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EL NÚMERO PI: UN VIAJE A TRAVÉS DE LA ETERNIDAD MATEMÁTICA

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 El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas.  ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d

MARIA BASHKIRTSEFF, UN TALENTO MULTIFACÉTICO

Maria Bashkirtseff es, por su talento artístico y su trágica vida, una de las figuras más románticas del siglo XIX.

Muerta prematuramente, luchó con todas sus fuerzas durante toda su vida contra todos los obstáculos que la impedían llevar adelante su vocación artística.

Autoretrato
Un talento inusual

La ucraniana, de nacionalidad rusa, María Bashkirtseff (1858-1884) fue escritora, pintora, escultora, pianista y cantante, disciplinas todas ellas que dominó con éxito.

María nace en el seno de une familia de la baja nobleza de Imperio ruso, pero va a vivir siempre en el extranjero, viajando constantemente con su familia materna, lo cual va a favorecer su conocimiento de idiomas, hablaba correctamente, además de ruso, francés, inglés, alemán, italiano y latín.

Desde niña denota una gran pasión por el conocimiento, lo que la conduce a estudiar con ahínco a los autores clásicos y contemporáneos. Pero no se detiene ahí. Dotada de un talento multifacético, se inclinó primeramente por la música y luego por las artes plásticas.

Tocaba el piano, el arpa, la guitarra y la mandolina. Obsesionada desde adolescente por alcanzar la gloria artística, proyecta una carrera de cantante. Una faringitis crónica, primer signo de la tuberculosis que la llevaría tempranamente a la muerte, desbarata esas aspiraciones. Entonces, María decide ser una pintora profesional.

El encuentro
Cuando está viviendo en París decide estudiar pintura, una elección casi escandalosa para una chica en la época en que vive, sin embargo, para realizarse, María estaba dispuesta a transgredir las reglas sociales al precio que fuera.

Se inscribe en la Académie Julian, una de las pocas en Europa que aceptaba estudiantes mujeres y donde los profesores de la Escuela de Bellas Artes les proporcionaban las mismas enseñanzas que a sus condiscípulos masculinos. Además, quienes estudiaban allí podían trabajar directamente en desnudos del natural  (se podía encontrar allí a jóvenes alumnas venidas incluso de los Estados Unidos).

María sorprenderá a sus maestros por su técnica y su temática. Opta por un mundo personal y original, ella será la pintora de la calle y de sus miserias.


Desarrolló una meteórica carrera en la pintura y dio unos primeros pasos en la escultura, a la que consideró su verdadera vocación. Sin embargo, según algunos expertos, su talento innato estaba en la escritura.

El taller de Julian
A los 15 años, María Bashkirtseff comienza a escribir su diario íntimo, redactado en francés, al que le debe mucho de su celebridad. Las diferentes ediciones del Diario publicados entre 1887 y 1980, fueron muy edulcoradas por la familia. Sin embargo, se publicó una edición fiel en 1995 por el « Cercle des amis de Marie Bashkirtseff », también en francés, terminándose de imprimir en 2005, sumando 16 volúmenes de aproximadamente 300 páginas cada una (también se está traduciendo al español).

Además de su diario, bajo el pseudónimo Pauline Orrel, ella contribuye con varios artículos a la revista La Citoyenne de Hubertine Auclert en 1881.

El paraguas
Una mujer incansable

Lo que escribe en su Diario, día tras día (censurado cuidadosamente por su familia en las primeras versiones), son todas sus emociones, impulsos, gestos y hasta sus deseos. En un momento en el que las jóvenes no podían hablar más que de su corazón, María habla también de su cuerpo. []Así, detrás de la heroína angelical y soñadora, subyace también una mujer que grita sus deseos, que no se resigna a su trágico final y que se sabe prisionera de su tiempo.

Tuvo belleza y talento, pero además fue una mujer incansable e inevitablemente feminista, aseguran sus estudiosos, en una época de sometimiento para la mujer en que no existían muchos más caminos que el matrimonio. Protestó amargamente y luchó contra todos los obstáculos para llevar adelante su vocación artística.

