Velázquez fue uno de los primeros exponentes en
España del nuevo tipo de composición de los bodegones, escenas de cocina o de
taberna con figuras y objetos de naturaleza muerta.
Aunque la
representación de bodegones era una tradición temática muy arraigada entre los
artistas del momento, esta era
considerada como un arte menor y sólo recibiendo su reconocimiento con las
obras de Velázquez.
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La mulata |
Un arte menor
La representación de bodegones tiene su origen a
finales del siglo XVI. La composición del bodegón, normalmente, tenía una
técnica estructurada, es decir, sobre una mesa se organizaban los objetos
propios de una cocina.
Sin embargo, en los elementos de estos bodegones había variaciones:
los bodegones y naturalezas muertas flamencas destacan por la exuberancia de
sus productos, es un culto a la comida. En estos bodegones aparecen
representadas piezas de caza y la mesa llena de frutas y manjares, exponente
claro de una sociedad enriquecida por el importante comercio de paños. Destacan por su detallismo y riqueza de los colores. Los bodegones holandeses, le dan escasa importancia a los alimentos, centrando la atención en los objetos presentados, buscar captar las calidades de los platos, la transparencia y brillo de los vasos y el tratamiento de las texturas. En el lado opuesto los bodegones tradicionales españoles, llenos de austeridad.
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Dos jóvenes a la mesa |
Por otra parte, la tradición de la temática
costumbrista estaba muy arraigada en la pintura barroca sevillana.
Así, tanto los bodegones como el costumbrismo dio
lugar a que el joven Velázquez, nacido, criado e inciádo en el arte en Sevilla se inclinara también por esta temática.
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El triunfo de Baco |
No fue Velázquez, pues, un innovador de esta faceta
de la pintura, pero no es menos cierto que él lo popularizó y elevó a una
categoría de la que no gozaba gracias a su maestría.
Pintar bodegones y escenas costumbristas era
considerado un arte menor por los mismos artistas de la época ya que se
estimaba que la pintura tenía que aleccionar y mostrar algo que aprender, algo
de lo que carecía, según sus detractores, los bodegones y la pintura
costumbrista.
La
diferencia entre Velázquez y el resto de los pintores de bodegones fue dotarle
de un carácter alegórico y didáctico y en el tratamiento de los volúmenes, la
luz y el estudio psicológico de los personajes.
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Cristo en la casa de Marta y María |
El
simbolismo del bodegón
Es
frecuente en este tipo de temática encontrar símbolos y alegorías escondidos
tras la representación naturalezas muertas, utensilios de cocina y alimentos. Así,
se relacionaban las frutas con los cuatros sentidos: olfato, gusto, oído y
tacto, además de aludir a vicios y virtudes; las flores y frutos a la belleza,
simbolizando a mujeres y niños.
Pero
también un bodegón podía tener un significado didáctico o moral. De esta forma,
representar calaveras y relojes indicaba la rapidez del paso del tiempo y la
imposibilidad de detenerlo, en clara referencia a la muerte y lo efímero de la
vida terrenal.
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El aguador de Sevilla |
Los bodegones de Velázquez
En estas primeras
obras sevillanas de Velázquez sobre temática costumbrista y de bodegones, se
aprecia claramente la influencia de la corriente de naturalismo tenebrista de
Caravaggio, tomando las tonalidades
ocres y terrosas, el dibujo preciso y definido, y por supuesto, el uso del
claroscuro, con lo que conseguía dar volumen a las figuras dotándoles de gran
realismo.
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Vieja friendo huevos |
En estas
obras de se aprecian elementos de naturaleza muerta, como panes, frutas, jarros
de vino, verduras y otros utensilios de cocina, objetos de arcilla, metal o
cristal, colocados sobre unas mesas, y llenos de realismo. Sin embargo, estos
objetos no son el elemento principal a destacar el cuadro, sino que utiliza la
realidad cotidiana para acercarnos a la narración de una historia, alegoría o
simbolismo.
Velázquez
representa fielmente al artista barroco ya que plasma con precisión en sus
obras el sentido racionalizador que se busca en la pintura, sin perder la
teatralidad propia de este tipo de composiciones barrocas.
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El almuerzo |
En todos
sus bodegones podemos contemplar la perfección de su técnica al captar las
calidades de tejidos, objetos y como las figuras llegan a un tener un realismo
casi tangible. Las producciones velazqueñas dentro del género de bodegones y
naturalezas muertas se vuelcan en parte en la temática religiosa, llenando
escenas de cocina con pasajes bíblicos o evangélicos.
Los tipos
de personajes de estas obras se repiten constantemente, son personas humildes y
con un cierto carácter melancólico o pensativo, son personajes corrientes en un
ambiente cotidiano y real.
La
presencia de lo popular puede relacionarse con los personajes de las obras
literarias de la época, en especial de la novela picaresca.
“El aguador de Sevilla”, “La vieja
friendo huevos” (1618), “El almuerzo” (1617) “Los tres músicos”
(1616-21), “El triunfo de Baco”, “La mulata” (1617-19, “Cristo en la casa de
Marta y María” (1618-20) o “Dos jóvenes a la mesa” (161822) son sólo algunas de las
obras velazqueñas de esta temática donde se puede apreciar su capacidad para
realizar los retratos de los personajes totalmente realistas, nada idealizados.
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Los tres músicos |
Todas
estas obras que tiene un componente claramente barroco, todas van más allá de
lo que visualmente se ve, crean incertidumbre, aparentan transmitirnos una
información que realmente es mucho más compleja de lo que percibimos. Esas
apariencias, simbologías, incluso teatralización es propio de las artes
barrocas, intentar provocar al espectador y relacionarlo con la escena
representada es uno de los objetivos de los artistas del momento, y Velázquez
también participa de esta tendencia.
Cuando
Velázquez definitivamente se traslada Madrid para trabajar como pintor de la
Corte su producción de bodegones desaparecerá.
Sin embargo, gracias a Velázquez un género como el
bodegón y las escenas costumbristas, considerado secundario, alcanza con él las
más altas cotas del arte.