La reina Urraca de Castilla y León es una de las figuras más fascinantes y enigmáticas de la historia medieval española. Nació en 1081, hija del rey Alfonso VI de León y Castilla y de su segunda esposa, Constanza de Borgoña. Urraca fue la primera mujer en reinar de forma autónoma en Castilla y León, ocupando el trono entre 1109 y 1126. Su vida estuvo marcada por las complejidades políticas, las luchas internas y las tensiones familiares, y su reinado no fue fácil. Sin embargo, su figura ha despertado tanto interés por su capacidad para manejar el poder en una época dominada por hombres, como por las controversias y conflictos que rodearon su mandato. Urraca Infancia y matrimonio con Raimundo de Borgoña Urraca fue la primogénita del rey Alfonso VI, lo que le daba una posición destacada desde su nacimiento, aunque en un principio no estaba destinada a reinar. La unión de sus padres, Alfonso VI y Constanza de Borgoña, consolidó la relación entre los reinos hispánicos y los territorios fr
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EL LARGO VIAJE DE LOS TESOROS DEL PRADO DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
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Con el fin de poner a salvo el Patrimonio Artístico Español se pusieron en marcha durante la Guerra Civil una serie de iniciativas que finalmente llevarían al traslado del Tesoro
Artístico durante unos meses a Suiza.
El modo de llevar a cabo el proyecto de salvaguarda del Patrimonio Artístico dio lugar a importantes controversias, así como a la dispersión y destrucción de una parte
de esos bienes artísticos, pero en cualquier caso, la encomiable labor de aquellos hombres y mujeres, anónimos en muchos casos, que contribuyeron a salvarlo, nunca fue reconocida.
Operación "salvar el Patrimonio"
La gestión del Patrimonio Histórico-Artístico Nacional
también constituyó una preocupación para la élite política y actualizó mediante
la ley de 13 de Mayo de 1933 todo lo referente a su custodia, conservación,
compra-venta y exportación del conjunto patrimonial español. Sin embargo, el
levantamiento militar del 18 de julio al transformarse en guerra civil frenó
estos progresos. Cuando se produjo el golpe de estado, sólo hacía unos meses que
había entrado en vigor y, por tanto, sus principios apenas habían sido puestos
en práctica.
La guerra, en fin, facilitó la dispersión, y en muchos casos
la pérdida, del Patrimonio Artístico Español ya que favoreció el aumento del
robo, la venta ilegal de obras de arte (era una forma de obtener recursos
económicos), su expatriación por parte de los exiliados republicanos el
deterioro ocasionado por los bombardeos, la incautación incontrolada de los
bienes de los simpatizantes con los sublevados a manos de las milicias obreras,
los ataques perpetrados contra el conjunto patrimonial eclesiástico durante los
primeros meses de la guerra y la salida de un alto porcentaje de obras entre
1936 y 1939 dentro de la retaguardia republicana.
Para frenar la devastación del Patrimonio Artístico de los
primeros meses de guerra el 23 de julio de 1936 nace, por iniciativa de la
Alianza de Intelectuales Antifascistas, la Junta de Incautación y Protección
del Tesoro Artístico.
Una vez "estabilizada" la situación, el Ministerio
de Instrucción Pública (MIP) crea el 5 de abril de 1937 la Junta Central del
Tesoro Artístico (con sus Juntas Delegadas Provinciales y sus Subjuntas
Locales), cuya misión es organizar todo lo concerniente a la salvaguarda del
Patrimonio Artístico Nacional con todo un sistema de funcionarios, técnicos y
voluntarios encargados de gestionar la recogida, catalogación, restauración y
protección de todas aquellas obras de arte que corrieran peligro de ser
destruidas por su cercanía al frente.
No sólo las medidas de protección sino también los métodos
desarrollados por los técnicos para conservar y restaurar las obras sirvieron
como ejemplo para los especialistas, tanto nacionales como internacionales, de
los museos y para los propietarios de colecciones privadas durante la II Guerra
Mundial ya que suponían toda una novedad con respecto a los métodos y a las
técnicas empleados tradicionalmente.
A pesar de la constatación de cierta descoordinación de
estos servicios en algunas zonas del país y de las dificultades a las que
tuvieron que enfrentarse los máximos responsables del proyecto para controlar
todas las operaciones efectuadas, dadas las circunstancias bélicas y los
enfrentamientos internos, la labor realizada por las Juntas y las iniciativas
innovadoras dieron lugar a resultados óptimos, gracias a lo cual, finalizada la
contienda, las principales obras de arte del país se encontraban en perfectas
condiciones, y permitió salvar el grueso del Patrimonio Artístico español para
las generaciones futuras.
