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DESEMBARCO DE ALHUCEMAS (1925): EL PRIMER DESEMBARCO ANFIBIO MODERNO DE LA HISTORIA

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El  Desembarco de Alhucemas , llevado a cabo el  8 de septiembre de 1925 , fue una operación militar decisiva en la  Guerra del Rif  (1911-1927) y un hito en la historia militar española. Fue la primera operación anfibia combinada (tierra, mar y aire) moderna, y marcó el principio del fin de la resistencia liderada por  Abd el-Krim .  Antecedentes: La Guerra del Rif y el Desastre de Annual La presencia española en el norte de Marruecos, establecida por el  Tratado de Fez (1912) , se enfrentó a una feroz resistencia de las tribus rifeñas. En  1921 , el ejército español sufrió una de sus peores derrotas en  Annual , donde más de  10,000 soldados  murieron a manos de las fuerzas de Abd el-Krim. Esta catástrofe llevó a una reestructuración militar y política en España, culminando en la dictadura de  Primo de Rivera (1923)  y la decisión de lanzar una ofensiva definitiva. Los Protagonistas España : Bajo el mando del  Gener...

VELAZQUEZ ELEVÓ LOS BODEGONES A LA CATEGORÍA DE ARTE MAYOR

Velázquez fue uno de los primeros exponentes en España del nuevo tipo de composición de los bodegones, escenas de cocina o de taberna con figuras y objetos de naturaleza muerta.

Aunque la representación de bodegones era una tradición temática muy arraigada entre los artistas del momento, esta  era considerada como un arte menor y sólo recibiendo su reconocimiento con las obras de Velázquez.

La mulata
Un arte menor

La representación de bodegones tiene su origen a finales del siglo XVI. La composición del bodegón, normalmente, tenía una técnica estructurada, es decir, sobre una mesa se organizaban los objetos propios de una cocina. 

Sin embargo, en los elementos de estos bodegones había variaciones: los bodegones y naturalezas muertas flamencas destacan por la exuberancia de sus productos, es un culto a la comida. En estos bodegones aparecen representadas piezas de caza y la mesa llena de frutas y manjares, exponente claro de una sociedad enriquecida por el importante comercio de paños. Destacan por su detallismo y riqueza de los colores. Los bodegones holandeses, le dan escasa importancia a los alimentos, centrando la atención en los objetos presentados, buscar captar las calidades de los platos, la transparencia y brillo de los vasos y el tratamiento de las texturas. En el lado opuesto los bodegones tradicionales españoles, llenos de austeridad. 

Dos jóvenes a la mesa
Por otra parte, la tradición de la temática costumbrista estaba muy arraigada en la pintura barroca sevillana.

Así, tanto los bodegones como el costumbrismo dio lugar a que el joven Velázquez, nacido, criado e inciádo en el arte en Sevilla  se inclinara también por esta temática.

El triunfo de Baco
No fue Velázquez, pues, un innovador de esta faceta de la pintura, pero no es menos cierto que él lo popularizó y elevó a una categoría de la que no gozaba gracias a su maestría.

Pintar bodegones y escenas costumbristas era considerado un arte menor por los mismos artistas de la época ya que se estimaba que la pintura tenía que aleccionar y mostrar algo que aprender, algo de lo que carecía, según sus detractores, los bodegones y la pintura costumbrista.

La diferencia entre Velázquez y el resto de los pintores de bodegones fue dotarle de un carácter alegórico y didáctico y en el tratamiento de los volúmenes, la luz y el estudio psicológico de los personajes.

Cristo en la casa de Marta y María
El simbolismo del bodegón

Es frecuente en este tipo de temática encontrar símbolos y alegorías escondidos tras la representación naturalezas muertas, utensilios de cocina y alimentos. Así, se relacionaban las frutas con los cuatros sentidos: olfato, gusto, oído y tacto, además de aludir a vicios y virtudes; las flores y frutos a la belleza, simbolizando a mujeres y niños.

Pero también un bodegón podía tener un significado didáctico o moral. De esta forma, representar calaveras y relojes indicaba la rapidez del paso del tiempo y la imposibilidad de detenerlo, en clara referencia a la muerte y lo efímero de la vida terrenal.

El aguador de Sevilla
Los bodegones de Velázquez

En estas primeras obras sevillanas de Velázquez sobre temática costumbrista y de bodegones, se aprecia claramente la influencia de la corriente de naturalismo tenebrista de Caravaggio,  tomando las tonalidades ocres y terrosas, el dibujo preciso y definido, y por supuesto, el uso del claroscuro, con lo que conseguía dar volumen a las figuras dotándoles de gran realismo.

Vieja friendo huevos
En estas obras de se aprecian elementos de naturaleza muerta, como panes, frutas, jarros de vino, verduras y otros utensilios de cocina, objetos de arcilla, metal o cristal, colocados sobre unas mesas, y llenos de realismo. Sin embargo, estos objetos no son el elemento principal a destacar el cuadro, sino que utiliza la realidad cotidiana para acercarnos a la narración de una historia, alegoría o simbolismo.

Velázquez representa fielmente al artista barroco ya que plasma con precisión en sus obras el sentido racionalizador que se busca en la pintura, sin perder la teatralidad propia de este tipo de composiciones barrocas.

El almuerzo
En todos sus bodegones podemos contemplar la perfección de su técnica al captar las calidades de tejidos, objetos y como las figuras llegan a un tener un realismo casi tangible. Las producciones velazqueñas dentro del género de bodegones y naturalezas muertas se vuelcan en parte en la temática religiosa, llenando escenas de cocina con pasajes bíblicos o evangélicos.

Los tipos de personajes de estas obras se repiten constantemente, son personas humildes y con un cierto carácter melancólico o pensativo, son personajes corrientes en un ambiente cotidiano y real.

La presencia de lo popular puede relacionarse con los personajes de las obras literarias de la época, en especial de la novela picaresca.

“El aguador de Sevilla”, “La vieja friendo huevos” (1618), “El almuerzo”  (1617) “Los tres músicos” (1616-21), “El triunfo de Baco”, “La mulata” (1617-19, “Cristo en la casa de Marta y María” (1618-20) o “Dos jóvenes a la mesa” (161822) son sólo algunas de las obras velazqueñas de esta temática donde se puede apreciar su capacidad para realizar los retratos de los personajes  totalmente realistas, nada idealizados.

Los tres músicos
Todas estas obras que tiene un componente claramente barroco, todas van más allá de lo que visualmente se ve, crean incertidumbre, aparentan transmitirnos una información que realmente es mucho más compleja de lo que percibimos. Esas apariencias, simbologías, incluso teatralización es propio de las artes barrocas, intentar provocar al espectador y relacionarlo con la escena representada es uno de los objetivos de los artistas del momento, y Velázquez también participa de esta tendencia.

Cuando Velázquez definitivamente se traslada Madrid para trabajar como pintor de la Corte su producción de bodegones desaparecerá.

Sin embargo, gracias a Velázquez un género como el bodegón y las escenas costumbristas, considerado secundario, alcanza con él las más altas cotas del arte.

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