El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas. ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d
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CARLOS V: AMORES, AMANTES, HIJOS Y BASTARDOS DEL REY-EMPERADOR
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A los veinte años, Carlos de Habsburgo no
sólo era rey de Castilla, Aragón, Navarra, Nápoles, Sicilia y las Indias,
heredados a los dieciséis, sino también emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico.
Pero poco o nada se sabe de la vida íntima del joven Carlos en
Flandes (quedó bajo la tutela de su tía Margarita), por lo que tampoco se
conocen sus primeros devaneos amorosos, que sin duda tuvo, antes de su venida a
España.
Carlos I de España y V de Alemania
Las amoríos de un joven monarca
A través
de sus biógrafos y los pintores que le retrataron sabemos que Carlos I era de
estatura mediana, pero no muy alto, pálido, rubicundo, de “cuerpo bien
proporcionado”, de nariz aguileña, ojos ávidos, aspecto grave, de mentón muy
salido, tanto que al parecer “no podía cerrar la boca y unir los dientes
inferiores con los superiores pues los separaba un buen espacio, por lo que, al
hablar, balbuceaba, no entendiéndosele
muy bien”.
La
llegada a España de este joven inexperto, tenía 17 años, suscitó no poca
desconfianza ya que no sólo desconocía las
costumbres e idioma de su reino, sino que depositó toda su confianza en los
colaboradores borgoñones que le habían acompañado desde Flandes, procurándoles
altas dignidades y acceso a rentas y riquezas, lo que molestó enormemente a los
peninsulares.
Pero también se iba a conocer la
parte más íntima de su vida, la de sus amores, amantes e hijos, naturales o no.
Nada más llegar, conoció a su abuelastra (segunda
esposa de su abuelo Fernando el Católico), Germana de Foix, de 29 años. Al
parecer, era esta una mujer discreta y afectuosa que aún no padecía los
problemas de obesidad que arrastró con la edad.
Cuentan las crónicas que en la primera entrevista mantenida con Germana en Valladolid
se mostró muy afable con ella y comenzó a organizar torneos y banquetes en su
honor. Así, pronto surgió entre los dos una apasionada relación amorosa de la
que, probablemente, nació la única hija que tendría Germana: Isabel (1518).
Esta
niña nunca fue reconocida oficialmente, pero Germana de Foix se refiere a ella
en su testamento como la «infanta Isabel» —título que no le podía corresponder—
y a su padre como «el emperador». La niña residió y fue educada en la Corte de
Castilla. Posteriormente, ingresaría en el
convento de Nuestra Señora de Gracia el Real de Madrigal (Ávila), en el que
convivió con dos hijas naturales de Fernando el Católico, ambas llamadas María.
Se desconoce la fecha de su fallecimiento.
Los
amores de Carlos con Germana no eran bien vistos por la Corte (le acompañaba a
todas partes con el séquito real), por lo que se decidió de inmediato el
casamiento de Germana de Foix con Juan de Brandenburgo-Ansbach, caballero del
círculo personal de Carlos. De esta forma, por lo menos en apariencia, se puso
fin a los amores con su abuelastra. Carlos I la nombró virreina y lugarteniente
general de Valencia y al marqués de Brandeburgo, capitán general del reino.
Germana de Foix
Pero
Germana quedó pronto viuda y el emperador ordenó un nuevo matrimonio con
Fernando de Aragón, duque de Calabria, y nombró al matrimonio virreyes y
lugartenientes generales de Valencia. La otrora amante del rey Carlos I moriría
en 1536.
Otro
caso de hijo natural, pero conocido, en este caso también niña, que tuvo el
joven Carlos antes de casarse fue el de Margarita de Austria (o de Parma),
nacida en Oudenaarde, Flandes, el 28 de diciembre de 1522.
La madre
de esta niña fue la flamenca Johanna María van der Gheynst (1500), hija de un
fabricante de alfombras que tempranamente quedó huérfana por lo que tuvo que
tuvo que entrar al servicio de Charles de
Lalaing, señor de Montigny y más tarde conde de Lalaing, que era el Gobernador
de Audenarde.
El encuentro entre Johanna y
Carlos I tuvo lugar al parecer en 1521, en una visita que realizó joven emperador
al castillo del Gobernador con motivo de una reunión de la Orden del Toisón de
Oro, y que se prolongó hasta el año siguiente. Parece que su belleza y su
melodiosa voz cautivó Carlos quien la invitaba a ratos de ocio y paseos por el
Rin. La relación no duró mucho (1521-1522), pero dio lugar al nacimiento de una
hija: Margarita.
El emperador concedió a Johanna
una modesta pensión. El 13 de octubre de 1525, Johanna se casó con un jurista
de nombre Jean van den Dyke (1500-1572). La pareja tuvo nueve hijos. Johanna
murió en Bruselas, el 15 de diciembre de 1541.
