Mariana de Neoburgo fue la segunda
esposa de Carlos II, y ella sería la última reina de la Casa de Austria en
España.
Aunque el asunto nunca llegó a trascender, se asegura que en su exilio de Bayona se casó en secreto con un miembro de su séquito y que tuvo descendencia.
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Mariana de Neoburgo |
Un
carácter dominante
Maria
Luisa de Parma, primera esposa de Carlos II, murió en febrero de 1689 sin
descendencia. El rey quedó destrozado, pero el tiempo apremiaba y había que
buscar una nueva cónyuge al monarca.
De las
varias candidatas que había se escogió a María Ana del Palatinado-Neoburgo
(1667-1740), hija de Felipe Guillermo,
duque de Baviera-Neoburgo, y prima del monarca español. Además, la hermana
mayor de Mariana,
Leonor, estaba casada con el emperador
Leopoldo I, con lo que los lazos con la rama austríaca
de los
Habsburgo se verían reforzados.
Aunque
su elección, tuvo mucho que ver con que provenía de una familia prolífica, de
hecho, su madre había dado a luz a veinticuatro hijos, lo que parecía
garantizar la fertilidad.
La boda por poderes se celebró el
28 de agosto de
1689 en Ingolstadt,
Alemania,
con la presencia del mismo emperador
Leopoldo I y
su esposa, entre otros ilustres invitados.
Sin
embargo, Mariana no llegó a
España hasta la primavera del siguiente año.
La boda en persona con el rey
Carlos se
llevó a cabo el
14 de mayo de
1690 en la iglesia del Convento de San
Diego (Valladolid).
Pero muy pronto Mariana chocó con
la reina madre, Mariana de Austria (para hacerse valer frente a esta y dominar
la voluntad de Carlos II, al que amedrentaba con su carácter dominante, simuló
hasta doce embarazos terminados en aborto), la corte y el pueblo, que la
tachaba de “alemana, pelirroja y antipática” y que incluso le hizo una coplilla
que decía: “No
conocen que es la reina, mundo, demonio y mujer y, en fin, por decirlo todo,
que lo demás no lo sé, es ser la reina de carne, es ser el rey de papel”. Su biógrafos coinciden en que se caracterizó por ser
vanidosa, autoritaria, egoísta y altanera y nunca fue popular entre sus
súbditos debido a que era sabido que la reina llegó a robar dinero de las arcas españolas para
enriquecer a su familia en
Alemania.
También se alude a que adquirió tal ascendiente sobre el rey que
bien podía decirse que era ella la que reinaba y gobernaba en España. Era ella
la que otorgaba los cargos y las dignidades a quien se ponía a su servicio y
quitaba a quienes se oponían a su voluntad. Infundía temor por sus rabietas.
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Mariana de Neoburgo |
Maniobras políticas
Cuando
en mayo de 1696 falleció la madre de Carlos II, Mariana de Neoburgo aprovechó
para influir en la política española en su favor y el de su familia.
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Cada vez se veía más lejana la sucesión, y la salud del rey
empeoraba. El monarca empezó a padecer desarreglos gástricos, temblores convulsivos, pérdidas de
sentido y otros achaques a los que los médicos no lograban poner término.
Ante
esta situación empezaron a prodigarse las maniobras políticas a propósito de la
sucesión al trono, y en medio, se planteó la cuestión de los hechizos del rey.
Se difundió la idea de que la decaída salud de Carlos II se debía a una
actuación diabólica, hasta el punto de que ello se trató en el Consejo de la
Inquisición, que sobreseyó el asunto por falta de pruebas. Sin embargo, a pesar
de las oposiciones, el rey fue exorcizado y hechizado en varias ocasiones. Los
historiadores aseguran que Mariana también estuvo involucrada en el extraño
asunto de los exorcismos de su marido.
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Carlos II |
Finalmente,
Carlos II fallecía el primero de noviembre de 1700. Ni exorcistas ni médicos
lograron prolongar su vida ni que concibiera un heredero. Con su muerte,
estalló la Guerra de Sucesión por el trono español.
La cuestión sucesoria
Ya
incluso antes de la muerte de Carlos II, en la corte corrieron rumores diciendo
que Mariana, con tal de asegurar su posición elevada, planeaba casarse con el
delfín de Francia en cuanto su esposo falleciera.
Al no
lograr tener descendencia, conspiró para influir sobre la decisión del sucesor
al trono. En las disputas por la sucesión de la corona española, Mariana
siempre apoyó las pretensiones de su sobrino, el archiduque
Carlos de Austria, hijo de
su hermana mayor,
Leonor de Neoburgo, y del emperador
Leopoldo I.
Aunque Mariana de Neoburgo siempre
se quejó de su situación económica a su familia (por ejemplo, en
1696 se vio obligada a empeñar sus mejores joyas para contribuir
a sufragar algunos gastos que su marido no podía cubrir en ese entonces), en el testamento de
Carlos II quedó
estipulado que, durante su viudez, se le asignaría a la reina una pensión de
cien mil doblones al año, así como el señorío de por vida de la ciudad española
donde ella quisiese fijar su residencia. También dispuso que fuera tratada por
sus sucesores con el respeto de reina viuda de España.
Sin embargo, cuando por fin Felipe de Anjou (luego Felipe V) se hizo con el trono
español, este indicó su deseo de que la reina abandonase la corte, dada la
oposición a su candidatura,. Esta tuvo que trasladar su residencia a Toledo, aunque
regresó a la corte para asistir a la boda de su sobrina Isabel de Farnesio,
precisamente, con Felipe V (esta fue su segunda esposa).
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Felipe V |
¿Boda
en secreto e hijos?
Mariana
de Neoburgo se instaló en esta localidad hacia septiembre de 1706, y allí vivió
32 años olvidada por todos. Aunque su situación económica no fue holgada, tuvo
un séquito a su servicio de casi 200 empleados; lo cual llevaba aparejado un
consumo de bienes de todo tipo (desde alimentación hasta artículos de lujo) que
favorecieron a muchos comerciantes locales. Mariana contó además con los
servicios del retratista Robert Gabriel Gence.
Los
expertos aseguran que Mariana de Neoburgo, en su destierro en Bayona, contrajo
matrimonio secreto con un miembro de su séquito, Jean de Larrétéguy, y que
juntos tuvieron descendencia, por lo que quedó demostrado que ella era fértil,
aunque el asunto quedó silenciado.