Durante sus últimos
años exploró vías artísticas más personales, mediante pinturas que en muchos
casos realizó sin intención de venderlas y que conservó para sí hasta su
muerte, aunque también siguió realizando importantes obras por encargo,
La joven con la que
se casó en segundas nupcias fue su principal fuente de inspiración en la última
década de su vida, ya que, aparte de ejecutar varios retratos de ella, se basó
en sus rasgos para realizar las voluptuosas figuras femeninas que aparecen en
muchas de sus obras de este periodo,
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Jardín del amor |
Asentamiento en Amberes
Rubens
(1577-1640) con más de cincuenta años estaba cansado de pasar tanto tiempo
fuera de casa. En una carta a su amigo Gevaerts le diría que "más que
ninguna otra cosa en el mundo desearía volver a mi casa y quedarme allí para el
resto de mi vida".
Sus
misiones diplomáticas, y por tanto sus largos viajes, estaban a punto de llegar
a su fin (con ellas había logrado ser nombrado caballero tanto por los reyes de
España como de Inglaterra). Así, con esos objetivos cumplidos, y una vez en
Amberes, solicita a su protectora, la archiduquesa y Gobernadora de los Países
Bajos, Isabel Clara Eugenia, hija de
Felipe II, "como única recompensa a todos mis servicios, que me eximiera
de nuevas misiones y me dejara servirla desde mi propia casa".
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El juicio de París |
Pero fueron sus
escasos logros diplomáticos para lograr la tan ansiada paz para su país y la
muerte en 1633 de su protectora los que
llevaron a Rubens definitivamente a abandonar la política.
Conseguido
su asentamiento definitivo en Amberes, su objetivo inmediato será encontrar
nueva esposa, ya que era viudo desde hacía cuatro años.
Vida familiar
sosegada
Finalmente, decide
casarse con una joven de dieciséis años, Hélène Fourment, hija de un acaudalado
comerciante de sedas y tapices y de la hermana de su primera mujer, por tanto,
sobrina política suya y treinta y siete años menor que él.
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Coronación de Sta. Catalina |
En una carta a su
amigo Peires (1634) explica los motivos de tal elección en los siguientes
términos: "Decidí casarme porque no me encuentro maduro para la
continencia del celibato y, puesto que la mortificación es buena. Así que he
tomado por esposa a una joven honesta pero burguesa, por más que todos querían
persuadirme para que eligiera en la corte. Pero temí y preferí una mujer que no
se avergonzara de verme con los pinceles en las manos. A decir verdad, me
habría resultado demasiado duro perder mi preciosa libertad a cambio de las
caricias de una vieja".
Este
matrimonio con la joven Hélène, del que nacerán cinco hijos: Clara Johanna,
Frans, Isabella Hélène, Peter Paul y Constancia Albertina, esta última nacida
póstumamente, fue un importante revulsivo para el maduro Rubens que se reflejó
en su estado de ánimo y en sus pinturas. En adelante, se entregará de lleno a la pintura.
Lirismo pictórico
La
felicidad conyugal que vive el artista se expresa en cuadros como el Jardín del
amor (Museo del Prado) o los numerosos retratos protagonizados por su esposa, algunos
de ellos acompañada de sus hijos. Hélène
(rubia y bien entrada en carnes) se convertirá desde ese momento en la
principal modelo para el pintor, tanto para las santas como para las Venus,
elevando su figura a la categoría de arquetipo.
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Hélenè y su hijo |
Rubens la pintará
como diosa en El juicio de París, 1638-39 (Museo del
Prado), La educación de la Virgen,
1630-33 (Amberes, Musée Royal des Beaux-Arts) o en La ofrenda a Venus, 1635
(Kunsthistorisches Museum, Viena); heroína clásica en Andrómeda, 1638
(Staatliche Mus. De Berlín) o en El descanso en la huida a Egipto, 1632-35 (M.
Prado, Madrid).; como mujer bíblica en Bethsabé en el baño, hacia 1635
(Staatliche Kunstsammlungen de Desde); santa cristiana en La coronación de
santa Catalina, 1633 (Toledo Museum of
Art, Ohio); como esposa en Rubens y Hélène en el jardín, 1631 (Alte Pinakothek
de Munich); madre en Hélène Fourment con sus hijos, 1636 (Louvre); o,
simplemente, como mujer de carne y hueso en La pequeña pelliza, 1638-40
(Kunsthistorisches Museum de Viena) o Las Tres Gracias, hacia 1639, (Museo del Prado, Madrid).
En esta última década
de su vida Rubens no dejará de pintar ni un solo instante y será tan fecunda
como las anteriores, pero sus gustos evolucionaran de un bronco barroquismo a
un suave lirismo más refinado.
En las obras de estos
años se manifiesta el hombre feliz que es Rubens.
Seguirá tratando
todos los temas, aunque los asuntos religiosos los concibió con mayor ternura y
los profanos, con una desbordante sensualidad. Pero cada vez se acercará más a
la naturaleza.