Carlos I
nunca ocultó su relación con Johanna, de hecho, en la única referencia personal
en su testamento, declaró que «estando en
estas partes de Flandes, antes que me casase y desposase, hube una hija natural
que se llama Madama Margarita».
Margarita de Parma
Margarita, poco después de su
nacimiento, fue confiada a la familia Douwrin durante algún tiempo. Pero su
oscuro porvenir sin ningún tipo de privilegios cambió de la noche a la mañana
al hacerse cargo de ella su tía-abuela Margarita de Austria (la misma que se
había hecho cargo de la educación del propio Carlos en Flandes). Una vez que
Margarita murió le sucedió en el cargo de gobernadora su sobrina María de
Austria, reina-viuda de Hungría y hermana de Carlos I de España, la cual
también tomó bajo su tutela a la pequeña Margarita, su sobrina.
En los
años veinte del siglo XVI varios asuntos relacionados con el papado ocupaban el
interés del rey Carlos en Italia. Finalmente, al firmarse la paz entre ellos,
se acordó que el monarca español restituyera a los Médicis en el gobierno de
Florencia en la persona de Alejandro de Médini (reconocido
como hijo ilegítimo de Lorenzo II de Médici, aunque hoy día se cree en realidad
fue hijo ilegítimo de Julio de Médici, más tarde el papa Clemente VII, que al parece tuvo con una sirvienta
negra).
Pero
para asegurarse la lealtad de los Médici, Carlos I acordó el matrimonio de
Alejandro con su hija Margarita, que apenas contaba con cinco años de edad
mientras que él tenía 17, y elevó a Florencia al rango de ducado hereditario.
Para ese fin, su tía Margarita de Austria pidió al monarca que legitimara a la
niña, cosa que este hizo el 9 de julio de 1529.
El
enlace se celebró el 29 de febrero de 1536, cuando Margarita contaba con 13 años.
La joven nunca contó con el beneplácito de su marido ya que Alejandro
permaneció fiel a su único amor, Tadea Malaspina, la cual le había dado ya dos
hijos.
Isabel de Portugal
Pero
once meses después, Alejandro fue asesinado por un primo lejano, por lo que
Margarita, su viuda de apenas 14 años, regresó a Flandes con su tía María, donde permaneció hasta que su padre decidió un nuevo
matrimonio para ella.
Este
nuevo compromiso llegó muy poco tiempo después, cuando Margarita cumplió los 16
años, uniéndola en matrimonio a Octavio Farnesio, duque de Parma, un año menor
que ella. Ambos fueron padres de Alejandro Farnesio.
Por una serie de devenires
Margarita, en tiempos de su medio hermano Felipe II, acabaría siendo
gobernadora de los Países Bajos desde 1559 hasta 1567 y desde 1580 hasta 1583.
Margarita murió en Ortona, Nápoles, el 18 de enero de 1586.
Esta, tampoco sería la última
relación extramatrimonial que mantuvo el Emperador, pues se le conocen hasta 5
hijos naturales, todos ellos con diferentes mujeres. Ninguna de estas
relaciones se produjo durante su matrimonio con Isabel de Portugal.
Después de Margarita, vendría
Juana de Austria (1522-1530), una niña que no llegó a la edad adulta y cuya
madre fue una dama
de Nassau, al parecer de noble cuna.
Tadea de Austria (1522 o 1523) fue
la cuarta hija natural del rey-emperado), nacida en el año 1522 ó 1523. La
madre fue la italiana Ursolina della Penna (1500), conocida como “la bella de
Perugia”, que acompañaba a su marido en la corte de Bruselas.Enviudó en 1522 en
Flandes, y el Emperador se interesó por ella. De la relación nació Tadea,
parece ser que ya en tierras italianas.
El Emperador mostró interés por la
niña en múltiples ocasiones documentadas, sobre todo en su estancia en Roma
durante 1536.
Felipe II
Tadea se casó con un italiano
llamado Sinidaldo Copeschi di Montefalcone. Cuando el Emperador tuvo noticias
de ello, además de 3.000 escudos, le dio una fuerte reprimenda por haberlo
hecho sin su consentimiento, aspecto que demostraría, según los estudiosos, la
preocupación por su hija.
Parece ser que perdió pronto a su
madre (parece ser que envenenada) y a su marido. A partir de ahí, se sabe bien
poco, solo que vivió en Roma hasta su muerte, llevando una vida muy recatada.
Lo último que se conoce sobre ella
es que en 1562 envió un mensajero a su medio hermano, el rey Felipe II, para
que le reconociese como hija del Emperador.
Una esposa para el rey-emperador
Pero Carlos necesitaba casarse y
tener descendencia legítima, por lo que se decide (había sido prometido a su
prima María Tudor, pero se cambió de opinión al ser esta demasiado joven y no
poder esperar) su matrimonio con una de sus primas, Isabel de Portugal, hija de
su hermana pequeña Catalina y el rey Juan II de Portugal.
