Lope
de Vega fue uno de los grandes escritores del Siglo de Oro español cuya
actividad literaria fue el asombro de propios y extraños, ya incluso en su
época.
Pero
el llamado “Fénix de los Ingenios” tuvo un intenso y famoso enfrentamiento
durante largos años con Miguel de Cervantes que marcó a ambos.
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Lope de Vega |
Precoz,
prolífico y “Monstruo de la Naturaleza”
Lope de Vega no solo fue un buen estudiante, sino que, además siempre estuvo abierto al
saber. No sólo leyó sino que también investigó en campos de muy diferentes
materias como las matemáticas o la astrología.
Cuando
cumplió diez años ya leía en castellano y latín, pero además traducía también
de éste segundo. Al mismo tiempo escribía sus primeras comedias.
Se
casó dos veces, tuvo diecisiete hijos (con diecinueve años tuvo a su primera
hija) y un sinfín de amantes.
En
la Égloga a Claudio declaró que había escrito “Mil y quinientas fábulas admira,
/ que la mayor el número parece, / verdad que desmerece, / por parecer mentira,
/ pues más de ciento en horas veinticuatro / pasaron de las Musas al teatro”.
Lo cierto es que mas de mil obras están firmadas con su nombre entre comedias,
novelas, versos, epístolas, villancicos, etc.
En
sus 73 años de existencia, llevo Lope de Vega una vida muy ajetreada llena de
aventuras, amantes, guerras, cárcel, destierros y polémicas. No Solo fue un
gran literato, sino que también fue sacerdote e inquisidor, pero por el
contrario no se sujetó nunca a las normas y la moralidad del momento.
Y como
no, también tuvo constantes trifulcas, insultos y acusaciones, con escritores
consagrados del momento como Cervantes o Quevedo, algo por otra parte bastante
habitual en la época.
Estos
enfrentamientos eran muy agresivos,
pero curiosamente también muy ingeniosos cargados de ironía y sarcasmo
dado que salía de la pluma de estos genios de las letras. Góngora no tuvo ningún reparo en llamar
borrachos a Quevedo y a Lope de Vega, mientras que a él le calificaban de “morisco”… De
Quevedo decían que no tenía idea de griego y, además, que era “cegato”. Lope
como cura era, para Góngora no tal sino una “enfermedad”. Y Cervantes se ganó
adjetivos como “colérico, envidioso y mentiroso”. La sarta de acusaciones de
unos y otros circulaban en poemas firmados, en las ediciones de los textos,
pero también en otras ocasiones en libelos anónimos.
Pero a Lope de Vega
el que más le sacó de sus casillas fue el libelo La Spongia aparecido en
Madrid en 1617 y que fue escrito por Pedro Torres Rámila, un maestro de
Gramática. El autor, en unas pocas páginas y simulando ser una autoridad
extranjera, atacaba fieramente la literatura y la vida privada ‘poco
ejemplarizante’ de Lope de Vega.
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Miguel de Cervantes |
El
choque con Cervantes
La fama sonrió desde el primer momento a Lope de Vega. Con 25 año, ya era un autor tan
célebre que sus convecinos le reconocían por la calle y se hizo popular el
dicho de “es de Lope” de las obras que aparecían por doquier dada su alta
producción. Pero también fue admirado por el pueblo llano, que se veía
reflejado en sus obras, y por otros autores importantes de su época como
Cervantes que le elogió en La Galatea, donde le calificó como uno de los
ingenios españoles más notables. El autor del Quijote fue quien dijo de Lope
que era un “Monstruo de la Naturaleza” por lo prolífico que era escribiendo.
La admiración al principio
fue mutua y Lope, que había conocido a Cervantes en 1583 en casa de
Jerónimo Velázquez, padre de Elena Osorio, una de sus amantes, también
alabó alababa a Cervantes en la
Arcadia (1598).
Pero el idilio terminó cuando Cervantes se indignó con la portada de
El
peregrino en su patria (1604), que llevaba un
grabado del escudo del apellido Carpio, con diecinueve torres, una estatua de
la Envidia, una leyenda en latín y para colmo un retrato de Lope con un soneto
laudatorio firmado por Quevedo. Al parecer Cervantes no pudo con tanta
arrogancia y le dedicó un soneto en el que atacaba toda su obra dramática:
"Hermano Lope, bórrame el soné—
de versos de Ariosto y Garcila—,
y la Biblia no tomes en la ma—,
pues nunca de la Biblia dices le—.
También me borrarás La Dragóme—
y un librillo que llaman del Arca—
con todo el Comediqje y Epita—,
y, por ser mora, quemarás la Angé—,
Sabe Dios mi intención con San Isi—;
mas quiéralo dejar por lo devo—.
Bórrame en su lugar El peregri—.
Y en cuatro leguas no me digas co—;
que supuesto que escribes boberi—,
las vendrán a entender cuatro nació—.
Ni acabes de escribir La Jerusa—;
bástale a la cuitada su traba—."
Lope, fuera de si, contestó a Cervantes así:
"Yo que no sé de los, de li ni le—
ni sé si eres, Cervantes, co ni cu—;
sólo digo que es Lope Apolo y tú
frisón de su carroza y puerco en pie.
Para que no escribieses, orden fue
del Cielo que mancases en Corfú;
hablaste, buey, pero dijiste mu.
¡Oh, mala quijotada que te dé!
¡Honra a Lope, potrilla, o guay de ti!,
que es sol, y si se enoja, lloverá;
y ese tu Don Quijote baladi
de culo en culo por el mundo va
vendiendo especias y azafrán romí
y, al fin, en muladares parará."
Su tirante relación ya no se volvería a enmendar y siguieron lanzándose dardos
envenenados de por vida.