Los
bufones de corte solían ser hombres o mujeres, algunas veces niños, enanos o
deformes que ocuparon un lugar privilegiado junto a reyes y poderosos en la
Edad Media cuya principal característica eran entretener, pero tenían el especial status ante el
poderoso para reírse o decir lo que a nadie le estaba permitido.
La pintura y la literatura recogen la figura de estos personajes en diversas obras, tanto literarias como retratos, pero sería quizás Velázquez quien lograse captar su esencia de estos en su galería de bufones.
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El bufón Calabacillas. Velázquez |
Los bufones en la historia del arte
El bufón es una figura universal, aunque con otra imagen, ya aparece en la
Antigua China, el Antiguo Egipto, el Imperio mogol, Oriente Próximo, Antigua
Grecia, Imperio Romano, África, América precolombina e incluso Australia.
Se sabe
que personajes famosos tuvieron su particular bufón, como el emperador Augusto,
Atila, Maximiliano de Habsburgo, Francisco I de Francia, Enrique VIII de
Inglaterra o su hija Isabel I.
En el
siglo V, en Europa, el bufón callejero hacía las veces de juglar y en el Edad
Media recurrió al arte del títere y la marioneta para sobrevivir.
Su esplendor fue a
finales del medievo y durante el Renacimiento. Coincide en la época en que la
idea del "tonto sabio" y la cutura popular carnavalesca están en
pleno auge. Participaron en guerras, conspiraciones y fiestas.
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Francisco Lezcano, el Niño de Vallecas. Velázquez |
También fueron fuente de inspiración para pintores (William Merrit, Van der Hamen, Antonio Moro...) y literatos como Victor Hugo que hizo al bufón de Francisco I de Francia, Triboulet, protagonista de su obra “El rey se divierte” sobre la que más tarde Verdi a su vez compuso Rigoletto.
En España, por su parte, escritores como Diego Saavedra Fajardo en sus Empresas, y Quevedo en sus Zahurdas, también hablarán de ellos
describiéndolos alternativamente como afortunados cortesanos o como
"espías públicos de los palacios y los que más estragan sus
costumbres". A su vez, William Shakespeare, aunque los incluyó en varias
de sus obras, retrató a uno de los más logrados bufones literarios en su
tragedia El rey
Lear. En la
Commedia dell´Arte italiana el Arlequín encarna el triunfo del pequeño
frente a los poderosos en la cultura popular. El bufón es, pues, el héroe de
los pícaros y cronista de los acontecimientos.
Aunque el bufón
muriera como institución de corte (si no como una función), sobre el siglo XVI
o XVII en China y el XVIII temprano en Europa, hubo bolsillos resistentes a su
fallecimiento. Las casas europeas menos magníficas que aquellos de príncipes,
reyes y prelados abrigaron a bufones durante un siglo o dos más largo que las
cortes.
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Don Sebastián de Morra. Velázquez |
Bufones
de Corte
El bufón
profesional, o de Corte, se popularizó en la Edad Media, sobre todo en el
Renacimiento europeo.
Debían de ser de
alguna manera exagerados o extraños, con deformidades físicas o mentales aunque
no necesariamente ya que éstas podían ser naturales o fingidas, jorobados o
enanos, con cuya sola presencia era motivo de jocosidad; contar con habilidades
especiales, ser muy torpes o sumamente ágiles o ser graciosos.
El uso del humor es
la base de su trabajo: acciones, bromas, chistes, imitaciones; su función es el
entretenimiento y la diversión de los poderosos a cuyo
servicio están.
La posición del bufón oscilaba entre el entretenimiento y el de consejero y crítico del
poderoso porque podían decir cosas que nadie más se atrevía a decir. Aunque no
le daba inmunidad total ya que una crítica demasiado dura podría llevarlo al
mismo destino que un opositor al rey. Aunque podía ser dañosos e irreverentes
generalmente no tramaban o ni eran conspiradores.
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El bufón llamado D. Juan de Austria. Velazquez |
No había que
tomarlos en serio, ya que su oficio era hacer reír, pero algunos de ellos eran
tan eruditos que llegaron a ser consejeros reales. Al "tonto sabio"
se le consideraba un caso especial a
quien Dios había tocado con un regalo de locura infantil.