El enlace tuvo lugar en los Reales
Alcázares de Sevilla el 11 de marzo de 1526. Él tenía 26 años y ella 23. Con
ella tuvo ocho hijos, de los cuales el primero, reinaría con el nombre de
Felipe II (1527) (María, 1528; Isabel 1529; Fernando 1530; aborto en 1534;
Juana 1535; Juan, 1537) y a consecuencia del parto del último (1539) la reina
moriría. Sólo tres llegaron a la edad adulta.
Parece que mientras duró su vida
en común Carlos sintió por su esposa un gran aprecio, lo cual quizá no fue
obstáculo para que el rey-emperador tuviera alguna que otra aventura amorosa
extramarital y algún que otro hijo ilegítimo, aunque nada se sabe de ello.
El último desliz
Una vez
viudo y ya maduro, Carlos I nunca más volvió a casarse, sólo se le conoce un
hijo natural, esta vez varón, y sin duda, el
más famoso de todos ellos: Juan de Austria (1545 o 1547).
Este niño nacería en Ratisbona
(Baviera) y su madre sería la dama alemana, hermosa y dotada para el canto,
Barbara de Blomberg (1527) a la que conoció Carlos V cuando este asistía a la
Dieta Imperial. Este nacimiento se mantendría en estricto secreto, pero
finalmente fue reconocido como hijo bastardo del emperador.
Tres años después de sus amores
con el emperador, Bárbara se casaría con Jerónimo Piramo Kegel, tutor del niño
y quien ocultaría los amoríos de la pareja, dándole su nombre al pequeño Juan.
A cambio de su silencio obtuvo el cargo de comisario en la corte de María de
Hungría, hermana de Carlos V, en Bruselas. Con él Bárbara tendría tres hijos
más. Con tres años de edad, Juan fue separado de su madre para educarse en
España.
Juan de Austria
Con 42 años Bárbara enviuda de su
marido, lo que dejó a la familia en una condición económica incierta. A
instancias del Duque de Alba, se la otorga una generosa pensión de mano del
propio emperador, que ratificó posteriormente Felipe II, por ser la madre de su
medio hermano Juan de Austria. A cambio debería trasladarse a un monasterio
español y abandonar la vida permisiva y escandalosamente libertina que llevaba
a fin de no perjudicar la situación política de su hijo (que fue militar y
diplomático durante el reinado de su hermano Felipe II) que tomaría posesión
del cargo de gobernador de los Países Bajos en 1577. Bárbara Blomberg no estaba
dispuesta a renunciar a ello, pero finalmente, y tras tener lugar en 1576 la
única conversación que se conoce entre madre e hijo, ella acepta viajar a
España para ingresar posteriormente ingresar en el convento castellano de Santa
María la Real de San Cebrián de Mazote (Valladolid).
Tras la temprana muerte de su
hijo, en 1578, Bárbara Blomberg abandona el convento y España. La muerte le
sobreviene el 18 de diciembre de 1597, siendo enterrada en la iglesia de San
Sebastián mártir del Monasterio de Montehano (Cantabria).
Poco antes de morir, Carlos I redactó un codicilo (6 de
junio de 1554) en el que reconocía a Juan de Austria como hijo de este manera:
«por quanto estando yo en Alemania, después que embiudé, huve un hijo natural
de una muger soltera, el que se llama Gerónimo». Además, en el testamento, tras
su fallecimiento en 1558, se recogía que este pasaría a llamarse en vez de
Jerónimo, Juan, en honor al nombre que le quería ponerle su madre al propio
Carlos.
Felipe II, ya rey de España, siguiendo las indicaciones de
su padre Carlos, expresadas en el codicilo de 1554, reconoció al niño como
miembro de la familia real y se le otorgó casa propia.
Carlos
de Habsburgo, el rey-emperador, abdicó en su hijo Felipe II en 1556,
retirándose al Monasterio de Yuste (Cáceres), donde conocería por primera vez a
su joven hijo Juan de Austria. El 21 de septiembre de 1558 a los 58 años de
edad, moría.
En 1573el rey Felipe II dispuso el traslado
de los restos mortales de su padre a la cripta del Monasterio de El Escorial,
donde aún hoy permanecen.
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser solo un tema de ciencia ficción para convertirse en una realidad presente en todos los ámbitos. La IA tiene un enorme potencial en campos tan diversos como la industria y la medicina, pero también genera debates sobre su implementación. Revolución tecnológica No cabe duda que la inteligencia artificial (IA) ha supuesto toda una revolución tecnológica desde que la informática hizo su aparición. Dicen los expertos que tal es así que va a cambiarlo todo, y de hecho, ya lo está haciendo. Desde hace apenas unos pocos años, casi nada se sustrae ya a la inteligencia artificial. La podemos encontrar en multitud de facetas, en los móviles, la banca (que por ejemplo puede determinar si nos concede un crédito o no), los videojuegos, los ordenadores, la atención al clientes , en l os sistemas de reconocimiento facial ( que utilizan aeropuertos y fuerzas de seguridad ), en m icrosegmenta ción ( anuncios u ofertas personal
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