En tiempos de Felipe IV, este
monarca decidió acometer la construcción de un palacio a las afueras de Madrid
como residencia de recreo, o retiro, y de ahí su nombre: Real sitio del Buen Retiro.
Las pinturas que decoraban el
Salón de Reinos, la estancia más suntuosa del todo el complejo,
sirvió para
mostrar el poderío español del siglo XVII. Hoy están en el Prado.
|
Salón de Reinos |
Un palacio para el recreo
El palacio
del Buen Retiro de Madrid fue
un conjunto arquitectónico Ide grandes dimensiones, situado entre el Paseo del
Prado y el Parque del Retiro, que incluía un palacio, un monasterio de monjes
jerónimos (ya existente), un teatro, y unos grandes jardines para el solaz de la familia real y de la Corte.
Del antiguo
complejo (diseñado por Alonso Carbonell y llevado a cabo entre 1630 y 1635), sólo se conservan hoy día el edificio que
albergaba el Salón de Reinos, el Casón del Buen Retiro y los
jardines, que hoy conforman el Parque del Retiro de Madrid, que no son ni la
mitad de lo que fueron en aquella época.
|
Real Sitio del Buen Retiro
|
El Salón de Reinos (una estancia de planta rectangular de 34,6 metros de
largo, 10 de ancho y 8 de alto ) debe su nombre a que en él estaban pintados
los escudos de los veinticuatro reinos que formaban la Monarquía Hispánica en
tiempos de Felipe IV (Algarbe, Algeciras, Aragón, Castilla, Cerdeña, Dos
Sicilias, Galicia, Gibraltar, Granada, Indias Orientales y Occidentales, Islas
de Canarias, Islas y Tierra firme del Mar Océano, Jaén, Jerusalén, León,
Murcia, Navarra, Portugal, Sevilla, Toledo y Valencia).
Inicialmente, el Salón se concibió
como palco desde el que los reyes podían asistir a las funciones teatrales que
se celebraban en el patio (estaba recorrido por una balconada, hoy
desaparecida), pero cuando se optó por hacer del Buen Retiro una estancia real,
se agregó a esa función la ceremonial, es decir, como salón del trono.
|
La recuperación de Bahía, de Maíno
|
El salón nunca dejó de cumplir la
función festiva, pero como salón del trono que era también contribuyó a la
misión de impresionar a embajadores y miembros distinguidos de las demás cortes
europeas que acudían a palacio, gracias a la suntuosa decoración de la
estancia.
Este salón estaba bien iluminado
por una veintena de ventanas que dejaban ver espléndidas mesas de jaspe con
leones de plata, un techo recubierto de grutescos (combinación de elementos vegetales, figuras humanas y seres
mitológicos en composiciones
simétricas) y en
las paredes una decoración pictórica llena de simbolismo político cuyo último
objetivo era la exaltación del rey Felipe IV, y por ende, el poderío hispano en el siglo XVII.
Se sabe que el conde duque de
Olivares fue el responsable último de dicha decoración, aunque contando con el
asesoramiento intelectual de Francisco de Rioja,
teólogo
y jurista, así como de los pintores más
próximos al monarca y su valido,
Juan Bautista Maíno y Diego
Velázquez.
|
La rendición de Breda, Velázquez |
La pintura del Salón de Reinos
De los muros del Salón colgaron
hasta 12 cuadros de grandes dimensiones con escenas (una de ellas, de Eugenio
Cajés, desaparecida) de batallas ganadas por los ejércitos de Felipe IV (como
La rendición de Breda, de Diego Velázquez, o el
Sitio de Bahía, de Maíno), retratos ecuestres de Felipe IV y su familia
(Felipe III, Margarita de Austria, Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar
Carlos como símbolos de la monarquía hereditaria) y telas de gran formato firmadas, entre otros, por Caés,
Castello y Zurbarán (La defensa de Cádiz contra los ingleses).
En los lienzos trabajaron también
otros artistas como Vicente Carducho (
La expugnación de Rheinfelden, La
victoria de Fleurus y El socorro de la plaza de constanza), Eugenio Cajés
(La expulsión de los holandeses de la Isla de San Martín y La recuperación de
la isla de Puerto Rico por don Juan de Haro), Antonio Pereda (El socorro de
Génova por el segundo Marqués de Santa Cruz9, Jusepe Leonardo (
El socorro de
Brisach y la rendición de Luliers) o Félix Castelo (La recuperación de la
isla de San Cristóbal por don Fadrique de Toledo).
|
Felipe IV a caballo, Velázquez
|
Zurbarán, con la coautoría de
Velázquez, fue además el pintor de los diez lienzos de Los Trabajos de Hércules allí dispuestos: Hércules y el toro de Creta; Lucha de
Hércules con Anteo; Lucha de Hércules con el jabalí de Erimanto; Hércules
desvía el curso del río Alfeo; Hércules y el Cancerbero; Hércules
lucha con el león de Nemea; Hércules lucha con la hidra de Lerna; Hércules
cierra el estrecho de Gibraltar; Hércules dando muerte al rey Gerión;
y Muerte de Hércules.
Todos estas pinturas pertenecen y
se exponen hoy en el Museo Nacional del Prado.
|
Batalla de San Cristobal, de Felix Castelo |
Un salón histórico sin uso
El Salón de Reinos, y el de
Fiestas (actual Casón del Buen Retiro), fueron las únicas estancias que se salvaron de los
intensos bombardeos y ataques efectuados por los franceses durante la Guerra de
Independencia (1808-14).
Después, al edificio que albergaba
el Salón de Reinos se le hicieron en el siglo XIX una serie de reformas que lo
dejaron muy transformado, sólo el propio Salón, que albergó durante mucho
tiempo el Museo del Ejército (hasta que fue trasladado al Alcázar de Toledo,
pasando el Salón de Reinos a depender del Museo del Prado, al igual que ya lo
era el Casón), conservó sólo en parte su apariencia.
El edificio que albergó el Salón de Reino, languidece actualmente en el olvido (la idea era incorporarlo como otro espacio del Prado, pero de
momento se ha desechado) hasta que se le otorgue un nuevo uso.