Construido inicialmente en 1893 y concluido en 1914, fue una iniciativa novedosa y única en su género, precursora de los actuales parques temáticos.
Su creador y benefactor fue un emigrante gallego de Betanzos, Juan María García Naveira.
Los hermanos García Naveira
Los García Naviera, Juan María y Jesús, hijos de humildes campesinos, emigraron de su Betanzos natal a Argentina hacia 1869, con apenas 20 y 17 años respectivamente, en busca de una vida mejor. Sin embargo, entonces, no podían imaginar que en apenas unos años serían los propietarios de una enorme fortuna, amasada gracias al duro trabajo y a su olfato para los negocios.
Pobres, y sin saber leer ni escribir, pero intuitivos y trabajadores incansables, ya en 1875 fundaron en Buenos Aires una importante firma comercial y en 1886 la casa importadora que llevaba por nombre Etchegaray Arriarán y Cia, S.A. Participaron en negocios y empresas de diversa índole, por lo que fueron consejeros de diversos bancos y empresas.
Con todo, los Naveira se esforzaron también por conseguir una educación en Argentina, algo que lograron estudiando todos los días en una escuela nocturna tras la dura jornada de trabajo.
La vuelta a casa
Pero estos emigrantes afortunados no se olvidaron de su tierra y cuando regresaron a su patria, en 1893, consagraron parte de su fortuna a combatir el paro, creando puestos de trabajo, al tiempo que construían edificios e instalaciones para albergar variadas fundaciones (escuelas gratuitas, Residencia para la tercera edad, Sanatorio para niñas anormales físicamente, Casa Sindical, Lavadero Público y Parque de Diversiones), con que atender las necesidades de la ciudad que les vio nacer.
Obras que no les impidieron ser, simultáneamente, el ángel bienhechor de numerosas
familias. Enfatizaron la promoción de los marginados de la ciudad, dando asistencia social a los que no podían esperar por la misma, y realizando todo ello tanto a nivel institucional como de casos concretos.
Un parque sorprendente
Todas estas aportaciones les valieron el cariño y el reconocimiento de sus paisanos, pero es otra de sus iniciativas –en este caso llevada a cabo en solitario por Juan María– la que resulta más singular y sorprendente de todas ellas.
El mismo año en el que regresó de Argentina, Naveira puso en marcha la construcción de un enorme parque a orillas del río Mandeo, cuya creación se prolongó durante más de veinte años, hasta 1914. La finca, bautizada como Parque do Pasatempo (Parque del Pasatiempo) no sólo sirvió para dar trabajo a cerca de doscientos vecinos de Betanzos, sino que además se convirtió en un insólito “escenario” didáctico en el que se complementaban las actividades educativas de la escuela “García hermanos”.
Así, el Parque do Pasatiempo no sólo contaba con numerosos jardines, grutas y estanques, sino que a lo largo de sus 90.000 metros cuadrados, incluía también murales de carácter didáctico sobre las maravillas del mundo, además reproducciones de numerosas obras de arte que había tenido ocasión de contemplar durante sus viajes por Europa, estampas de países exóticos como Egipto –que también había visitado–, un jardín botánico con especies de todo el planeta e incluso un pequeño zoo con animales exóticos.
En la parte llana del terreno un amplio jardín de recreo, con variada vegetación, estanques y paseos, junto a la zona del Pasatiempo propiamente dicho, constituido por terrazas sucesivas que ascendían por la falda del monte, con estatuas, relieves y construcciones que buscaban reflejar lugares y hechos de todo el mundo, conformando lo que se denominó como un auténtico parque enciclopédico al servicio de la ilustración del pueblo de Betanzos y sus visitantes y que figuraba en las guías de viaje de su época.
La puerta de la parte baja estaba custodiada por dos grandes leones, hoy desaparecidos, cómo buena parte de los elementos ornamentales de esta zona, y comunicaba con la avenida de los Emperadores Romanos, con bustos en mármol, y con la avenida de los Álamos, con estatuas de afamados escritores.
En estos jardines, con un laberinto vegetal, un invernadero, numerosas fuentes, estanques y estatuas, se erigía una estatua de los propios hermanos García Naveira, hoy en la plaza principal de Betanzos.
