Fue rey de España durante poco más
de dos años, en un periodo marcado por la inestabilidad política. Fue Amadeo el primer rey de
España elegido en un Parlamento,
La
cerrazón de los españoles acabaron con Amadeo I, un rey que podría haber sido,
según los historiadores, el mejor del siglo XIX.
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Amadeo I |
En busca de un rey
La
Revolución de 1868 echó a Isabel II de España. El poder quedó en manos de los
generales Prim y Serrano y del partido progresista. Las Cortes Constituyentes
votaron que la forma del Estado sería la monarquía constitucional, es decir, el
monarca estaría sometido a la Constitución, al Parlamento y a la soberanía
popular.
No fue
tarea fácil encontrar un monarca para España. Las potencias extranjeras
presionaban a favor de sus respectivos candidatos (tanto que Francia y Prusia,
por ejemplo, terminaron enfrentándose en la guerra franco-prusiana), pero no valía cualquiera, ni todos quisieron
Había cuatro condiciones
inexcusables de los progresistas españoles para aceptar al candidato: ante
todo, la dinastía del aspirante debía tener un perfil liberal (no haberse
opuesto a un régimen constitucional); el aspirante tenía que ser católico
(aunque no necesariamente vaticanista); no debía identificarse con partido alguno;
y, además, el pretendiente debía acatar el sistema constitucional.
Tras el
exilio de Isabel II a Francia, se formó un
gobierno provisional.
Juan Prim había sido uno de
los principales partípes de la
revolución que forzó a Isabel a exiliarse. Según los analistas de este periodo,
los miembros de este grupo realmente no tenían un programa político,
simplemente estaban unidos por sus sentimientos
anti-isabelinos,
y en cualquier caso, una vez terminada la revuelta, cada uno
quiso jugar un papel importante en el nuevo gobierno. Pero lo que si parecían
tener claro es que, debido a la idiosincrasia española, hacía falta un
nuevo
rey.
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Isabel II |
Así, el
nuevo parlamento proclamó la Constitución de 1869 que preveía una monarquía
constitucional. Hubo muchos pretendientes al trono, pero no se
consideraron como candidatos. Finalmente Prim propuso a Amadeo
de Saboya, que era latino, católico y masón, como Prim
(los españoles le llamarían el "Rey de Prim").
Efectivamente, todo parecía
apuntar a que Amadeo Fernando María de Saboya (1745-1790), segundo hijo del rey
de Italia (los
Saboya en Italia estaban desempeñando perfectamente el papel de monarcas
liberales sometidos a la burguesía e incluso fueron excomulgados por la Iglesia
vaticana), era el perfecto candidato por
su postura liberal y su catolicismo
moderado, además, su carácter tenía posibilidades de hacerle aceptable a
políticos y pueblo.
Amadeo
tenía en esos momentos 25 años, y desde hacía tres estaba casado con María
Victoria del Pozzo de la Cisterna, una noble italiana sin sangre real, pero con
una considerable fortuna y, lo que era más importante, ya le había dado dos
hijos varones a Amadeo, con lo que se aseguraba la continuidad dinástica.
El 16 de
noviembre de 1870 las Cortes eligieron rey de España al duque Amadeo de Aosta
por una amplia mayoría de 191 votos. Quitando 64 votos en contra de los
republicanos, no tuvo oposición reseñable de ningún otro candidato. Fue el primer rey elegido por un
parlamento.
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Prim |
Malos augurios
Sin
embargo, el reinado de Amadeo fue turbulento desde el primer día. Nada más
poner el pie en España, el 30 de diciembre de 1870 en Cartagena, Amadeo I
recibió la noticia del asesinato del general Prim, el hombre fuerte del régimen
y su máximo valedor.
Muerto
Prim, los republicanos organizaban conspiraciones para proclamar la
república; en el otro extremo, los
carlistas vieron una nueva oportunidad para su candidato; la Iglesia le negó
legitimidad por estar excomulgado por el Vaticano; la Grandeza de España le
boicoteaba; el Arma de Artillería en bloque se insubordinó; y, finalmente, y el
partido progresista que le apoyaba se escindió.
Amadeo
incluso fue víctima de un atentado muy parecido al de Prim: un grupo de hombres
armados con trabucos tendió una emboscada en la calle del Arenal al coche
descubierto en el que iba con su esposa. Se salvó de milagro.
Tras dos años y tres meses de
reinado, Amadeo no encontró en España ni apaciguamiento, ni aceptación, ni
simpatía, sino todo lo contrario. Su reinado estuvo marcado por la inestabilidad política. Los seis
gabinetes que se sucedieron durante este período no fueron capaces de
solucionar la crisis, agravada por el
conflicto independentista en Cuba, que había
comenzado en 1868.