Decisiones polémicas
No obstante, la crudeza de la guerra (la aviación sublevada
no había tenido reparos a la hora de bombardear los aledaños del Museo del
Prado o destruir el Palacio de Liria donde se encontraba la riquísima colección
propiedad del Duque de Alba) y la ineficacia de algunas acciones habían puesto
en peligro buena parte de los bienes artísticos.
Todo ello, obligó al gobierno a plantearse la necesidad
inmediata de tomar medidas excepcionales para proteger las obras. Se decidió no
sólo proteger estatuas y monumentos, sino recoger y almacenar en "lugar
seguro" las obras más representativas e, incluso, organizar un convoy para
evacuar una selección de las más importantes desde Madrid a Valencia habida
cuenta, según las autoridades republicanas, de no haberse podido encontrar unos
depósitos que ofrecieran las condiciones necesarias para asegurar al cien por
cien la conservación del conjunto.
La decisión fue desde el principio muy controvertida porque
estas razones no convencieron a los nacionales que siempre vieron en ella los
ardides del gobierno para no perder el control sobre el Patrimonio Artístico.
Sus acusaciones contra los republicanos se fundamentaban sobre la base del
valor intrínseco del conjunto como activo económico en caso de necesidad, es
decir, de una hipotética fuente de ingresos extra de la que podrían valerse si
la evolución de la guerra les perjudicaba.
Expólios y saqueos
En 1936
no existía un catálogo completo de las obras que constituían el Tesoro
Artístico Español, lo que favorecía la imposibilidad de mantener un control
estricto de los robos y las compraventas ilegales que se producían, a lo cual
contribuyó el estallido de la contienda civil.
Durante
la guerra, el mercado negro de obras de arte aumentó considerablemente debido
al descontrol administrativo reinante en buena parte del país. Aunque no
existen estudios fehacientes sobre el hecho, parece ser, según algunos
expertos, que en todo ello tuvo que existir la implicación de parte de las
propias fuerzas gubernamentales, tanto sublevadas como republicanas, para que
este tráfico ilegal prosperase y que, además, en muchos casos se tuvo que
contar con la colaboración voluntaria de parte de los encargados de los pasos
aduaneros. De otro lado, parece ser que las autoridades extranjeras no
colaboraron tan activamente para detenerlo como estaban en disposición de
hacer, entre otras cosas, por el importante volumen de divisas que movía.
Si el mercado negro fue la principal vía ilegal del exilio
del arte español así como los
traslados masivos de obras por la vía de urgencia utilizada
por los gobiernos republicanos, las exposiciones de las obras fuera de las
fronteras españolas durante la contienda fueron otra forma mediante la
cual salió y se perdió parte del
Patrimonio Artístico (París 1937, Bogotá 1938, Nueva York 1939...).
Toma de decisiones urgentes
En marzo
de 1938 (ofensiva del Ebro) las tropas de Franco empezaban a dejar claro que
podían ganar la guerra. Así, el Patrimonio Artístico que había sido evacuado a
Valencia y almacenado en las Torres de Serrano, corrían el peligro de caer en
manos del enemigo, del pueblo, de los soldados, o de ser destruido en el fragor
de una batalla si no volvía a ser evacuado antes de que fuera tarde.
Por eso,
el gobierno de Negrín se decide trasladar de nuevo las obras a Cataluña, donde
residía el ejecutivo desde mayo del 37, para almacenarlas en un lugar más
seguro y cercano a la frontera francesa. Este nuevo desplazamiento se
caracterizase por la utilización de técnicas de conservación y traslado más
improvisadas que durante la evacuación de Madrid a Valencia ya que se carecía
de medios materiales y humanos para tal fin.
Parte de
las obras no se pudieron trasladar, quedando prácticamente abandonadas a su
suerte en los depósitos valencianos. Las que consiguieron salir de Valencia
llegaron, en conjunto, en perfecto estado a Cataluña y fueron alojadas en los castillos de
Peralada, Figueras y las minas de talco de La Vajol.
A estas
alturas de la guerra, la posibilidad de perder el control sobre el grueso de
los bienes artísticos por parte del gobierno era bastante evidente dado el
avance de los nacionales, por lo que se pide ayuda al Secretario General de la
Sociedad de Naciones, Joseph A. Avenol, con el fin de gestionar la salida de
España, bajo su supervisión, de los Bienes Artísticos que se encontraban en
Cataluña. Ante la negativa a actuar de la Sociedad de Naciones, entre diciembre
de 1938 y enero de 1939 algunas de las principales autoridades museísticas
mundiales, a título personal, crean, al margen de sus respectivos gobiernos
nacionales condicionados por la política de No-intervención, una asociación
internacional para gestionar la salida de España del Tesoro Artístico Nacional
a fin de evitar daños irreparables sobre el mismo.
