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LOS ANTIGUOS PUEBLOS Y CIVILIZACIONES DEL MEDITERRÁNEO: PROTAGONISTAS DEL DESARROLLO DE LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL

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El Mediterráneo ha sido testigo del surgimiento de algunas de las civilizaciones más influyentes y fascinantes de la historia. A lo largo de milenios, las antiguas culturas que florecieron en esta región construyeron grandes ciudades, desarrollaron complejas religiones y establecieron rutas comerciales que conectaron África, Asia y Europa. El legado de estas civilizaciones sigue vivo hoy en día, y su influencia ha perdurado en la cultura, la política y la economía del mundo moderno. Civilización Egipcia: El Gran Imperio del Nilo La civilización egipcia es una de las más antiguas del mundo y su influencia en la cuenca del Mediterráneo fue inmensa. Aunque su núcleo estaba a lo largo del río Nilo, el control que los egipcios ejercieron sobre las rutas comerciales y las interacciones con otros pueblos mediterráneos los convirtió en un actor clave en la región. Los egipcios fueron pioneros en campos como la arquitectura, con sus monumentales pirámides, y en las matemáticas y astronomía. Ade...

LUIS I, EL PRIMER BORBÓN ESPAÑO:. BREVE REINADO Y MUERTE TEMPRANA

Luis I, el primer Borbón nacido en España, fue proclamado Príncipe de Asturias a los dos años de edad y proclamado rey a los 17, aunque aparece poco en los manuales de historia.

Siete meses después de subir al trono, Luis I murió de viruelas, constituyendo el reinado más corto de la historia de la monarquía española.

Luis I


El primer Borbón español

Luis I, llamado “el Bien Amado” o “el Liberal”, nació el 25 de agosto de 1707 en el palacio del Buen Retiro de Madrid, siendo hijo de Felipe V y de María Luisa Gabriela de Saboya.

La noticia de su nacimiento fue recibida con alegría, después de cuarenta y seis años, un infante de la Casa real había nacido en el país. A pesar de que su madre era tuberculosa, los primeros años de Luis transcurren sin enfermedades


El 7 de abril de 1709, fue jurado como príncipe de Asturias en las Cortes reunidas en el monasterio de San Jerónimo de Madrid.

A los siete años de edad quedó huérfano de madre. Cuando su padre contrajo nuevas nupcias con Isabel de Farnesio, el joven príncipe quedó a cargo de la rígida tutela de su madrastra, quien nunca le demostró cariño por lo que se asegura que su infancia fue triste y desgraciada, sumándose a esto los ataques depresivos de su padre.


De este modo la relación con su hermano Fernando se hace muy estrecha y de apoyo mutuo. Ambos verían como contrincantes a los hijos que su padre tendría después con Isabel de Farnesio.

Un matrimonio desgraciado

Cuando cumplió los quince años, en 1722, fue casado con Luisa Isabel de Orleans, de doce, hija de Felipe de Orleans, regente de Francia.


Felipe V


La ceremonia se celebra en Lerma (Burgos), el 20 de enero, pero no se les permitió dormir juntos hasta año y medio después de su matrimonio, debido a la juventud de los contrayentes.

Como quedaría demostrado muy poco después de la boda, la elección de Luisa Isabel no fue acertada. Era una niña con muy mal carácter, tozuda, impertinente y mal educada.

Se comportaba, además, de forma extravagante. Tan pronto se presentaba ante la Corte sucia y maloliente o negándose a utilizar ropa interior, intentando provocar al personal exponiendo sus partes vergonzantes de un modo sibilino, como que se afanaba desnuda en limpiar con su vestido cristales, baldosas, azulejos y tejidos de toda índole en palacio.
Su al parecer claro trastorno límite de la personalidad le hacía rechazar constantemente la comida, aunque a escondidas, se dice, engullía de modo compulsivo todo lo que encontraba a mano, fuera o no comestible.

Luisa Isabel se hizo acreedora de fuertes censuras por su conducta excéntrica que, además, hace que las relaciones dentro de la pareja sean escasas (incluso se dice que Luis descubre una relación amorosa de su esposa con una doncella). Como consecuencia de todo esto, Luis realizaba frecuentes salidas nocturnas por los barrios de prostitutas de Madrid.

