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EL NÚMERO PI: UN VIAJE A TRAVÉS DE LA ETERNIDAD MATEMÁTICA

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 El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas.  ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d

TIZIANO, EL GRAN MAESTRO QUE INSPIRÓ A RUBENS

Tiziano fue una de las fuentes de inspiración más importantes para Rubens, quien a lo largo de toda su vida copió y dibujo gran parte de las obras del maestro italiano.

Ya durante su viaje a Italia, Rubens  no dudó en copiar todas las obras de Tiziano que tuvo a su alcance, tomándolas como punto de partida para buena parte de sus trabajos.

Adán y Eva de Tiziano
Rubens, el copista de Tiziano

Rubens no dejó nunca de tener a Tiziano en su pensamiento y copió, por puro deleite, para tenerlas consigo, casi todas las obras del italiano. Fueron copias que guardó para sí, que no eran encargos ni las hizo para vender, todas llegan a las Colecciones reales españolas después de la muerte de Rubens y son sus herederos quienes las venden.

La fascinación de Rubens por Tiziano era tal que, durante sus estancias en España (en 1603 y 1628), dedicó el tiempo que le dejaban libre sus tareas diplomáticas a realizar copias de las obras del pintor veneciano. Y es que, no en vano, Carlos IV era poseedor, por herencia, de la mayor colección de pinturas de Tiziano que existía en Europa gracias a Carlos I, por ser su pintor de cámara,  y Felipe II, por adquisición.

Adán y Eva de Rubenx
La intención del flamenco no era otra que la de pintarlas para su propio disfrute, pues se las llevó consigo a los Países Bajos y formaron parte de su colección personal hasta su muerte. Felipe IV, después de 1640, adquirió el cuadro de Adán y Eva (y otras copias que figuraban en el inventario de los bienes de Rubens) dentro de un lote para adornar los salones del Pardo.

El estudio de un modelo a través de su copia supone para Rubens algo más que la ocasión de ejercitar su propia habilidad de llevar a cabo citaciones artísticas precisas y concretas

En algunas de estas copias de Rubens a Tiziano, existen algunas variaciones respecto al original, diferencias en torno al tratamiento de la luz y el color, el paisaje, etc , pero existe una singular cercanía entre ambos artistas.

Cuando Rubens no copia fielmente a Tiziano, de hecho son calcos perfectos,  imprime al lienzo su sello personal, como ocurre de forma más rotunda en Adán y Eva, donde aparte de la técnica, los contornos de los personajes son más rotundos y los coloridos más brillantes. Se aprecia una sutil diferencia en la interpretación psicológica de la escena.

La ofrenda de Venus. Tiziano

Rubens muestra un Adán algo más maduro y, sobre todo, más humano, más comprensivo respecto de la tentación de Eva. Incluye en la composición el papagayo que faltaba en la de Tiziano, intentando quizá equilibrar los signos del mal (la serpiente y el zorro) con los de la Redención (el papagayo es símbolo del nacimiento de Cristo de una virgen).

La vaporosa y difusa silueta de la Eva de Tiziano, con su rostro envuelto en una misteriosa sombra, nos aparece como una figura más poética que la del flamenco. Ésta, con sus blancas y luminosas carnes, resulta, sin embargo, más graciosa, más material. El cuadro original, pintado hacia 1550, lo compró Felipe II en 1571 (en aquel tiempo las copias eran algo muy valioso) para su ministro Antonio Pérez. Se dice que antes de enviarlo, Tiziano, advertido del creciente puritanismo de la corte española y del monarca, le añadió a Eva la rama de higuera con que cubre su sexo. Cuando Antonio Pérez cayó en desgracia (el cuadro pertenecía a este), el Adán y Eva pasó a las colecciones reales. Se colocó en la sacristía del Alcázar en 1600, donde debió de copiarlo Rubens.

Los investigadores creen que estos cambios en la obra pueden interpretarse como que Rubens sentía una incomodidad, algo no encajaba para él en la pintura de Tiziano y tuvo tentación de mejorarlo.

El rapto de Euroapa. Tiziano
Por otro lado, para este Adán y Eva Tiziano se inspiró a su vez en los frescos de Rafael de la Stanza della Segnatura Vaticano y en el grabado de la misma temática de Alberto Durero (1504). 

No son copias, sino inspiración

Gracias a las obras de Tiziano, Rubens descubre el mundo de luces y colores creado por el veneciano que provocará en el flamenco un importante cambio que se dejará ver en su pintura.

Pero esta influencia del gran maestro veneciano será tan admirada y asumida por una buena nómina de artistas, desde Velásquez a Goya pasando por Rembrandt o van Dyck.

Rubens copió también obras de Tintoretto, Leonardo, Correggio, Miguel Ángel y Giulio Romano, aunque a su muerte se contaban más de 30 obras copiadas de Tiziano en Roma, Mantua y España.

La bacanal de los andrios. Tiziano
Los expertos llegan a la conclusión, tras la comparación de las obras de Tiziano y Rubens, de que el maestro flamenco no buscaba una imitación sin más de las del italiano, sino un estímulo para sus propias obras. Por tanto, más que de copias cabe hablar, dicen, de versiones de obras maestras de un genio del renacimiento por otro del barroco. 

Estas copias, pues, pueden considerarse como creaciones: Rubens tomaba en algunos casos partes de las composiciones y figuras individuales, insertándolas, en sitios adecuados de sus propios cuadros. Por ello, se puede decir que una copia de un gran maestro es siempre un original.

Además de Adán y Eva, Rubens copia de Tiziano, entre otros muchos, cuadros tan famosos como La ofrenda de Venus, El rapto de Europa (cuyo original aparece en el fondo de Las Hilanderas de Velásquez estableciendo una línea fundamental en la historia de la pintura entre Tizinao, Rubens y Velásquez) o La bacanal de los andrios.

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