar sus palacios con innumerables cuadros de grandes artistas. Con
ello, otorgó a la colección real una categoría superior entre las colecciones
reales europeas. Tuvo a su servicio, simultáneamente, a Velázquez (durante
cuarenta años) y a Rubens, así como a una generación de artistas barrocos
españoles como Juan Bautista Martínez del
Mazo y Alonso Cano.
Carlos II consiguió poner al servicio de España al artista de mayor
reputación en Europa, Luca Giordano
(o
Lucas Jordán), al que llamó desde
Nápoles para encargarle numerosas obras
reales, retratos y decoraciones. Además, el rey preservó la unidad de la
colección prohibiendo su venta o desmembración. Impidió, por ejemplo, que
La Adoración de los Reyes Magos de
Rubens fuese enviada por su esposa, Mariana
de Neoburgo,
a Alemania como
regalo para su padre, aunque no pudo evitar en cambio que Mariana mandase a su
hermano Juan Guillermo de Neoburgo otro lienzo del flamenco, la
Reconciliación de Esaú y Jacob, hoy en
la Staatsgalerie Schleissheim. También contó en su Corte con pintores como
Sebastián Herrera Barnuevo, Francisco Ricci, Juan Carreño de Miranda, Juan
Bautista Simó y Claudio Coello.
|
La familia de Carlos IV por Goya |
La
llegada de los Borbones, en el
siglo XVIII, diversificó la procedencia de los pintores de cámara, ya que
durante el gobierno de la Casa de Austria habían sido mayoritariamente
flamencos e italianos.
Cuando
llegó Felipe V, primer miembro de la nueva dinastía, se produjo el incendio del
Alcázar de Madrid (1734), en el que se perdieron numerosas obras maestras de la
Colección Real. Sobre su solar se construyó el actual
Palacio de Oriente, y para su decoración y la
del
Palacio de La Granja, se
adquirió una considerable cantidad de pinturas (de Poussin, Murillo, etc) así
como la colección de escultura clásica de
Cristina de Suecia (ésta última destinada a la decoración
de La Granja). Además Felipe V, tras la muerte en 1711 de su padre, recibió en
herencia la colección de artes decorativas conocida como el
Tesoro del
Delfín. Tuvo en su Corte a pintores como: Miguel Jacinto Meléndez, Jean
Raac, Louis Michel van Loo, Michel Ange Louase.
Fernando VI contó para su Corte con pintores como Jacopo
Amigoni, Corrado Giaquinto y Antonio González Ruiz.
|
Isabel II por Federico de Madrazo |
Carlos III compró
importantes piezas, como
Judit en el banquete de Holofermes de Rembrandt, y fue él quien mandó
construir el edificio que ocupa hoy el Museo del Prado. Tuvo en su Corte a
pintores de cámara como: Antonio Rafael Mengs y Mariano Salvador Maella,
A
Carlos IV se le considera un monarca de gran
sensibilidad artística, pero es recordado sobre todo como el mecenas de
Goya.
La colección de
pintura neoclásica del Museo del Prado fue adquirida por este rey.
Otro pintor al que acogió en su Corte, además de Goya, fue Antonio Carnicero.
Goya
también fue pintor de cámara de Fernando VII, así como Juan Antonio Ribera,
Bartolomé Montalvo y Vicente López Portaña. Ribera y López Portaña igualmente lo
serían de su hija, la reina Isabel II, a quien retrataron otros muchos artistas
como José de Madrazo, su hijo Federico, Joaquín Dominguez Becquer y Carlos Luis de Ribera y Fieve.