Es la pintora más destacada del barroco portugués, y uno de los pocos casos de
mujeres que ejercieron profesionalmente a finales del siglo XVII en toda la historia del arte universal.
Durante
casi cuatro décadas, Josefa de Óbidos fue la creadora de algunas de las imágenes más
reconocibles del arte portugués.
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Calvario |
Entre España y Portugal
Josefa de Ayala Figueira, más
conocida como Josefa de Óbidos (1634-1684,) nació en Sevilla al haberse
trasladado a esta ciudad su padre (Baltasar Gómes Figueira), pintor portugués
de la localidad de Óbidos, para mejorar su técnica de pintura (en ese momento
España y Portugal estaban aunadas).
Allí, Baltasar Gomes se casó con Catalina
de Ayala y tuvieron siete hijos, uno de los cuales fue Josefa.
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Cordero pascual |
El padre de Josefa terminaría
ingresando en el taller del pintor Francisco Herrera el Viejo, que
posteriormente fue padrino de la niña, y quien más tarde, cuando sus padres
volvieron a Portugal (a raíz de la restauración de la independencia Portuguesa
de España), se haría cargo de ella durante seis años. De esta forma, Josefa
habría de tener la oportunidad de entrar en contacto con el mundo del arte.
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Santa Teresa de Jesús |
Josefa pronto dio muestras de
dotes para la pintura, un arte que iría desarrollando a lo largo de su vida de
forma autodidacta.
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Niño Jesús peregrino |
Los inicios y la fama
A los catorce años se instala en Coimbra
junto a sus padres, y dos años después va a ingresar en el Convento da Graça de
la ciudad, al parecer para profesar los votos, donde su padre había pintado el
retablo mayor de la iglesia.
Tres años después va a recibir un
importante encargo, al cual le deberá su fama inicial: realizar algunos
grabados para una edición del Libro de Reglas de la Universidad de
Coimbra, que estaba siendo decorado por su padre (su principal influencia en
esos momentos).
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Virgen amamantando al Niño |
Por causas que se desconocen,
Josefa abandona el convento con diecinueve años, y regresa con su familia a
Óbidos. La joven decide entonces dedicarse a la pintura, algo completamente
inusual para una mujer de su época.
La llegada de la fama
Josefa no tardará en recibir
numerosos encargos de conventos e iglesias (Monasterio de Alcobaça, Monasterio
de los Jerónimos de Lisboa...) así como naturalezas muertas y retratos para
clientes privados.
A pesar de estar situada en una
pequeña ciudad, Josefa fue una mujer emancipada y culta que logró dedicarse a
la pintura en una sociedad que no veía con buenos ojos que las mujeres se
dedicaran a ello de manera tan explícita.
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Naturaleza muerta |
Durante casi cuatro décadas Josefa
se consagró a la pintura y estuvo activa, recibiendo el reconocimiento de sus
homónimos masculinos de su tiempo. Hoy es uno de los pintores mejor
considerados del siglo XVII en Portugal.
Josefa murió en Óbidos y fue
enterrado en la iglesia de San Pedro de su ciudad.
Pintora de la dulzura
La fama
que Josefa cosechó en vida la sobrevivió una vez desaparecida, gracias a lo
cual se ha conservado un numeroso grupo de sus obras hasta nuestros días.
Entre su producción cabe destacar sus cuadros de flores
y las naturalezas muertas que forman la serie llamada «de los Meses», pero
también muchos de temática religiosa donde refleja la espiritualidad del siglo XVII.
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Retrato de Faustino das Neves |
En sus obras sacras las figuras de
las divinidades van a estar rodeados de un aura de dulzura, alejadas, a
propósito, del mundo real, característica personal que impregnará Josefa en su pintura como un atributo
divino, cuyos personajes tendrán la cara ovalada, enormes ojos y boca pequeña,
casi como una caricatura (algo que la distinguirá del barroco español, mucho
más realista).
No obstante, tanto estilística como temáticamente, su obra
denota una fuerte influencia de Zurbarán, aunque, dicen los expertos, matizada
por una sensibilidad acusadamente femenina y un personal estilo ingenuo.
El realismo lo reservará Josefa
para las cosas materiales, los accesorios, las prendas de vestir y las telas,
etc así como el gusto por el detalle y el tratamiento de la luz, que también
tomará del maestro español. Josefa tampoco será una
pintora de composición, sino de figura individual, como Zurbarán.
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María Magdalena |
Josefa y su padre serán, además,
los únicos pintores portugueses que realizarán en esta época cuadros de
bodegones, lienzos que realizaban para una clientela civil y que tenían mucho
éxito.
A la muerte de su padre, en los
años setenta, Josefa abrirá su propio taller y se desenvolverá como una pintora
emancipada.
Será en su madurez una prolífica
pintora de retablos para las órdenes religiosas de
Portugal, entre otros, Misericordia sobre la crucifixión (Iglesia de Peniche), Cristo en el jardín y Cristo Atado la columna; en 1672-73 el
retablo sobre la vida de Santa Teresa de Ávila (Convento de las carmelitas de
Cascáis), Santa Catalina (Santa María de Óbidos), etc.
Su retrato
más conocido es Faustino das Neves (1670), hoy en el Museo Municipal de Óbidos.
La mayoría de sus naturalezas muertas se hallan en el Museo Nacional de Arte
Antiguo de Lisboa, pero son varios los museos (Museo del Prado, Bellas Artes de
Sevilla, Monasterio de El Escorial) y colecciones privadas, tanto portuguesas
como extranjeras, que conservan alguna de sus obras.
En los
últimos años, las obras de Josefa de Óbidos se han revalorizado
considerablemente.
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