Zurbarán, coetáneo de otros genios de la época como Velázquez,
Murillo, Ribera, Ribalta o Alonso Cano, es el pintor, por excelencia, de la vida monástica del barroco español.
Sus
series de monjes y santos para las órdenes religiosas tuvieron tanto éxito en
España que su fama traspasó las fronteras llegando a convertirse en el
proveedor favorito de obras para los monasterios e iglesias de los países de
Hispanoamérica.
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Posible autorretrato en su obra San Lucas como pintor. Prado |
El pintor de monjes y santos
Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, Badajoz 1598-Madrid 1664) se habría de convertir
con el tiempo en uno de los máximos representantes del Siglo de Oro español.
Aprendió pintura en Sevilla, donde se trasladó desde su
villa natal, y donde tuvo ocasión de conocer a maestros famosos como Pacheco y
Herrera al mismo tiempo que coincidía como aprendiz con Velázquez y Alonso
Cano.
Pero
tras su aprendizaje se estableció en su Extremadura natal (en Llerena). Allí
empieza a recibir muchos encargos de series religiosas que no han llegado a
nuestros días pero que le dispensaron fama y prosperidad económica.
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Cuerpo de San Buenaventura. Louvre |
No
obstante, en 1629 se instala definitivamente en Sevilla, ciudad
próspera y de gran producción de pintura y escultura debido, en parte, a los numerosos
encargos de la clientela religiosa (en 1600 existían en Sevilla treinta y siete
conventos, ampliándose con otros quince en los veinticinco años siguientes), empezando así el periodo más prestigioso de su
carrera. Recibe encargos de todas las órdenes religiosas presenten en Andalucía
y Extremadura.
Este
éxito le llevó a las puertas de la Corte en Madrid donde en 1658, posiblemente
por sugerencia de su amigo Velázquez, fue invitado a participar en la
decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Entre ellos realizó
los diez “Trabajos de Hércules”, que se conservan en el Museo del Prado.
De vuelta a Sevilla siguió recibiendo encargos de iglesias y monasterios. Pero a mediados
de siglo (1649) Sevilla sufrió una profunda depresión económica propiciada por
una epidemia de peste que golpeó la ciudad y redujo considerablemente su
población.
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Santa Casilda. Thyssen |
Los
encargos, pues, sufrieron un desplome importante, pero Sevilla era uno de los
grandes puertos europeos que vivía del comercio con las Américas (los galeones llegaban cargados de oro y zarpaban
con las bodegas llenas de productos españoles, entre otras cosas, obras de
arte) y Zurbarán aumentó entonces la producción de su taller con series de
fundadores de órdenes, de vírgenes y santos para el Nuevo Mundo (en ocasiones,
series de santos de diez y más obras). Un
ejemplo de la importante producción de Zurbarán para América es la serie
de doce cuadros de Las tribus de Israel, actualmente en Auckland (Duham,
Inglaterra) que se supone que no llegaron a su destino por un ataque pirata.
Asimismo, un convento peruano le encargó treinta y ocho pinturas,
veinticuatro de las cuales tenían que ser de Vírgenes a tamaño natural.
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Santa Margarita. National Gallery |
Se conservan
multitud de contratos que dan cuenta de que los encargos que tenía Zurbarán del
Nuevo Mundo eran muchos, como el que da cuenta de la venta a Buenos Aires de quince vírgenes mártires, quince reyes
y hombres célebres, veinticuatro santos y patriarcas (todos ellos a tamaño
natural) y también nueve paisajes holandeses.
Los principales destinos donde se puede encontrar la obra de Zurbarán en América serán: Nueva
España, Perú (especialmente su capital, Lima), Antigua (Guatemala) y Buenos
Aires (Argentina).
Las series son con
frecuencia religiosas (vírgenes, ángeles y santos fundadores), pero también las
hay de motivos profanos. Esto se debe a que los clientes no eran sólo conventos
sino también altos funcionarios de colonias, mineros enriquecidos y
comerciantes indianos que pedían series de césares, patriarcas, reyes y hombres
célebres.
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Agnus Dei. Prado |
No sólo obras religiosas
Zurbarán, va a
representar con una gran claridad la religiosidad que impregnará la vida
española del s.XVII, y las órdenes religiosas habrán de salir beneficiadas de
dicha circunstancia. Estas van a ser las grandes mecenas del artista extremeño.
La Cartuja de Jerez, San Pablo el Real, el Monasterio de los Jerónimos de
Guadalupe o la Merced de Sevilla fueron algunos de los sitios para los que
llevó a cabo sus principales series.
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Bodegón. Norton Simon (Los Ángeles) |
Con
escasos elementos, Zurbarán sabrá expresar los más intensos extasis místicos y
esto va a ser muy apreciado en la vida conventual. Su sobriedad, fuerza
expresiva, y la plasticidad de sus figuras le
sitúan en la cumbre de los maestros españoles del siglo de oro.
Influido en sus comienzos por Caravaggio, su estilo fue evolucionando para aproximarse a
los maestros maestros italianos. Sus representaciones se alejan del realismo de Velázquez y sus composiciones se
caracterizan por un modelado claroscuro con tonos más ácidos.
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La defensa de Cádiz. Prado |
Pero
no sólo va a realizar series monásticas o de devoción privada (Inmaculadas Concepciones,
Sagradas Familias o Vírgenes niñas), también llevó a cabo encargos reales (“La
defensa de Cádiz”), mitológicos (“Los trabajos de Hércules”), bodegones y
naturalezas muertas (como su famoso "Agnus Dei").
Sus
obras pueden apreciarse en importantes pinacotecas del mundo como: Metropolitan
Museum of Art (Nueva York), Museo del Prado (Madrid), Museo Thyssen (Madrid), Museo Nacional de Poznan (Polonia), Museo de Grenoble, Museo del Louvre (París), el Art Institute (Chicago), Alte Pinakothek (Munich), Museo Fabre (Montpellier), Museo Norton Simon (Los Angeles), Magyar Szépmüvészeri Müzeum (Budapest) o el Wdsworth Athenaeum (Connecticcut),