Así, Amadeo I, cercado por la
limitadísima visión de Estado de los líderes políticos y despreciado por la
sociedad española, renunció a una Corona imposible sin esperar a una ley de abdicación.
La noche del 10 de febrero él y María Victoria tomaron un tren que les llevó a
Portugal.
Al día siguiente, el 11 de febrero de 1873, las Cortes
aceptaron su abdicación (por otro lado claramente inconstitucional) y
proclamaron la I República, mientras el país se precipitaba a la Tercera Guerra
Carlista. Después se instauraría otra vez la monarquía borbónica en la figura del hijo de Isabel II que reinaría con el nombre de Alfonso XII.
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Amadeo I |
Abandonando el barco
Amadeo
de Saboya tenía un valor acreditado en el campo de batalla: a los 21 años había
cargado contra los austriacos al frente de los Granaderos de Lombardía, en la
batalla de Custozza, resultando herido. Pero en España tiró pronto la toalla,
renunció a la corona apenas dos años después, pese a las llamadas a que
continuara en su puesto que le hicieron importantes personalidades políticas.
Amadeo
estaba harto de no ser respetado por los
españoles. Frecuentemente era objeto de vejaciones. Se cuentan, para ilustrar
la situación, varias anécdotas. En una ocasión, se dice, su coche fue detenido
y zarandeado en la calle Alcalá por unos vendedores ambulantes que a la sazón
andaban manifestándose. Un día, cerca del Retiro, un hombre se le acercó y le
insultó gravemente. Otra persona se introdujo, armada, en el Palacio Real para
matarlo. La nobleza tampoco se cortaba: las aristócratas sacaron un día las
mantillas para reivindicar el casticismo de Isabel II frente a la italiana María
Victoria. Los Reyes saboyanos eran desairados hasta en los palcos de los
teatros.
Pero es
que Amadeo I en ningún momento consiguió ser aceptado. Los partidos
políticos no le querían, porque no representaba sus intereses (los carlistas y
los republicanos, cada uno por razones diferentes, lo rechazaban), la
aristocracia borbónica tampoco sentía simpatía hacia él porque le consideraba
simplemente un intruso, un extranjero advenedizo. Al apoyar las
desamortizaciones y ser el hijo del monarca que había clausurado los Estados
Pontificios, tampoco contó con el apoyo de la Iglesia; y el pueblo, además de
por su escaso don de gente, no quería un rey que ni siquiera sabía hablar su
idioma. Durante su
breve reinado apenas tuvo amigos o confidentes entre los españoles.
La imagen que transmitía y se tenía de él la resumió el conde de Romanones a principios del siglo XX así: “De frente espaciosa y algo
prominente, encuadrada por rizada cabellera; los ojos negros, de mirar
inexpresivo; gruesos labios, recia y blanca la dentadura, la barba cerrada,
disimulando el
prognatismo de los
Habsburgo...
En lo moral, no ofrecía rasgo alguno sobresaliente, salvo su valor personal
bien probado, exento de ambición, ferviente católico, habiendo heredado de su
padre una inclinación apasionada por las hijas de Eva”.
^Por otra parte, se asegura que
tenía porte enfundado siempre en su uniforme, pero que era de “escasas luces”,
gafe y muy
aficionado a las novelas pornográficas francesas.
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Alfonso XII |
El
final de un rey que no pudo ser
Después
de abdicar se trasladó a
Lisboa acompañado del jefe del gobierno y su
último apoyo,
Manuel Ruiz Zorrilla, y de allí a
Turín,
su ciudad natal, donde fijó su residencia junto con su esposa y sus tres hijos.
De
regreso a
Italia, Amadeo asumió el título de Duque
de
Aosta. Tras la muerte de
su primera esposa se casó de nuevo el 11 de septiembre de 1888, en
Turín,
con la princesa francesa María Leticia Bonaparte, su sobrina carnal pues era
hija de su hermana,
María Leticia Bonaparte con quien tuvo un hijo más: Humberto
se Saboya-Aosta.
Pero
Amadeo, un hombre fuerte y sano, no vivió mucho. Murió con sólo 44 años, de
neumonía, al poco de haberse casado en segundas nupcias y haber tenido a su nuevo
hijo.
Amadeo I fue
pues el hombre llamado a ser rey de un país donde ninguno de sus súbditos le concedió
nunca la menor oportunidad.
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