Uno de los peores naufragios que se recuerdan en el litoral
gallego tuvo lugar en 1921 algo más al sur de la peligrosa “Costa da Morte”, en
la bocana de la Ría de Arousa, sólo nueve años después del hundimiento del "Titanic".
El coraje de los
habitantes de la pequeña isla de Sálvora evitó que la tragedia fuera mayor, aún
así, el siniestro se saldó con 213 victimas, entre muertos y desparecidos. Sólo
56 personas sobrevivieron.
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El vapor-correo "Santa Isabel"
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Un vapor correo para inmigrantes
El "Santa
Isabel" era un barco de mediano (de 88,85 metros de eslora) de
los denominados correos, que recorría regularmente los puertos del litoral
español entre Cádiz y Bilbao transportando mercancías y pasajeros, algunos de
los cuales embarcaban luego (en Cádiz) en los grandes buques con destino
América, principalmente Argentina.
El vapor "Santa
Isabel" pertenecía a la Compañía Trasatlántica Española, y había
sido construido por la Sociedad Española de Construcción Naval en su factoría
de Matagorda (Cádiz)y entregado el 21
de Octubre de 1916.
Estaba dotado de
todos los adelantos técnicos conocidos en la época. Tenía 40 literas para
pasajeros de 1ª Clase, 16 para los de 2ª y 400 para los de tercera.
El “Titanic” de Sálvora
Sólo nueve años
después de la tragedia del “Titanic”, el 1 de enero de 1921, el “Santa Isabel”,
después de hacer escala en varios puertos del Cantábrico (como Pasajes y
Santander), entraba de madrugada en el puerto de La Coruña, donde después de
embarcar carga general y pasajeros, (en su mayoría emigrantes con destino a
Sudamérica) sale a la una de la tarde con rumbo a Villagarcía de Arosa. Llevaba a
bordo 271 personas (84 tripulantes y 187 pasajeros).
Al día siguiente, haciendo su entrada en la Ría de Arosa
hacía las diez de la noche, el vapor-correo se vio inmerso en un fuerte
temporal con fuertes chubascos que limitaban
enormemente la visibilidad (en la época no se disponía de radar). Ante estas
condiciones, el capitán (Esteban García Muñiz) invita al pasaje a retirarse a
sus literas. Él permaneció en el puente.
Hacia las 24:30 de
la noche, ante la intensidad de la lluvia que impedía ver los faros para
situarse con entera fiabilidad, el capitán decide reducir la velocidad para
enfilar la bocana de la Ría de Arosa. Pero al pasar frente la Isla de
Sálvora el temporal arrastró el barco violentamente hacia ella haciéndole
encallar en las rocas. El barco se
quedó varado de popa y en sus bajos se abrieron varias brechas. El capitán ordenó el inmediato abandono del
buque. La rápida inundación de la sala de máquinas apagó el alumbrado. El
pánico cundió rápidamente sobre el pasaje y dejó sin suministro a la estación
de radio, donde el radiotelegrafista intentaba enviar un mensaje de socorro que
se interrumpió bruscamente, antes de poder comunicar su situación: : “Estamos encima de las rocas de Sál…”. Ese
fue el último mensaje que emitió por radio el “Santa Isabel”.
La llamada del "Santa Isabel" fue recibida por Finisterre Radio y el
buque francés "Flandre",
pero poco o nada podían hacer al desconocer la situación del buque.
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Lugar del siniestro en la isla de Sálvora (marcado con una cruz) |
En cuestión de unos
cuantos minutos el “Santa Isabel” desaparecía bajo las aguas, a unos 200
metros de la costa del islote (en aquel tiempo todavía habitado con unas 60
personas). Era la 01:50 de la
madrugada, a muchos les sorprendió durmiendo.
Unas horas mas
tarde, el buque de Ibarra "Cabo
Menor", que navegaba hacia Villagarcía, pasó por la zona y comunicó la
noticia a Finisterre, aunque poco o nada pudo hacer por los náufragos, ya que
solo pudo ver los palos y chimenea del "Santa
Isabel" y una
aglomeración de maletas y equipajes flotando.
El naufragio se saldó con 213 victimas, entre muertos y
desparecidos (no se recuperaron los
cuerpos de todas las víctimas), y 56 vidas salvadas, (27 tripulantes y
29 pasajeros).
Héroes anónimos
Fue el farero de la
isla de Sálvora quien escuchó los gritos de los que viajaban en el buque y dio
la voz de alarma.
En Sálvora aquel día
había poca gente, la mayoría estaban pasando el Año Nuevo con sus familias en
otros lugares, pero partieron tres embarcaciones al auxilio; una hacia la
vecina población de Ribeira, para avisar del naufragio, y las otras dos se
dirigieron al lugar donde se hundía el “Santa Isabel” para
rescatar a los supervivientes.
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Las heroínas de Sálvora
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De entre los héroes
anónimos de la isla hubo tres mujeres que destacaron con nombre propio aquella
noche: Cipriana Oujo, de 25 años; Josefa Parada, de 16; y María Fernández Oujo,
de 14. Ellas tripulaban una de las dos embarcaciones que rescataron
supervivientes del naufragio remando
casi cinco millas hasta llegar al barco en medio de un fuerte temporal. Se calcula que entre los diversos viajes
que hicieron pudieron salvar entre 15 y 20 vidas.
El segundo oficial
del Santa Isabel,
Luis Cebreiro, también quedó en la memoria de la comarca por salvar vidas
aquella noche. Retuvo a varios botes salvavidas hasta que amaneció, lo que
permitió que con la luz del día fuese más fácil evitar las rocas. Además, se
negó a subir en un bote porque era muy corpulento y temía hundirlo. Nadó
durante dos horas hasta Sálvora agarrado a una de las embarcaciones. Cebreiro
resultó ser el marinero más condecorado de la historia.
Las tres mujeres
recibieron la Cruz de Tercera Clase con Distintivo Negro y Blanco del Consejo
de Estado. Pasaron a la historia como las Heroínas de Sálvora, Una cuarta también fue premiada por su
trabajo en tierra, Cipriana Crujeiras, que ofreció a los náufragos rescatados
comida y ropa seca.
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