Su Diario, al que Simone de Beauvoir consideró «un modelo en su género» publicado en 1887 y rápidamente convertido en best seller a nivel mundial, permite seguir la trayectoria de su breve existencia consagrada a las artes, que no fue más que el prólogo a una vida creativa que no tuvo lugar y su voluntad inquebrantable ante una enfermedad que, por entonces, conducía irremisiblemente a la muerte, la tuberculosis.

Joven leyendo
Pasó la última cuarta parte de su vida sabiéndose condenada a muerte, pero no se resignó nunca. Fue, en ese sentido, durante la primera mitad del siglo XX, un paradigma universal de vida y de valor ante la muerte.

Murió de tuberculosis a los veinticinco años, cuando sus pinturas ya le concedían la celebridad. Está enterrada en el cementerio de Passy, en París.

Otoño











Su legado pictórico

A pesar de su corta existencia, María Bashkirtseff tuvo tiempo suficiente para dejar huella en el arte. Produjo una importante cantidad de cuadros realistas entre óleos, pasteles y dibujos.

Dos o tres años antes de su muerte sus pinturas y su nombre comenzaron a ser conocidos por el público, y artículos sobre sus trabajos comenzaron a aparecer tanto en Francia como en Rusia.

primavera
En 1885, la Asociación de Mujeres Pintoras y Escultoras de Francia organizó una exposición póstuma en dos salas del Palacio de la Industria, en la que se exhibieron doscientos veinticuatro de sus obras (cien pinturas, seis pasteles y ciento dieciocho dibujos). Tras ello, el Estado francés adquirió su pintura «Le meeting» para el museo de Luxemburgo. En 1886, después de una exposición de sus obras en Amnsterdam, el gobierno holandés adquirió su óleo «Portrait de Alexandrine» para el Rijksmuseum de Amsterdam.

Pese al renombre que había adquirido en Francia, el estado imperial ruso no se interesó por la obra de Marie Bashkirtseff. En 1908, tras las infructuosas tentativas de la madre de Maria para que el museo Alexandre III (hoy Museo Ruso) adquiriese sus obras, esta les termina donando un centenar de pinturas, tres escultura y más de cuarenta dibujos de la herencia artística de su hija.

En 1929, ya siendo Unión Soviética, la mayor parte de sus trabajos fueron trasladados a los museos de Ucrania. Todas ellas desaparecieron durante la evacuación de las ciudades rusas ante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra sólo quedaban en territorio soviético cerca de veinte pinturas y un pequeño número de dibujos de Marie Bashkirtseff.

Una joven
En la actualidad podemos encontrar las obras de Marie Bashkirtseff en los distintos museos de Europa: museo Ruso de San Petersburgo; museo Jules Chèret de Niza; museo del Louvre; museo d’Orsay; museo del Petit Palais; en diversos museos de Ucrania (Soumy, Kharkoy, Dnepropetrovsk) y en la galería estatal rusa Tretiakoff, además de en la biblioteca Newberry de Chicago, el museo Soutzos de Atenas, el museo de bellas artes de Argel o la galería de arte Hamilton en Notario (Canadá). Sin embargo, muchas de sus obras se conservan en colecciones particulares.

Sus cuadros más conocidos son:

Le meeting, representando a niños de los barrios pobres de París. 1884 (Museo d'Orsay, Paris).
El Atelier Julián (sus compañeras artistas durante el trabajo).
Retrato de su prima Dina (futura condesa de Toulouse-Lautrec), 1833 (Museo d'Orsay, Paris.
Retrato de mujer joven, 1884, pastel (Museo d'Orsay, Paris).
La Douleur de Nausicaa, escultura en bronce (Museo d'Orsay, Paris).

Autorretrato con paleta, 1882, (Museo de Bellas Artes de Niza)

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