Como consecuencia de la batalla de Trafalgar, considerada como una de las más
importantes del siglo XIX, no sólo Nelson murió. A esa baja se sumaron las de
la élite de la oficialidad de la Marina de Guerra Española: Churruca, Gravina y
Alcalá Galiano.
La promesa de Napoleón a Godoy de
hacerle rey en una de las provincias portuguesas, acabó por convencer al valido
de poner la Armada española a las órdenes de Francia.
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Federico Gravina |
El
desastre de Trafalgar
Napoleón Bonaparte no sólo consideró disponer del dinero
español en su particular lucha contra los ingleses, sino también de los barcos
de guerra españoles. A España, intervenida militarmente por el ejército
napoleónico, no le quedó más remedio que
intervenir en la contienda entre franceses e ingleses.
El emperador galo pretendía utilizar la capacidad de las
flotas francesa y española para poder desembarcar un ejército de 160.000
hombres en territorio inglés (estos intentaban derrocar a Napoleón y acabar con
la influencia militar francesa en Europa). Pero el 21 de octubre de 1805, la
flota aliada y la británica se encontraron en el cabo Trafalgar, frente a
Cádiz.
Pese a ser superiores en número y artillería, la flota aliada
acabó sufriendo una gran derrota frente a la coalición británica (Reino Unido,
Austria, Rusia, Nápoles y Suecia)a causa de la inferior preparación de las
tripulaciones franco-españolas y la mediocridad del almirante francés
Villeneuve, al mando de la flota francesa, que hizo caso omiso de las indicaciones
de los marinos españoles, aunque también influyó la revolucionaria táctica
naval del almirante inglés Horatio Nelson.
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Churruca
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Nelson
fue herido de muerte durante la batalla naval, convirtiéndose en uno de los más
grandes héroes de guerra de Gran Bretaña. Villeneuve y su buque insignia, el
Bucentaure,
fueron capturados por los británicos junto con otros muchos buques españoles y
franceses. Los altos militares españoles Cosme Damián Churruca y Dionisio
Alcalá Galiano dejó su vida en el fragor de la batalla mientras el almirante
Federico Gravina logró alejarse del campo de batalla con parte de la flota,
pero sucumbió meses más tarde por las heridas sufridas durante la contienda.
En el espacio de dos horas que duró la batalla, Francia
perdió doce de sus dieciocho barcos, con 2.218 muertos,1.155 heridos y unos 500
prisioneros capturados por los ingleses. Solo un tercio de los 15.000 franceses
participantes en la batalla volvieron un día a Francia. Inglaterra sufrió en
Trafalgar 449 muertos (entre los que, además de Nelson, estaban trece de sus
mejores oficiales) y 1.241 heridos. La victoria consolidó el liderazgo de la
armada británica en todos los mares. España perdió diez de los quince barcos
con los que luchó, con un total de 1.022 muertos (además de los mandos
militares), 1.383 heridos y unos 2.500 prisioneros, del total de 12.000
españoles que intervinieron en la batalla.
Tras Trafalgar, el futuro político de Godoy
quedó tocado en España hasta la impopularidad y el desprestigio más absoluto,
dependía, más que nunca, de la voluntad de Napoleón. Finalmente el rey se
desembarazó de su valido.
Pero esta derrota además significó para España el alejamiento
como potencia colonial y marítima, ya que tardaría varias décadas en
recuperarse de este duro golpe.
Gravina, un experimentado marino
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Alcalá Galiano
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Desde
1775 ocupó la plaza de guardiamarina y desde entonces participaría en numerosas
misiones trasatlánticas, en la expedición contra Menorca, en el “sitio” de
Gibraltar y en las costas Argelinas, con éxito. En
1788 llevó a
Constantinopla al embajador Jussuf Efendi. Allí
inició observaciones astronómicas y escribió una memoria, iniciando su
trayectoria como estudioso. Tras esto mereció el ascenso a
brigadier.
En 1804 fue nombrado embajador en
Paris, asistiendo a la coronación imperial de Napoleón.
Tras la
firma de la paz recibió el cargo de
embajador de España en
París.
Su cargo diplomático tenía una condición solicitada por él mismo: en caso de
guerra, volvería a la actividad naval y militar.
Pero su
gloria como militar estuvo en la batalla de Trafalgar.
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Nelson |
Cuando
la flota franco-española se refugió en
Cádiz por orden de Villeneuve, contradiciendo el plan original de Napoleón,
hubo fuertes discusiones entre los altos mandos galos y los españoles como
Federico Gravina,
Cosme de Churruca (al mando del navío
San Juan Nepomuceno) o el general
Cisneros (al
mando del enorme
Santísima Trinidad). Los primeros
optaban por salir de
Cádiz,
mientras que los españoles recomendaban esperar, por ser el viento desfavorable
y aproximarse un temporal en la zona. Finalmente la flota zarpó de Cádiz el
20 de octubre de
1805, teniendo lugar al
día siguiente la batalla de Trafalgar.
En el
combate, Federico Gravina resultó herido. A pesar de ello, logró llegar con su
navío
Príncipe de Asturias a
Cádiz.
A su vuelta, alcanzó la más alta dignidad militar cuando se le promovió a
capitán general de la Armada. Pero las heridas de su
codo izquierdo (en
un principio los médicos habían pretendido amputarle el brazo, pero triunfaron
los partidarios de ‘salvárselo’), después de cinco meses,
se
agravaron y finalmente murió el
9 de marzo de
1806, con 49 años de edad.
A Gravina
también se le recuerda por todas las aportaciones que realizó al estudio de la
marina.