El gran número de obras que pintó, más de un millar, el gran
formato de muchos de sus cuadros y su brillantez compositiva hacen de
Tintoretto, probablemente, el último gran pintor del Renacimiento italiano.
Jacopo Comin fue más conocido por
sus apodos “Robusti” y “Tintoretto”, pero también por “Il furioso”, por su
energía y tesón a la hora de pintar.
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Susana y los viejos
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Un gran maestro, un gran
discípulo
Tintoretto (1518-1594) fue el hijo mayor (tuvo de 21
hermanos) de un tintorero, de ahí su apodo, “el pequeño tintorero” o “hijo del
tintorero”, proveniente de la localidad de Brescia que se percató pronto de la
inclinación de su hijo hacia la pintura y decidió llevarle al taller de Tiziano
para que aprendiera el oficio de pintor, hacia 1533.
Se dice que Tintoretto aprendió de
Tiziano (que en ese momento contaba ya con 56 años) el arte del color y de las
sombras, pero que las relaciones entre maestro y discípulo siempre fueron
distantes a lo largo de su vida.
La leyenda dice que no tardó Tintoretto
más que diez días en marcharse del taller de Tiziano para seguir aprendiendo
por cuenta propia, y que
abrió un taller en el que se ofrecía con el
eslogan: "El dibujo de Miguel
Ángel y el color de
Tiziano". Al parecer, el gran maestro
recelaba constantemente de los dibujos de su aprendiz.
A Tintoretto y Tiziano se les
considera los dos genios de la Escuela veneciana del Renacimiento italiano.
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El paraíso |
Celo laborioso
En 1539 Tintoretto ya se establece como maestro y su pasión
por pintar es tal que pinta casi gratuitamente, cobrando sólo el material y
algo para mantenerse. Esta actitud, logicamente, atrae a una importante
clientela, pero enfurece al gran Tiziano.
Trabajó siempre con ahínco, coleccionando
moldes, bajorrelieves, etc. para practicar con su ayuda.
Su dramático uso de la perspectiva
y los especiales efectos de luz hacen de él un precursor del arte
barroco.
Debido a su celo profesional,
vivía casi retirado del mundo en su taller, donde rara vez admitía a nadie, ni
siquiera a amigos íntimos, y mantenía sus técnicas de trabajo en secreto,
excepto para sus asistentes.
De sus
ocho hijos, fueron pintores destacados Marietta (hija de otra mujer,
probablemente alemana, que no fue su esposa) y
Domenico, que lo ayudaron en su taller, junto a
otros tantos discípulos, debido al ingente números de encargos que recibía.
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El lavatorio |
Al
parecer, también que ejecutaba sus obras con inusitada rapidez (por eso
aceptaba muchos encargos), de ahí que en su producción se cuenten más de 300
obras Se decía que había acabado en dos meses dos pinturas históricas cada una
conteniendo veinte figuras, de las cuales siete eran retratos.
Tintoretto
rara vez viajó fuera de Venecia. Amaba todas las artes, tocaba el laúd y varios
instrumentos, algunos de ellos de su propia invención, y diseñó vestuario teatral
y propiedades, estaba versado en instrumentos mecánicos.
Una
prolífica producción de obras
Su
estilo inicialmente siguió a Tiziano, pero a partir de 1540 evolucionó hacia el manierismo. Pero en el dibujo admirará profundamente a Miguel Ángel de quien
copiará las
anatomías y las posturas difíciles.
Sentía pasión por los efectos de
la luz. De hecho, hacía figuras de cera de sus modelos y experimentaba con
ellas colocándolas en distintos ángulos para ver el efecto de la luz antes de
pintarlos.
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Danae |
Tintoretto intenta transmitir en
sus obras, sobre todo, emociones. Pinta con pasión, y en su plenitud se
caracteriza por su audacia, el dinamismo de su composición, el uso dramático de
la luz, y sus enfáticas perspectivas, lo cual lleva a considerar sus obras,
según los expertos, como precursoras del barroco.
Cultivó
tanto el lienzo como el fresco. Los temas tratados fueron sobre todo
religiosos, tanto bíblicos como evangélicos. Pero también realizó numerosos
retratos de magistrados, funcionarios y hombres de letras de gran agudeza
psicológica
Sus obras
El Palacio Ducal y las grandes Escuelas de Venecia son sus principales clientes. Sus trabajos más famosos son una serie de pinturas sobre la
vida de
Jesús y la
Virgen María en la Escuela Grande de San Roque de Venecia, donde se
considera se
puede apreciar al mejor Tintoretto.
Las dos
pinturas murales más tempranas conocidas de Tintoretto, hechas, como otras,
prácticamente sin retribución, fueron El
festín de Belshazzar y una Lucha de caballería, ambas
desaparecidas como otros tantos frescos suyos.
Una de
las primeras obras de Tintoretto, que aún se conservan, está en la iglesia del
Carmen en Venecia, la Presentación
de Jesús en el Templo.
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La última cena |
Se le
atribuyen escenas mitológicas para los artesonados del techo del palacio
veneciano de los Pisani, datados en 1541 (
Galería Estense,
Módena).
Realiza retratos de nobles y burgueses venecianos como el
Retrato de un gentilhombre
veneciano (h. 1545, Museo del
Louvre).
Entre
1548 y 1563 pintó varios lienzos de gran
tamaño con escenas de la vida de san Marcos. Son representaciones
caracterizadas por una acción vehemente, desconocida hasta entonces en la
pintura veneciana, con violento escorzos (cuerpos en posición oblicua). La
pintura de las paredes y techos de la Escuela de San Marcos supuso una enorme
labor y marca el desarrollo personal del pintor. Este edificio puede
considerarse, hoy en día, un santuario alzado por Tintoretto a su propio genio.
Entre
1578 y 1580 marchó a Mantua, para trabajar al servicio del duque
Guillermo Gonzaga.
Las dos
grandes obras que culminan la carrera de Tintoretto fueron
El Paraíso y
La última cena.
El paraíso ocupa la pared este de la Sala del
Consejo Mayor en el
Palacio Ducal. Fue considerado el mayor cuadro
del mundo sobre lienzo, con sus 22,6 x 9,1 metros.
Después
de esta obra, Tintoretto realizó sus últimos cuadros para la iglesia y
monasterio de San Giorio Maggiore, en una pequeña isla: La última cena (1592-94), Recogida del maná (1594) y La deposición (1592-94). Las dos primeras se
encuentran en los muros del presbiterio, y la última en la capilla de los
muertos. En su Última Cena el
tono es resueltamente barroco.