Dicha asociación
recibió el nombre de Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de
Arte Españoles. Pero cuando se crea el Comité Internacional tanto las
autoridades republicanas como los representantes del gobierno de Burgos se
mantiene al margen, ninguno de los bandos veía con buenos ojos la injerencia de
autoridades extranjeras en los asuntos españoles por las dificultades
que entrañaría su recuperación en el caso de que fueran enajenadas o sufriesen
algún percance.
El 22 de
enero de 1939 se desploma el frente y el ejecutivo de Negrín se ve obligado a
ordenar la evacuación inmediata del Patrimonio Artístico de Cataluña.
Sin
embargo, las negociaciones entre la representación del Comité Internacional con
los representantes del gobierno español fueron arduas y darán lugar al conocido
como Acuerdo de Figueras. La discusión se centra en las exigencias del
gobierno de la República que pedía que se establecieran como condicionessine qua non,para aprobar el traslado de las obras
a Ginebra, la garantía de que el Patrimonio Artístico español una vez saliera
de España no podría ser ni dañado ni enajenado, que se debía asegurar su
custodia en todo momento y que su devolución sería inmediatamente posterior al
restablecimiento de la paz en España "para que permanezcan como bien común
de la nación española".Finalmente
se alcanza un acuerdo la noche del 3 de febrero y rápidamente, justo después de
la firma, se inicia la operación de traslado de las obras en medio del
desconcierto reinante.
El "refugio" de Suiza
La salida de este convoy artístico no tenía precedentes, ni
por la cantidad ni por la altísima calidad del conjunto, y solamente respondía
a la dramática situación bélica.
Los
convoyes con las obras debían utilizar las mismas carreteras que los civiles en
su huida, el colapso era increíble, las carreteras nevadas estaban saturadas y
el bombardeo enemigo no se detenía. Los nacionales no estaban dispuestos a
parar su ofensiva aunque el final de la guerra se acercaba inexorablemente y, a
pesar de que los altos mandos militares conocían de antemano el proceso de
evacuación del Tesoro Artístico. La Legión Cóndor no dejó de bombardear toda la
zona.
Aunque
las obras más importantes consiguieron cruzar la frontera, una vez más, la
falta de previsión impidió evacuar todas las obras almacenadas en Cataluña.
Muchas volvieron a ser abandonadas en los depósitos, en los que, faltos de
protección, se pudieron producir todo tipo de pillajes antes de que el ejército
franquista se hiciese con su control. Los depósitos de Figueras, Peralada y La Vajolsoportaron importantes daños (bombardeos e incendios), lo que provocó
pérdidas considerables.
El
traslado hasta Francia no fue fácil, y no estuvo exento de algunos incidentes
aislados que podrían haber tenido consecuencias muy negativas, por ejemplo, uno
de los camiones fue desviado por equivocación a un campo de concentración y
otros dos fueron localizados alejándose del punto de destino con todo el
cargamento, no obstante, no hubo ni daños graves ni pérdidas importantes.
Una vez
que las obras consiguieron cruzar la frontera francesa los camiones fueron
puestos bajo la custodia de las autoridades aduaneras y un grupo de soldados
franceses hasta que la caravana llegó a Ginebra..
Durante
el éxodo de la población civil y los soldados en retirada las autoridades
aduaneras francesas localizaron un buen número de obras de arte. El caos en el
que se vivieron los últimos días de la guerra, con una marea humana atravesando
la frontera, no permitía saber qué parte de esas obras habían sido sustraídas
(de entre los bienes que habían sido abandonados por los responsables
republicanos ante la imposibilidad de evacuarlo todo a Francia) y cuales de
ellas eran de propiedad privada o provenían de otros lugares, y no de los
depósitos oficiales.
El 12 de
febrero las obras de arte salían en tren de Perpiñán hacía Ginebra, donde,
fueron recibidas por la prensa y las autoridades suizas en medio de una gran
expectación. El Secretario General de las Naciones Unidas, Joseph A. Avenol, se
negó a hacerse cargo del conjunto y sólo transigió al permitir que las obras
fueran almacenadas en los locales de la Sociedad de Naciones hasta que la
situación se solucionara.
El 9 de
septiembre del 39, tras la exitosa exposición que durante el verano se había
organizado en Ginebra con las obras cumbres de la expedición, las piezas
volvían a estar en Madrid ya que la guerra había finalizado.
