Unamuno
habrá de ser uno de los intelectuales más creativos de su tiempo, pero también
uno de los más combativos y contradictorios políticamente.
Sus ideas política a favor de la
república y en contra de la monarquía le valió la expulsión del rectorado de
Salamanca, ser encarcelado e incluso el exiliado varias veces. Sin embargo,
también incurrió en contradicciones tan llamativas como apoyar a los sublevados
de la Guerra Civil, aunque luego después se desdijo.
Socialista, republicano y
antimonárquico
Miguel de Unamuno (Bilbao
1864-Salamanca 1936) estuvo siempre comprometido con el socialismo, la
república (incluso simpatizó con el anarquismo) y en contra de la monarquía.
Pero su singular adscripción
ideológica le lleva a admitir, en una de sus cartas, que pudo ser identificado
con todas o cada una de tales etiquetas, al aceptar que nunca supo “buscar la
diagonal” a todas ellas.
Sus ideas políticas le valdrían la expulsión del
rectorado de Salamanca en 1914, la encarcelación en las Islas Canarias (por
criticar la dictadura de Primo de Rivera),
exilio en Francia, donde permaneció hasta 1930 (regresando a la Universidad de
Salamanca como rector en 1934) y hasta incluso reclusión en su casa por
divergencias con el régimen de Franco..
También se mostró partidario de la europeización de España,
aunque posteriormente adoptó una postura más nacionalista.
El 11 de octubre de 1894 ingresa en la Agrupación Socialista de Bilbao y
colabora en el semanario Lucha
de clases de esta ciudad,
pero abandona el partido en 1897.
Fue
vehemente contra quienes "odian a Castilla" y ensalzaban el
nacionalismo periférico.
El
21 de juniode 1883 finaliza sus estudios de
Filosofía y Letras en Madrid. Se
doctora con una tesis sobre la
lengua vasca:
Crítica del problema sobre el
origen y prehistoria de la raza vasca, donde manifiesta su oposición a las
tendencias nacionalistas vascas y anticipa su idea sobre el origen de los
vascos, idea contraria a la que en los años venideros irá gestando el
nacionalismo vasco, recién fundado por los
hermanos Arana Goiri, que propugnará una
raza vasca
no contaminada por otras razas.
Sabino
Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, polemizará con Unamuno en este
sentido tachándole de vasco «españolista» debido a que el Unamuno, que ya había
escrito algunas obras en euskera, consideraba que ese idioma estaba próximo a
desaparecer y que el bilingüismo no era posible. «El vascuence y el castellano
son incompatibles dígase lo que se quiera, y si caben individuos no caben
pueblos bilingües. Es éste de la bilingüidad un estado transitorio».
Salamanca, represalias políticas y contradicciones
Desde
los inicios de su estancia en Salamanca (1891, año en que obtiene la cátedra de
Lengua y Literatura griega en ese Universidad) va a participar activamente en la vida cultural y
política no solamente de esa ciudad, sino también de España.
En
1914 el ministro de Instrucción Pública lo
destituye del rectorado por razones políticas, convirtiéndose Unamuno en mártir
de la oposición liberal.
En
1920 es elegido por sus compañeros decano
de la Facultad de Filosofía y Letras. Es condenado a dieciséis años de prisión
por
injurias al
rey, pero la sentencia no llegó a cumplirse.
En
1921 es nombrado vicerrector. Sus constantes
ataques al rey y al dictador Primo de Rivera
hacen
que éste lo destituya nuevamente y lo destierre a
Fuerteventura en febrero de
1924. El 9 de julio es indultado, pero se destierra
voluntariamente a
Francia.
Se quedará hasta 1930, año en el que cae el régimen de
Primo de Rivera. A su vuelta a Salamanca (donde fue recibido en olor de
multitudes) la
República le repone en el cargo de Rector de la
Universidad salmantina (este cargo lo ostentó tres veces, la primera en 1900
con 36 años y la última en 1931
hasta su destitución, el 22 de octubre de 1936, por
orden de Franco).
