Se llaman pueblos de misión a los fundados por misioneros de diversas congregaciones con población mayoritariamente indígena durante la época colonial en América.
Los misioneros se establecían en una zona y trataban de atraer a los indígenas quienes, trabajando en cooperativas podían llegar a construir viviendas sólidas y pueblos de acuerdo con las especificaciones dictadas en las ordenanzas de Felipe II (s. XVI).
Los orígenes
Los misioneros españoles (dominicos, franciscanos, capuchinos, jesuitas, etc) acompañaron desde un principio a las expediciones de conquista y colonización de los españoles y portugueses en el Nuevo Mundo.
Normalmente acompañaban a los soldados que se encargaban de la conquista del territorio o a los colonos en lugares agrícolas y ganaderos, pero también se asentaban por iniciativa propia en nombre de la congregación a la que pertenecían. En este último caso, la expedición (generalmente realizada por un corto número de misioneros) se encargaba de la fundación de pueblos de misión después de haber reclutado a algunos indígenas.
Centenares y hasta miles de poblaciones surgieron de esta manera en todo el continente americano. Muchas de estas poblaciones se iniciaban con la labor evangelizadora de los misioneros y después llegaban colonos, pobladores procedentes de la península Ibérica o de las ciudades pioneras que se fundaron en los primeros tiempos.
En un principio, estos misioneros eran enviados a las zonas más remotas del continente y dejaban sentadas las bases para el establecimiento de la vida colonial hispanoamericana, con el desarrollo de la agricultura, la difusión de la ganadería (desconocida en América) y la introducción de plantas de cultivo (naranjos, dátiles, almendros, etc).
El desarrollo
Pero no es sino hasta el siglo XVI cuando comienza la verdadera penetración misionera en América con la fundación de numerosos pueblos con población indígena dedicados desde un principio a las tareas agrícolas y que se convertían en centros de evangelización y alfabetización a través de las escuelas.
Los primeros pueblos de misión fueron fundados por los dominicos, tanto en las Antillas como en el continente (Venezuela).
El siglo XVII es la época de consolidación colonial de España en América y el siglo en el que comienza a desarrollarse la fundación de misiones en todo el continente.
Normalmente, las misiones se funda en territorios agrícolas sin riquezas minerales, que eran prácticamente desechados por los conquistadores, cuyo poblamiento se concentraba en las zonas marítimas o mineras más importantes económicamente.
El asentamiento
El siglo XVIII representó el apogeo de la obra misionera en América. El plan general de colonización y evangelización por parte española se basaba en las misiones, los pueblos y los presidios.
Se trataba de ir progresando hacia el norte fundando un rosario de misiones a la distancia de un día de camino a caballo de misión en misión (aproximadamente tres días a pie).
Al lado de cada misión se fundaba un pueblo con los indios conversos. En lugares determinados se añadía un "presidio", una residencia más o menos fortificada con soldados, para proteger y ocupar el territorio.
Las misiones se financiaban con dinero recaudado por las órdenes religiosas y proveían las necesidades básicas de los soldados de los presidios. Los soldados recibían armamento y otros suministros a cargo de la corona española, pero de manera muy irregular.
Cada misión tenía que ser autosuficiente y producir alimentos y otros bienes básicos para los misioneros, los nativos conversos y los soldados.
En la mayoría de los casos la fundación de una misión consistía en una expedición reducida, con unas cuantas mulas y un par de frailes acompañados de algunos arrieros y sirvientes y algún indígena amigo - a menudo sin ningún soldado- que se desplazaba a un lugar determinado, escogía un lugar adecuado y se plantaba un campamento provisional, fundando así la misión.
Después se procedía a la construcción de algunas cabañas de madera -para los soldados, sirvientes y misioneros-y una iglesia rudimentaria y se protegía el conjunto con una empalizada. Había que sembrar muy pronto y procurar una cosecha de trigo para comer. Cuando las provisiones se acababan debía comer como los naturales del país, sobre todo frutos silvestres. Como en los primeros tiempos tampoco había ganado (vacas y toros), ni aves, era necesaria la caza si se quería comer carne.
Con el tiempo, y después de muchas penalidades, a menudo al cabo de unos cuantos años, se construía una iglesia de piedra o ladrillos cocidos, varios edificios de adobes y todos los almacenes necesarios.
Los indios conversos se reunían en unas cuantas casetas o eran confinados en la misión, con separación de sexos.
Una vez fundada una misión se procedía a mejorar el camino que la unía con la próxima misión. Había que ensancharlo y allanarlo y dotarlo de unos elementos auxiliares mínimos.
Pero aunque los primeros años de todas las misiones fue muy difícil, en algunos casos había ataques por parte de los indios con víctimas mortales, el verdadero problema era la simple supervivencia de la vida cotidiana.
Camino Real de California y de Tierra Adentro
Dos de los ejemplos más notables de este proceso de ocupación por etapas, por parte de los misioneros españoles, está en la creación de las 21 misiones del Camino Real de California o El Camino Real de Tierra Adentro.
Este Camino Real de California era la vía de comunicación terrestre que unía las misiones de la Baja y la Alta California, fundadas entre 1683 y 1834. Originalmente fue un camino de herradura, modificado y mejorado con los años. En la actualidad forma parte de la red de carreteras de México y Estados Unidos.
La primera misión de las Californias fue la de San Bruno, fundada por los jesuitas en 1683, en la península de California, hoy territorio mexicano.
El Camino Real de Tierra Adentro, también conocido como el Camino de la Plata o el Camino a Santa Fe, era una ruta comercial de unos 3.000 km. de longitud que unía las ciudades de México (México), Santa Fe y Nuevo México (Estados Unidos), entre 1598 y 1882.
El 1 de agosto de 2010, el Comité del Patrimonio de la Humanidad de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) agregó éste recorrido como Patrimonio de la Humanidad.