En la parte alta las estructuras se distribuían en cinco niveles a los que se llegaba a través de escalinatas y pasos subterráneos imitando grutas prehistóricas, en las que aún se conservan las figuras de dos dinosaurios, y con grandes explanadas y miradores a la ciudad. En el nivel inferior se construyó el Estanque del retiro, con una isla central en la que había dos estatuas imitando figuras romanas, bordeadas por un cuidadoso mosaico con motivos de peces. En las paredes del estanque, completamente decoradas con conchas de distintos moluscos, hay relieves representando un globo aerostático y una especie de máquina de tren.
En uno de los muros que separan un nivel de otro se esculpieron relieves de gran tamaño representando un viaje a Egipto, con la pirámide de keops, la muralla china y el Canal de Panamá. En el centro de esta pared se abría la boca de un complejo entrecruzado de grutas por la que se ascendía al nivel superior, con una amplia terraza-mirador en el que es necesario destacar un enorme león. Desde aquí se accedía a un parque zoológico, hoy desaparecido, y a la zona más alta del parque, convertida en mirador.
Pero a la muerte de Juan García en 1933 dio comienzo la decadencia del parque, acelerándose su deterioro tras la Guerra Civil ya que el parque se dedicó a campo de concentración para prisioneros republicanos. En la posguerra quedó abandonado y fue objeto de robos y actos vandálicos durante años.
En los años 40 se construyó una carretera que atravesaba el parque, dejando a un lado los jardines y al otro las edificaciones del Pasatiempo. El jardín fue reconvertido en huertas y depósito de escombros, lo que terminó por estropear casi definitivamente las estructuras, estatuas y relieves.
Ya en 1986 el Ayuntamiento de Betanzos compró el parque para intentar su reconstrucción, y poco a poco se iniciaron las obras de restauración y rehabilitación, con fondos europeos, de la superficie que aún se conserva. Una pasarela elevada permite contemplar los jardines desde cierta altura, así como acceder a la parte del parque del otro lado de la carretera. Aunque hoy sólo es una décima parte de lo que era.
Los extraña simbología del parque
Apasionado como era del conocimiento y la ciencia, Naveira mandó crear en este gigantesco “parque enciclopédico” murales con relieves policromados en los que se representaron algunas de las maravillas tecnológicas de su tiempo, como los aeroplanos o los dirigibles, así como los trajes de buzo y otros avances técnicos.
Sin embargo, el parque ideado por el rico indiano gallego no sólo contaba con aquel compendio de maravillas de la ciencia y el arte, sino que también incluía algunos elementos cargados de un extraño simbolismo, lo que ha llevado a algunos autores a sugerir una posible relación de los dos hermanos con la masonería.
Efectivamente, algunos de los elementos incluidos en el parque podrían guardar relación con la Hermandad, conocida entre otras muchas cosas por su intensa actividad filantrópica, a menudo vinculada a la enseñanza y la caridad, dos facetas en las que destacaron los García Naveira.
En el Pasatiempo, por ejemplo, se conservan inscripciones alusivas a la libertad, la igualdad y la fraternidad, valores popularizados por la Revolución Francesa, pero también estrechamente relacionados con la masonería.
Otros elementos que hacen sospechar una posible vinculación con la orden son la existencia de un estanque dedicado al rey Salomón –figura bíblica cuyo célebre templo es de gran importancia para los masones–, una escultura alusiva a la Caridad, así como una enigmática inscripción en la que se menciona al Oriente –denominación que se emplea también en masonería para aludir a las logias–, además de las ideas claramente liberales y progresistas que los dos hermanos mostraron durante toda su vida.
Pese a estas “pistas”, lo cierto es que no se conservan pruebas de la pertenencia de los García Naveira a la masonería y, aunque pudieron haberse iniciado en Argentina, no quedan evidencias de su afiliación a logia española alguna.
Esto podría explicarse por la destrucción de documentos masónicos durante la Guerra Civil, pero también hay otros detalles que aumentan las dudas sobre su filiación masónica: ambos se mostraron siempre profundamente respetuosos hacia la jerarquía católica –de hecho recibieron la bendición de León XIII, cuya actitud antimasónica es bien conocida–, en un tiempo en el que la orden se caracterizaba a menudo por su carácter anticlerical.
Fueran masones o no, de lo que no existe duda es del carácter insólito, extravagante e incomparable del “parque” creado por Juan García Naveira.
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