Sin
embargo, las medidas para la recuperación de todas las obras de arte expoliadas
durante la contienda, que continuaron durante varios años, en la mayoría de los
casos, no tuvieron éxito.
La labor del Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, así como el de tantas personas anónimas que contribuyeron y colaboraron en poner a salvo el Patrimonio Español, nunca fue reconocida oficialmente por nadie.
El "Tesoro del Vita"
Junto a
las obras de arte evacuadas por el gobierno en el famoso convoy de Ginebra y
las abandonadas en los castillos de Figueras, Perelada, las minas de talco de
La Vajol y otras localizaciones menores, se guardaban lingotes de oro y plata,
monedas, entre las que se contaban algunas de carácter histórico, joyas y todo
tipo de objetos de gran valor procedentes en su mayoría de la Caja de
Reparaciones creada con objeto de incautar en
favor del Gobierno los bienes de los civiles que apoyasen la sublevación militar
del 18 de julio y usarlos para reparar los daños que fueran causados por la
rebelión militar. Estas riquezas son las que luego se llamarían “el tesoro del
Vita”.
Si bien es verdad que núcleo principal del Patrimonio
Artístico Español fue enviado a Ginebra gracias a las gestiones del Comité
Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles, y una
tercera parte, se calcula, fue abandonada por los responsables republicanos en
sus depósitos durante la contienda, otra pequeña porción salió de España por
orden del gobierno de Negrín en el yateVita
camino de México (la
elección del destino del barco no era casual, México era uno de los pocos
países que se posicionaron oficialmente al lado de la República).
Cuando
el final es ya cuestión de días, Negrín ordena que parte de los bienesque estaban en Francia (para engrosar
las arcas de la República en el exilio), sean cargados en el yateVitapara trasladarlos a México, pues
existía la posibilidad de que inmediatamente después de la derrota de la
República Francia reconociese al gobierno de Franco, lo que en la práctica
implicaba que éste podía reclamar legalmente los bienes que las autoridades
republicanas habían sacado del país a lo largo de la guerra.
El caso
es que el conjunto del “Vita” estaba formado por una serie de objetos y valores
de los que se desconoce la cuantía exacta (no había un inventario oficial del
conjunto), pero si se sabe que entre los objetos había piezas de indudable
valor histórico-artístico, pero no se puede establecer con exactitud cuales
eran y porqué fueron a parar allí.
Lo
cierto, es que el Patrimonio Artístico que transportaba elVitafue o bien vendido en el mercado negro
de obras de arte internacional, pues legalmente hubiera sido imposible, o bien
trabajado para una vez separados los metales preciosos de las gemas, en el caso
de objetos de orfebrería, poder vender individualmente los materiales.
El caso
es que de los “tesoros del Vita” nunca más se supo, y hoy día, el misterio
continúa.
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser solo un tema de ciencia ficción para convertirse en una realidad presente en todos los ámbitos. La IA tiene un enorme potencial en campos tan diversos como la industria y la medicina, pero también genera debates sobre su implementación. Revolución tecnológica No cabe duda que la inteligencia artificial (IA) ha supuesto toda una revolución tecnológica desde que la informática hizo su aparición. Dicen los expertos que tal es así que va a cambiarlo todo, y de hecho, ya lo está haciendo. Desde hace apenas unos pocos años, casi nada se sustrae ya a la inteligencia artificial. La podemos encontrar en multitud de facetas, en los móviles, la banca (que por ejemplo puede determinar si nos concede un crédito o no), los videojuegos, los ordenadores, la atención al clientes , en l os sistemas de reconocimiento facial ( que utilizan aeropuertos y fuerzas de seguridad ), en m icrosegmenta ción ( anuncios u ofertas personal
Margaret Keane es esencialmente una retratista al óleo cuyos personajes preferidos son mujeres, niños y animales domésticos. La característica principal de esta pintora estadounidense es que en todos sus cuadros los protagonistas aparecen con enormes y tristes ojos. Margaret Keane Historia de un vil engaño Margaret Doris Hawkins (Nashville, Tennesse, USA, 1927) siempre le gustó pintar grandes ojos en sus retratos. De pequeña era conocida en la iglesia local por sus bocetos de ángeles con grandes ojos. Se casó joven y en 1950 tuvo a su primer y única hija, Jane. El matrimonio no duró mucho. Tras su separación Margaret contraje nuevas nupcias en 1955 con un agente inmobiliario llamado Walter Keane. Su nuevo esposo vio en los cuadros de Margaret un filón y dejó su negocio para dedicarse a vender estos en forma masiva en grandes almacenes, libros de cómic y revistas. Mientras, Margaret continuó perfeccionando su técnica, pero simplemente firmaba co
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