El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas. ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d
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REALES FÁBRICAS: MANUFACTURAS DE LUJO SÓLO PARA UNOS POCOS
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Con la
llegada de la dinastía Borbón a España, en
el siglo XVIII, se empezará a aplicar el
modelo francés de lasReales
Fábricas.
Muchas
de manufacturas reales se dedicaban a la fabricación de objetos de lujo para el
consumo, en primer lugar, de los propios palacios reales.
Real Fábrica de Tapices
Fábricas de lujo para consumo
propio
Lasmanufacturas realesfueron instalaciones industriales que
se crearon por iniciativa de los monarcas absolutos durante el Antiguo Régimen
como una medida proteccionista de la política mercantilista.
Estas manufacturas reales trataban, por un lado, de ofrecer
trabajo a los ciudadanos, y por otro, proteger la producción y el comercio del
propio país, sobre todo de objetos de lujo pues de no ser así se habrían comprado en el
exterior, con lo que la balanza de pagosse
desequilibraba.
Se perseguía pues no sólo el autoabastecimiento de productos de lujo por parte de
los propios monarcas para sus palacios, sino que las clases altas imitasen las
costumbres del rey y así obtener un público consumidor aún mayor, con
protección arancelaria incluida.
Los
primeros testimonios de esta política de fabricas reales habría de ser la
política de Colbert en Francia,durante
el reinado de Luis XIV, tiempo en el que se creó la manufactura de los
Gobelinos, a partir de 1662, dedicada a tapices, alfombras y otros textiles).
Real Fábrica de Cristal de La Granja
Con la
llegada de los borbones a España sucederá algo muy parecido y se empezarán a
crear manufacturas reales de inspiración colbertista para consumo propio
aplicando una economía mercantilista que rompía con la tradicional, escasa y poco productiva
artesanía familiar de la época de los
Austrias.
Estas
Reales Fábricas eran grandes talleres con más mano de obra que en los talleres
gremiales y con algo más de tecnología dedicadas a la producción de bienes de
lujo, por lo que la Casa Real, la Iglesia, la nobleza y la alta burguesía eran
sus principales clientes.
La política mercantilista cambió en el reinado de Carlos III hacia un mayor
liberalismo económico, ya que se pretendió estimular más la iniciativa privada.
Para ello se generó un verdadero debate en el seno del poder, con el concurso
de las Sociedades Económicas de Amigos del País, sobre los gremios. La
Ilustración española era contraria a los gremios porque consideraba que
coartaban la libertad, la innovación y la competencia, y buscó su reforma
procurando restarles poder. Otra de las grandes novedades del reinado fue la
Real Cédula de 1783 que suprimía la deshonra legal de los oficios, intentando
terminar por vía legal con una mentalidad contraria al trabajo manual muy
arraigada en España.
Resulta
evidente que algunas manufacturas reales generaron importantes concentraciones
de capital y trabajo, cubrieron una demanda y produjeron avances técnicos y
laborales dignos de tener en cuenta. Ahora bien, económicamente no resultaron
viables. En unos casos porque la demanda de sus artículos era escasa, en otros
porque los precios debían responder a criterios políticos, en las más de las
ocasiones porque no pudieron competir con otros productos extranjeros ni dentro
ni fuera de España. Además, como quiera que representaron un gran dispendio
para el erario público, los gobernantes tuvieron muchas
vacilaciones en cuanto a los apoyos que debían prestarse. La inmensa mayoría desaparecieron en poco tiempo y hoy día no se conserva más que alguna de ellas.
Decoración del Palacio Real con porcelana del Buen Retiro
Reales
fábricas en España
En el
entramado de redes de las Reales Fábricas las había dedicadas a la fabricación
de textiles: como la Real Fábrica de Mantelería de La Coruña; las de paños y
sarguetas de San Carlos en Guadalajara, de Brihuega, de Ezcaray, de Segovia, de
Alcoy y San Fernando de Henares; de sedas en Talavera de la Reina, Murcia y
Valencia; de lencería de la Granja de San Ildefonso y León; la de holandillas y
bocacies de Madrid; la de hilados de algodón de Barcelona y Avila; o la de
hules de Cádiz; sin olvidar la Real Fábrica de Tapices de Madrid que perdura en
la actualidad y que fue fundada por Felipe V que se dedicaba a la realización
de tapices alfombras y reposteros.
Pero también a la fabricación de armas
de artillería, cañones y pólvora como las de Toledo, Murcia, Sevilla, Madrid,
Orbaiceta, Trubia, Jimena de la Frontera, etc. A la fabricación de cerámica,
loza y porcelana como la de Alcora, Sargadelo, del Buen Retiro o La Moncloa
(Madrid) o la de azulejos de Valencia. A tabacos como la de
Cádiz, La Coruña, Madrid y Sevilla. A abanicos, a aguardiente, a cera, a papel,
a coches, a relojes, a sombreros, o a cristal como la Real Fábrica de la Granja
de San Ildefonso hoy reconvertida en Centro Nacional de Vídrio.
Las
Reales Fábricas también tuvieron su reflejo en el fomento de los astilleros de
Cádiz, Cartagena y Ferrol. La producción de barcos adquirió un gran desarrollo
permitiendo que España contase con la tercera flota más importante después de
la inglesa y la francesa.
Al Nuevo
Mundo también llegaron las manufacturas reales españolas donde se implantaron,
entre otras, la Real fábrica de Aguardiente de Guayaquil, la de tabacos en La
Habana y México y de pólvora también en México.
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Margaret Keane es esencialmente una retratista al óleo cuyos personajes preferidos son mujeres, niños y animales domésticos. La característica principal de esta pintora estadounidense es que en todos sus cuadros los protagonistas aparecen con enormes y tristes ojos. Margaret Keane Historia de un vil engaño Margaret Doris Hawkins (Nashville, Tennesse, USA, 1927) siempre le gustó pintar grandes ojos en sus retratos. De pequeña era conocida en la iglesia local por sus bocetos de ángeles con grandes ojos. Se casó joven y en 1950 tuvo a su primer y única hija, Jane. El matrimonio no duró mucho. Tras su separación Margaret contraje nuevas nupcias en 1955 con un agente inmobiliario llamado Walter Keane. Su nuevo esposo vio en los cuadros de Margaret un filón y dejó su negocio para dedicarse a vender estos en forma masiva en grandes almacenes, libros de cómic y revistas. Mientras, Margaret continuó perfeccionando su técnica, pero simplemente firmaba co
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