Sus orígenes eran modestos y a menudo eran empleados por
nobles y de allí pasaban a la corte si llegaban a ser conocidos. Algunos,
incluso, fueron figuras de renombre, y obtuvieron títulos de nobleza o
cualidades de hidalgo como favoritos de grandes y reyes.
Por tanto, en una sociedad sumamente cerrada y carente de derechos, los bufones
llegaron a ser los que transgredieron las barreras. Se movieron en el umbral
entre la razón y la insensatez, las altas esferas y los orígenes humildes y de
la verdad y la burla. Ellos fueron los que mayor libertad de palabra tuvieron,
así como de influencia, además de ascensión social.
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Bufón Barbarroja. Velázquez |
Los bufones de Velázquez
Los últimos reyes de la Casa de Austria en España, los
llamados austrias menores, mostraron su afición a rodearse de enanos, que lejos de las actuales
connotaciones negativas, debe entenderse dentro del gusto por las rarezas
naturales heredado del siglo XVI y todavía imperante en el XVII, momentos en
los que bufones y diferentes personajes de entretenimiento convivían en Palacio
con el propósito de divertir a reyes e infantes. . Los enanos que tenían la
suerte de vivir en el Alcázar eran verdaderamente afortunados porque, aunque se
vieran obligados a soportar burlas y a convertirse en bufones, la vida en el
exterior hubiese sido terrible. Además, su trabajo no se limitaba a ser simples
comparsas para alegrar el tedio de los reyes y sus hijos, dedicándose muchas
veces a desempeñar trabajos de espías y confidentes. Ellos podían escuchar y
estar al tanto de muchas cosas sin despertar ningún tipo de sospechas.
En el siglo XVII residían en la Corte una curiosa tropa de bufones, nutrida por
enanos o discapacitados psíquicos cuya función, como siempre, consistía en
distraer al monarca del tedio y la rutina de los asuntos del gobierno. Pero quizá quien supo plasmar
mejor que nadie, como documento gráfico-histórico, la psicología de estos
personajes en aquella época fue, sin duda, Diego Velázquez como pintor de las
cortes de Felipe III y Felipe IV.
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Bufón D. Diego de Acedo. Velázquez |
En su
galería de retratos de bufones el artista plasma sus almas con un realismo
entrañable dotándoles de cierta dignidad con lo que se ha interpretado que el
pintor puede estar
mostrando no sólo una realidad cotidiana sino, a reyes y cortesanos, un
espejo y una lección al pintar un enano con la misma solemnidad, majestad e
intención que si pintase una infanta o un príncipe. En esta línea,
Velázquez llegaría a la culminación de la idea en Las Meninas, al ir más
allá y fundir a la realeza con los propios bufones en un mismo plano.
Esta
galería velazqueña de enanos y bufones de la corte de los
austrias españoles está expuesta, en su mayoría, en el Museo del Prado y
puede verse a:
- Nicolasito
Pertusato y a la enana Mari Bárbola que se hicieron famosos por figurar
retratados en primer término en Las Meninas (1656). Museo del Prado (Madrid)
- El bufón
llamado don Juan de Austria (1633). Museo del Prado (Madrid).
- Bufón
Calabacillas (1638). Museo del Prado (Madrid)
- El bufón
Barbarroja (1635-1640). Museo del Prado (Madrid).
- El bufón
don Sebastián de Morra (1645). Museo del Prado (Madrid).
- El bufón
don Diego de Acedo, el Primo (1636-1645). Museo del Prado (Madrid).
- Francisco
Lezcano, el Niño de Vallecas (1643-1645). Museo del Prado (Madrid).
- El príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631).
Museo de Bellas Artes de Boston (EE.UU).
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Las Meninas. Velázquez |
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Enano. Van der Hamen |
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Bufón Pejerón. Antonio Moro. |
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Juan de Portilla. Anónimo |
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El bufón de la Corte. W. Merrit |
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D. Antonio el inglés. Anónimo
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