Pero la conducta de la reina empeora día a día, tanto que Luis decide escribir a su padre, Felipe V, contándole lo que estaba pasando y le dice “No veo otro remedio que encerrarla lo más pronto posible, pues su desarreglo va en aumento”.

Isabel de Farnesio


Finalmente, la manda encerrar en Palacio, lo que provoca una reacción de Luisa Isabel recuperando la compostura y a pediendo perdón y arrepintiéndose ante su esposo. Luis le concede el perdón y retoman las relaciones conyugales. Nunca tuvieron hijos.

Un breve reinado

El 10 de enero de 1724, inesperadamente, Felipe V firmó un decreto por el que abdicaba a favor de su inexperto y poco preparado para reinar hijo Luis, que en ese momento tenía cumplidos los diecisiete años. El príncipe recibió los documentos el 15 de ese mismo mes y se publica la disposición al día siguiente.

Esta renuncia causó sorpresa, no sólo en el pueblo español, sino también en todos los países europeos, pues no hacía mucho tiempo que había acabado la larguísima Guerra de Sucesión al Trono español y que le había permitido consolidar su poder en España.

Desde un punto de vista, la decisión parecía totalmente lógica. Felipe V tenía fuertes perturbaciones emocionales y trastornos psicológicos (sufría frecuentes y agudos episodios depresivos los cuales eran cada vez más continuados). Había llevado una vida de enfermedades, sublevaciones, guerras y desengaños, así pues, lo que deseaba, al menos en apariencia, era consagrar el resto de su vida a Dios para conseguir la salvación de su alma. En el mensaje oficial que mandó al Consejo de Castilla, argumentaba que los motivos de su renuncia eran sus reflexiones llevadas a cabo durante los últimos cuatro años.

Pero los historiadores sopesan otra causa que nada tiene que ver con la salvación de su alma: Felipe V aspiraba al Trono de Francia, cuando falleciera Luis XV. Por el Tratado de Utrecht se prohibía que fuese una misma persona rey de Francia y España a la vez. De ahí su renuncia. Sin embargo, cuando se produce el relevo en Francia y no es elegido Felipe V, e inmediatamente después de la muerte de su hijo Luis I, recupera su reinado, impidiendo que suba al trono su otro hijo, que luego gobernará como Fernando VI, que era al que le correspondía.

Luis I se rodeó de una serie de tutores que intentaban neutralizar la influencia de Felipe V, pero sobre todo de Isabel de Farnesio. Había en aquellos momentos dos centros de poder, uno encabezado por Luis I en Madrid y el otro en el Real Sitio de la Granja donde se había retirado Felipe V.
Su corta edad y su mala preparación para la política, junto a que su madrastra Isabel de Farnesio no estaba dispuesta a permitir ningún cambio político, condicionó su corto reinado.

Luisa Isabel de Orleans


Al inicio de su reinado había tres partidos, el denominado “español” que era apoyado por la nobleza, el partido “francés” que apoyaba a Felipe V y el partido “italiano” que apoyaba a Isabel de Farnesio. Luis I tenía claro que debía apoyar al partido español para poder desarrollar una política autónoma, y que será el que posteriormente realizará su hermano Fernando VI.

Pero su corto reinado fue un fiasco intrascendente tanto por su brevedad como porque, en realidad, no se gobernaba tanto desde Madrid (corte de Luis I), como desde el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, la otra corte paralela de Felipe V y de su mujer Isabel de Farnesio,

Una muerte temprana

A los siete meses de subir al trono, el joven rey Luis I enferma de viruelas y fallece el 31 de agosto de 1724 a los diecisiete años recién cumplidos. Felipe V asumió entonces por segunda vez el gobierno de la corona española. La reina viuda, Luisa Isabel, fue enviada de regreso a Francia, puesto que su estancia en España era inútil, además de no contar con simpatías en la Corte española.

A Isabel de Farnesio no sólo se le acusa de estar detrás de la muerte de Luis I, sino de ejercer su dominio sobre Felipe V para recuperar las riendas del poder en España al haber fracasado su intento de gobernar en Francia.

El cuerpo de Luis I recibió sepultura en el Panteón de los Reyes del monasterio de El Escorial de Madrid, donde permanece a día de hoy.



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