.Miguel
de Unamuno se presenta candidato a concejal por la conjunción
republicano-socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido.
Como tal fue elegido diputado a Cortes (de 1931 a 1933) por la circunscripción
de Salamanca.
Sin
embargo, Unamuno que en
1931 había dicho que él
había contribuido más que ningún otro español —con su pluma, con su oposición
al rey y al dictador, con su exilio...— al advenimiento de la República,
empieza a desencantarse (critica abiertamente la reforma agraria, la pol´ticia
religiosa, a la clase política, al gobierno y a Azaña) de tal modo que en 1933
decide no presentarse a la reelección.
Al año
siguiente se jubila de su actividad docente y es nombrado Rector vitalicio, a
título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que crea una cátedra con su
nombre. En
1935 es nombrado ciudadano de honor de la
República.
Al
iniciarse la Guerra Civil, apoyó inicialmente a los
rebeldes. Unamuno quiso ver en los militares alzados a los únicos que podían en
aquel momento encauzar un país a la deriva.
Cuando
el
19 de julio la práctica totalidad del consistorio
salmantino es destituida por las nuevas autoridades, y sustituida por personas
adeptas, Unamuno acepta el acta de concejal que le ofrece el nuevo alcalde
franquista. No sólo eso, en el verano de
1936 hace un llamamiento a los
intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que
representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana,
lo que causa tristeza y horror tanto dentro, en sus antiguos correligionarios,
como fuera de España.
Pero
pronto también se desengañará de la sublevación, sobre todo a tenor de la
represión ejercida por estos, os encarcelamientos de sus amigos y conocidos así
como de las y los fusilamientos. A principios de octubre de 1936 Unamuno
incluso llega a visitar a Franco
para suplicar clemencia para sus amigos presos. Fue en vano.
“Vencereis, pero no
convencereis”
Unamuno
se habría de arrepentir públicamente de su apoyo a la sublevación. Fue
protagonista de un hecho que habría de quedar para los anales de la historia.
El 12 de octubre de 1936, durante el acto de
apertura del curso académico, que presidía Unamuno como rector, se preparó el
escenario para un acto «religioso, patriótico y una demostración solemne de la
España nacional», como apuntarán los especialistas del tema.
Intervendrán
primero cuatro oradores (
el historiador José
María Ramos Loscertales, , el dominico Vicente Beltrán Heredia y Ruiz de
Alegría,
Vicente Beltrán de
Heredia y Ruiz de Alegría, después el catedrático de la Universidad
Francisco Maldoado de Guevara y finalmente el escritor José María Pemán).
Al
concluir los discursos, el general José Millán-Astray (fundador de la Legión
Española), junto a un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la
Falange, al grito de “España una, grande y libre”, hacen el saludo fascista,
brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared.
Según
versiones posteriores, (ya que no hay ningún registro ni se conoce el contenido de la intervención de Unamuno ni
el momento exacto en que se produjo) parece que un indignado Unamuno, que había
estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un
apasionado discurso reprochando a los anteriores oradores su actitud de
represalia a los vencidos de la guerra.
En este
punto, el general
José Millán-Astray, que profesaba una conocida
animadversión por Unamuno, parece que exclamó irritado «¡Muera la
intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!», a lo que Unamuno, sin
amedrentarse, se dice que le reprocha con lo siguiente: «Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero
no convenceréis, porque para convencer hay que persuadir. Y para persuadir
necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha.».
A
continuación, el público asistente encolerizado lanzó todo tipo de insultos a
Unamuno, que ese mismo día fue expulsado, de forma secreta, de la corporación
municipal (en 2011 se le restituyó póstumamente). El 22 de octubre de 1936,
Franco firma el decreto de destitución de Unamuno como rector.
Los últimos días de su vida (de
octubre a diciembre de 1936) los pasó Unamuno bajo arresto domiciliario en su casa de Salamanca, dicen que en un estado de
resignada desolación, desesperación y soledad por lo que estaba sucediendo en
España. Murió repentinamente en su casa la tarde del 31 de diciembre de 1936.