La absenta al
principio se vendía en farmacias como bebida medicinal. Es una bebida
verde, con cierto sabor anisado, pero con tan alto grado de alcohol que puede
producir alucinaciones.
La absenta, o ajenjo, fue muy popular en el París de finales
del siglo XIX, tanto que muchos pintores y escritores famosos la tomaban con
asiduidad.
¿”Hada” o “Diablo”?
Su tono verde se
debe a las hierbas que contiene, principalmente Artemisia absinthium, que es la
que le da el “ingrediente especial”, la tujona, que supuestamente tiene efectos
vinculados a la alteración de la mente. Sin embargo, cuando se le añade agua
fría y azúcar, la bebida se transforma en una esencia lechosa.
La absenta tiene por lo general alrededor de entre 60% y 70% de alcohol, aunque no
está diseñado para tomarse puro sino mezclado con agua. Para algunos, parte del
atractivo del ajenjo es, precisamente, su alto contenido de alcohol.
Es tan fuerte que en
el siglo XIX, cuando se popularizó en Francia, principalmente en París (aunque
procedía de Suiza), se la llamó tanto el “hada verde” como el “diablo verde”.
No se conocen muy
bien los orígenes de la receta de esta bebida, pero según algunas fuentes
podría proceder de un convento de monjas de la localidad suiza de Couvet que
venderían esta bebida como un elixir. Después el Mayor Dubied habría sido la
primera persona que adquirió la receta, procedente de las monjas, habriendo la
primera destilería en Couvet en 1797. A partir de ese momento la popularidad de
la absenta se popularizó rápidamente, de hecho, hacia 1840 se ofrecía a las
tropas francesas como un medicamento antiperético.
Dos décadas más
tarde la absenta se había vuelto tan notoria que muchos cafés y
cabarets indicaban
que a las 5 p.m. se producía
l'heure
verte ('la hora verde').
Se convirtió también
en la imagen de la cultura bohemia. Esta bebida estuvo muy asociada a los
artistas, tanto pintores como escritores (Manet, Degas, Lautrec, Verlaine, Van
Gogh, Wilde, Baudelaire, Picasso, Hemingway, Pessoa, Rimbau... ), de
finales del siglo XIX y principios del XX, ya que, supuestamente, inducía a la
inspiración artística.
Estos artistas no
sólo la tomaron, sino que la convirtieron casi en su “musa”. Muchos fueron los
literatos que hablaron de ella en sus relatos, y muchos los pintores que
plasmaron en sus lienzos a los bebedores del brebaje.
Saltan las
alarmas
A comienzos del
siglo XX se consideró a la absenta la bebida nacional de Francia, y parece que
en torno a 1910 los franceses consumieron 36 millones de litros de absenta.
Estos datos hicieron
cundir la alarma por graves problemas con el alcoholismo lo que llevó a las
autoridades a prohibir en Francia su producción de absenta en 1915 por sus características y los presuntos efectos
nocivos de la alcohólica bebida (probablemente tenía más tujona que la
permitida actualmente). Sus
repercusiones han perdurado hasta nuestros días.
Más tarde la prohibición
se relajó y se permitió que la bebida fuera vendida siempre y cuando no se le llamara ajenjo (o
absenta) y en su lugar la etiqueta dijera "una bebida a base de extractos
de la planta de ajenjo". En 2011,
se volvió a permitir su producción y venta con su nombre, casi cien años
después.
Con el tiempo
algunos países de la Unión Europea, que también prohibieron la venta y producción
de esta bebida, han comenzado a permitirla de nuevo fijando unos límites
máximos al contenido de
tujonas (La UE
permite un nivel máximo de tujonas
de 10
mg/
kg en las bebidas alcohólicas no
elaboradas a partir de la Artemisia y 35 mg/kg en las bebidas alcohólicas
elaboradas a partir de la Artemisia. No está permitida la adición de tujona a
ningún alimento). Los productores de bebidas alcohólicas pueden etiquetar un
producto como absenta sin que el consumidor sepa si la bebida está o no
elaborada de la forma tradicional.
Una bebida controvetida
La absenta ha sido
una bebida muy discutida durante toda su historia. Esto se debe a que
ingerir una cierta cantidad sin ningún tipo de precauciones puede generar alucinaciones.
Cuando a finales del
siglo XIX la absenta tuvo su apogeo en París era considerada “la reina de los
bulevares” de la ciudad. Los artistas frecuentaban los cafés de París para
escapar del frío de sus estudios y tomaban la bebida, en torno a la cual se
creo todo un “aura” social. Además, era barata, era un alcohol industrial y era
fácil de comprar. Fue la bebida de los pobres y, por tanto, de los artistas a
los que les escaseaba el dinero.
Tradicionalmente la
absenta se servía en una copa de cristal junto con un cuchara, con perforaciones en la base, donde se depositaba un terrón de azúcar que se
sostenía en el borde de la copa y una jarra de agua fría para rebajar la mezcla
de absenta. La mezcla, adquiría un color similar al de la leche. El contenido
debía beberse poco a poco.