En 1635, Rubens
comprará el castillo de Het Steen (La Roca), donde en adelante pasará largas
temporadas anuales, dedicando buena parte de su trabajo a pintar y a recrear su
entorno campestre (ya había pintado anteriormente paisajes, pero ahora lo hará
con más frecuencia y con un estilo más personal que los anteriores a esta etapa) pero poco a poco las figuras y las escenas perderán importancia hasta
concentrar todo el tema en la naturaleza misma entremezclando realidad con
ensoñación (Paisaje con arco iris,
1635-38, Londres, Wallace Collection; Paisaje otoñal con el castillo de Steen,
h. 1636, Londres, National Gallery; Paisaje con alameda, 1638, Boston, Fine
Arts Museum;
Vista de Het
Steen al amanecer (
National
Gallery de Londres; o
El
regreso de los campesinos del campo (Galería
Palatina del
Palacio Pitti,
Florencia)
Parecida evolución
experimentaron sus personajes de género que irán del refinamiento burgués de
El
jardín del amor hasta la desbordante voluptuosidad de los campesinos que se
manosean, beben y bailan endiablados en
La Kermesse (1635-36, París, Louvre) o en
La
danza aldena (1636, Madrid,
Prado). Parece como si Rubens ya no necesitara el pretexto de la mitología para
dar rienda suelta a la fogosidad que le despertaban los cuerpos femeninos.
Pintará entonces, hacia 1638-40, las desnudeces más carnales y deslumbrantes de
su carrera en unas escenas de amor rabiosamente picantes:
Diana y Calisto,
Ninfas y sátiros y Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros (todas en
Madrid, Museo del Prado).
Curiosamente,
esta última etapa de felicidad y tranquilidad será en la que pinte sus obras
religiosas más violentas y crueles, como podemos observar en el Martirio de
San Livinio (Musées Royaux des Beaux Arts de Bruselas).
Sus últimos
encargos oficiales
Uno
de los últimos encargos realizados por la archiduquesa Isabel Clara Eugenia
será el Tríptico de San Ildefonso. Al fallecer la gobernadora (1633) será
sustituida en el cargo por el cardenal-infante don Fernando de Austria,
hermano menor de Felipe IV. El Concejo de la ciudad de Amberes encargará a
Rubens los preparativos de engalanar la ciudad para el recibimiento del nuevo
gobernador.
En 1636, al tiempo
que el cardenal-infante nombra a Rubens
su pintor de cámara (le hará un espectacular retrato ecuestre), le llega
de España el último gran encargo oficial.
Felipe IV deseaba que
le decorase el pabellón de caza de la torre de la Parada en los montes de El
Pardo, cerca de Madrid. Rubens lo hace mediante una serie de escenas
mitológicas tomadas de las "Metamorfosis" de Ovidio (La Fortuna,
Ganímedes,
La Vía Láctea, El banquete de Tereo o El rapto de Proserpina). En 1638 llegaron a Madrid 112
cuadros, de los que sólo han sobrevivido unos cincuenta (Museo del Prado,
Madrid), aunque estos sólo son reflejos cada vez más vagos del arte del maestro
pues Rubens se limitó a pintar los bocetos
y fueron pasados a lienzo por sus
ayudantes Erasmus Quellinus, Theodor van Thulden, Jan
Cossiers, Cornelis de Vos y Jacob Jordanes.
También realizó en
esta época lienzos que Carlos I de Inglaterra
le
solicitó para decorar el techo de la Banqueting House
del
Palacio
de Whitehall de Londres.
El último
lienzo
Los
ataques de gota eran cada vez más frecuentes en estos años, por lo que se vería
obligado a delegar buena parte del trabajo en el taller en estos últimos
tiempos.
En una
carta escrita a su buen amigo Peiresc dice "ahora hace ya tres años que,
por la gracia divina, he conseguido recuperar la paz de espíritu tras renunciar
a cualquier ocupación distinta a mi amada profesión (...) Me veía perdido en
aquel laberinto, acosado día y noche por una sucesión sin fin de preocupaciones
urgentes, lejos de casa durante largos meses y obligado a permanecer
continuamente en la Corte".
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La virgen y el niño rodeados por santos
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El último trabajo realizado por Rubens sería el
lienzo de Andrómeda y Perseo (Museo del Prado) obra que dejó sin
terminar ya que le sorprendió la muerte mientras trabajaba en él.
Rubens
fallecía en su casa de Amberes el 30 de mayo de 1640, a punto de cumplir los 63
años. Fue enterrado en la
Iglesia de Santiago (Sint-Jacobskerk)
de la ciudad. En 1642 su viuda
hizo colocar sobre la lápida, dentro de un marco de mármol, la obra La Virgen y el Niño rodeados por
santos, del propio Rubens, que se cree que es a la vez un retrato familiar: el
pintor habría representado a Hélène en la figura de la Magdalena y a sí mismo en la de San Jorge.
Rubens dejó tras de sí una obra inmensa ampliamente
imitada.