El
artista holandés es considerado uno de los mejores grabadores de la
historia del arte al alcanzar una perfección en su técnica similar
a la de sus pinturas.
Se
conservan unos 18.000 grabados a
partir de las 315 planchas de cobre que Rembrandt realizó entre 1625 y
1665.
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La estampa de los cien florines |
Experto grabador
Rembrandt(1606-1669)
realizó grabados durante buena
parte de su carrera hasta el momento en que dificultades económicas le hicieron
vender su taller de estampación. Durante este tiempo, sólo en 1649 no realizó
ninguna obra.
Para
Rembrandt, el grabado no era un mero producto derivado de sus pinturas, sino un
género dotado de un valor propio en si mismo. Con ello, seguía los pasos de sus
más célebres predecesores, como Lucas van Leyden o Alberto Durero, lo cual le
reportó una considerable fama ya en su momento.
Con el
paso de los años, Rembrandt fue adquiriendo una creciente maestría en las
técnicas del grabado, utilizando con mayor frecuencia la punta seca y el buril,
y trabajando directamente sobre la plancha de cobre.
Rambrandt se implicó con todo el proceso de estampación en lugar de delegar en terceras
personas de su taller la ejecución material de sus diseños previos (se cree que
debió haber estampado personalmente al menos los primeros estados de cada
plancha), lo que explica la altísima calidad de sus obras.
Al
principio utilizaba un estilo basado en el dibujo, pero pronto comenzó a
desarrollar una estética más próxima a la de su pintura, combinando masas de
líneas y mordidas de ácido sucesivas para alcanzar distintos niveles de
profundidad.
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Las tres cruces |
A raíz
de su obra
La estampa de los cien florines surgiría su estilo final de
grabado.
Estilísticamente
hablando, en esta obra (que conoció sucesivas revisiones a lo largo de los
años) Rembrandt invirtió todo su genio al combinar diferentes procedimientos en
una misma pieza.
En sus
obras más maduras de la década de 1650, Rembrandt parece mostrarse más
receptivo a la improvisación sobre la plancha y se han conservado grandes
series de estampaciones que en ocasiones llegan a 11 estados radicalmente
distintos.
Experimentó igualmente con efectos de impresión sobre diferentes papeles, principalmente
vitela, y recurrió al entrapado
como medio de obtener un "tono superficial". También recurrió a las técnicas
mixtas cuando, con ello, creía poder alcanzar un determinado registro estético
que le interesaba, como por ejemplo al combinar el aguafuerte con la punta seca
para conseguir unas líneas más definidas y precisas. Su grado de autoexigencia
era tal, y su afán de búsqueda tan intenso, que no es extraño que realizase
varias impresiones corregidas de una misma plancha, volviendo sobre ella tiempo
después e incluso realizando enmiendas a mano alzada sobre la misma.
Con la
técnica de la punta seca realizó numerosos paisajes en los que aprovecha las
posibilidades estéticas que la línea realizada con esta técnica ofrece en las
primeras estampaciones.
Una de
las técnicas recurrentes de Rembrandt es lo que se ha venido en llamar el
"congelado", asi el artista plasmaría en sus obras el momento de
máxima intensidad narrativa, expresiva y emotiva de la escena abordada.
Uno de
los puntos fuertes del Rembrandt grabador es su capacidad para jugar con los
claroscuros, recreando una gran variedad de tonos medios entre el blanco y el
negro.
Temas
similares a sus pinturas
Rembrandt
evoluciona también en su estilo de grabado a lo largo del tiempo. En un
principio, en las décadas de 1620 a 1630, su obra se acerca más al barroco
para desembocar en obras más concisas
en sus últimos años. Asimismo, poco a poco fue trabajando en obras cada vez de
menor tamaño, más íntimas y emotivas, aunque en alguna ocasión retomó a las
obras de gran formato.
Rembrandt realiza para grabados temas similares a los de su pintura, aunque mostraba
cierta predilección por los autorretratos (se conserva una suma total de 27
grabados) y los retratos oficiales escasean.
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Retrato de Abraham Francken |
Se le
atribuyen 46 paisajes, generalmente de pequeño formato, que se convirtieron en
la definición del tratamiento gráfico del tema hasta bien entrado el siglo XIX.
Un
tercio de sus grabados tratan temas religiosos (destacando las escenas inspiradas en las grandes figuras
del Antiguo Testamento; el nacimiento y
la infancia, la pasión, muerte y resurección de Jesús), pero destacan también algunas
imágenes eróticas que, según los expertos, rozan la obscenidad, pero que no
tienen equivalente en su producción pictórica.
El
pintor holandés poseyó una magnífica colección de estampas de otros artistas grabadores
como Mantegna Hercules Pieterszoon
Seghers, y Giovanni
Benedetto Castiglione, así como de José de Ribera, quienes pudieron ejercer
cierta influencia sobre su obra gráfica.
Se
conservan unos 18.000 grabados de Rembrandt, a partir de las 315 planchas de
cobre que el artistas realizó entre 1625 y 1665, pero parece ser, según los
últimos estudios realizados, que no todos fueron impresos en vida del maestro
holandés.
Estos estudios parecen demostrar que al menos la mitad de estas obras impresas no
habrían sido realizadas por Rembrandt, sino
que se estamparon muchos años después de la muerte de éste. Se ha podido descubrir la existencia de ciertas
diferencias entre los miles de grabados conservados,
permitiendo distinguir entre los ejemplares impresos por el artista o su
taller, y aquellos estampados por los propietarios de las planchas de cobre
tras su muerte.
Entre
estas diferencias, al parecer, se encuentra el uso de una herramienta concreta
—una especie de punzón empleado para dar aspereza a la superficie de las
planchas— que todavía no se había inventado mientras vivía
Rembrandt, por lo que los grabados con "marcas" de su
utilización indicarían una fecha de creación tardía.
Además,
los expertos también han podido determinar que los
originales del artista poseen una calidad superior, pues además
de mostrar efectos que no se encuentran en las impresiones tardías, en ellos se
utilizó un papel de distinto tipo, a menudo de origen japonés.
Debido a
la gran cantidad de deudas que acumuló al final de su vida, Rembrandt se vio
obligado en determinado momento a deshacerse de sus grabados, entre los que se
cuentan algunos tan famosos como
La estampa de los cien florines (1647-649),
Retrato de
Abraham Francke, o
Las tres cruces (1653).
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