Velázquez
no sólo contó con el privilegio de ser nombrado pintor de cámara de Felipe IV,
sino que el rey le cogió tal confianza al artista que le encargó otros muchos deberes administrativos.
Entre
los muchos cargos que tuvo en la corte estuvo el de Ujier, Alguacil, Ayuda de Guardarropa
de su majestad, Ayuda de Cámara, Superintendente de Obras y Aposentador Real,
los cuales restaron más tiempo de lo que él hubiera deseado para su labor como
pintor.
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Velázquez, autorretrato |
De
profesión, pintor
El
conde-duque de Olivares, perteneciente a una noble familia sevillana, se
convirtió en poco tiempo en el todopoderoso valido del rey Felipe IV y fue él
quien favoreció que la corte estuviera integrada mayoritariamente por
andaluces. Pacheco, el suegro de Diego Velázquez (1599-1660) vio en ello la
oportunidad para que su yerno, a través de sus contactos, fuera presentado en la
corte.
Así,
el primer viaje a Madrid de Velázquez tendría lugar en la primavera de 1622 con
la excusa de conocer las colecciones de El Escorial. Durante este, fue
presentado finalmente a Olivares, pero no consiguió que le permitieran retratar
al rey, aunque sí realizó el famoso retrato de Góngora, capellán del monarca.
Al final de año regresó a Sevilla.
Pero
Pacheco no se dio por vencido y finalmente consiguió, gracias a la intervención
de su amigo Juan Fonseca, capellán real y antiguo canónigo de Sevilla, que el
conde-duque llamase a Velázquez para retratar al joven monarca.[
Felipe
IV supo apreciar de inmediato las dotes artísticas del sevillano, motivo por el
cual en 1623, cuando Velázquez contaba con 24 años de edad, el rey manda llamar
al pintor a la corte y aquí fijará su residencia ya para siempre, a excepción
de algunos viajes para acompañar al rey y su corte y sus dos viajes a Italia
(una por estudios y otra con una comisión del rey).
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Las meninas |
En seguida
Felipe IV le nombra pintor del rey con un sueldo de veinte ducados al mes. Cuatro
años más tarde el rey le nombra pintor de cámara, el cargo más importante entre
los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo
consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como de cortesanos y otros
cuadros destinados a decorar las mansiones reales.
Velázquez podía aceptar
también encargos particulares, aunque ya sólo lo hacía de miembros influyentes
de la corte.
De ocupación, funcionario real
Pero
aún tendría Velázquez otras ocupaciones en la corte, unos deberes
administrativos que le apartarían de su función artística más de lo que él
hubiese deseado.
En
marzo de 1627 juró el cargo de Ujier de
Cámara (el criado del rey que
asistía en la antecámara para cuidar la puerta y de que sólo entraran
las personas que debían entrar por sus oficios o motivos) con un sueldo
de 350 ducados anuales.
En
1629 Velázquez solicitó licencia al rey para viajar a Italia a completar sus
estudios. Este viaje representó un cambio decisivo en su pintura. Permaneció en
Roma hasta el otoño de 1630, y regresó a Madrid, donde volvió a su principal
tarea de pintor de retratos reales en un periodo de amplia producción.
Al
mismo tiempo, prosiguió su ascenso en la corte. En 1633 recibió una vara de Alguacil de la Corte
(oficial de la corte con labores policiales y judiciales), Ayuda de Guardarropa
de su Majestad en 1636, ayuda de cámara en 1643 (que suponía el máximo
reconocimiento de los favores reales, dado que era una de las personas más próximas
al monarca) y superintendente de obras un año más tarde.
Velázquez
siguió pintando, de hecho, participó en los dos grandes proyectos decorativos como
el del nuevo Palacio del Buen Retiro y el pabellón de caza de la Torre de
Parada.
Los
años treinta fueron de intensa producción, pero en los cuarenta disminuyó
drásticamente, probablemente por sus labores cortesanas al servicio del rey,
que le ayudaron a ganar una mejor posición social, pero que le restaron tiempo
para pintar.
En
1648 Velázquez embarcó de nuevo para Italia, esta vez con el fin de adquirir pinturas y esculturas
antiguas para el rey.
En
junio de 1651 regresó a Madrid y poco
tiempo después Felipe IV lo nombró Aposentador Real, lo que le encumbró en la
corte y añadió fuertes ingresos que se sumaron a los que ya recibía como
pintor, ayuda de cámara, superintendente y en concepto de pensión. Aparte
recibía las cantidades estipuladas por los cuadros que realizaba.
Últimos encargos
Sus
cargos administrativos le absorbieron cada vez más, y le quitaron gran cantidad de tiempo para
desarrollar su labor pictórica. Aun así, a este periodo corresponden algunos de
sus mejores retratos y sus obras magistrales como Las Meninas, la Familia de
Felipe IV y Las Hilanderas.
Su
último acto público fue en junio de 1660. Acompaño al rey y a la corte a la
entrega de la infanta María Teresa a la Isla de los Faisanes para su matrimonio
con Luis XIV de Francia. Velázquez, como
aposentador real, se encargó de preparar el alojamiento del séquito y de
decorar el pabellón donde se produjo el encuentro.
El trabajo debió dejarle exhausto porque poco después cayó
enfermo con fiebres y el 6 de agosto, fallecía.
Su cuerpo fue amortajado con el uniforme de la Orden de
Santiago, que se le había impuesto el año anterior (hábito que le había
supuesto una obsesión y que suponía el ennoblecimiento de su familia) y fue
enterrado con pompa y boato, debidos a su cargo, en la desaparecida iglesia de
San Juan Bautista de Madrid. Velázquez tenía 61 años.
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