Dalí padecía de extrema timidez y estaba acomplejado de su sexualidad. Estaba obsesionado ocultar su ambigüedad sexual y el miedo a padecer locura.
Gala, su enigmática mujer, ejerció sobre él una tan poderosa influencia que muchos apuestan por que fue negativa para el artista.
El
joven Dalí
Salvador
Dalí i Doménech nace en Figueras (Gerona) el 11 de mayo de 1904. No fue buen
estudiante, pero cuando inicia los estudios de enseñanza asiste también
a las clases de dibujo de la Escuela Municipal de Dibujo de su localidad. Como
parece que quiere encauzar los pasos por ahí, su padre le impone como condición, para ser pintor, ir a
estudiar a Madrid, a la escuela de Bellas Artes, para obtener un título de
profesor. Dalí acepta.
Efectivamente,
a los dieciocho años asiste en Madrid a Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando y vive en la Residencia de Estudiantes, donde entabla amistad con un
grupo de jóvenes que con el tiempo se convertirán en destacadas personalidades
intelectuales y artísticas: Luis Buñuel, Federico García Lorca, Pedro Garfias,
Eugenio Montes o Pepín Bello, entre otros.
Durante estos años de
estudiante participa en varias exposiciones en Madrid y Barcelona.
Realiza su primer viaje a París, en compañía de su tía y de su hermana Ana María.
En esta ciudad conoce a Picasso y visita el Museo del Louvre.
A su vuelta, 1926, es expulsado definitivamente de la
Escuela de Bellas Artes de Madrid por declarar incompetente al Tribunal que
tiene que examinarlo (ya había sufrido otra expulsión) y regresa de nuevo a
Figueras para dedicarse plenamente a pintar. Las influencias del subrrealismo
ya son claras.
En 1929
viaja de nuevo a París y a través de Joan Miró entra en contacto con el grupo
de los surrealistas encabezado por André Breton. Ese mismo verano, que pasa en
Cadaqués, va a recibir una visita que marcará su vida. Además de otros
personajes, acudirán Paul Éluard y Gala, con la hija de ambos, Cécile. A partir
de ese momento, Gala permanecerá para siempre a su lado.
El
Dalí consagrado
A principios
de la década de los treinta, Dalí halla su propio estilo (que los expertos
denominarán psicotico-maniaco), su particular lenguaje y forma de expresión que
le acompañarán siempre y, aunque vaya cambiando y evolucionando. Será una
mezcla de vanguardia y tradición.
Dalí
está integrado completamente en el Surrealismo y empieza su consagración como
pintor. Realiza exposiciones individuales y colectivas en París, Nueva York,
Londres, Washington.... Pero su mente
inquieta le llevará, a lo largo de su vida, a publicar libros sobre arte y
cine, realizar artículos para revistas, escribir poemas, e incluso, guiones
para cine (además de con Buñuel colaboró con los hermanos Marx, Walt Disney y
Hitchcock), decorados para ballet y teatro y diseño de joyas.
A finales
de la década de 1940 empieza su etapa mística y caracterizada por el
tratamiento de temas religiosos y de aquellos relacionados con los avances
científicos de la época, mostrándose especialmente interesado por los progresos
relacionados con la fusión y la fisión nucleares (el lanzamiento de la bomba
atómica y sus efectos influyen en su creación).
En las
décadas de 1960 y 1970 aumenta el interés del pintor por la ciencia y la
holografía, que le ofrecen nuevas perspectivas en su constante búsqueda del
dominio de las imágenes tridimensionales. Dalí estudia y utiliza las
posibilidades de los nuevos descubrimientos científicos, sobre todo aquellos
relacionados con la tercera dimensión. Se interesa por todos los procedimientos
encaminados a ofrecer al espectador la impresión de plasticidad y espacio.
En plena
década de 1980 pinta las que serán sus últimas obras, básicamente inspiradas en
Miguel Ángel y Rafael, a quienes siempre admiró.
Muere en
Figueras el 23 de enero de 1989.
Un
hombre singular
Para algunos autores que han estudiado la vida y la obra de
Salvador Dalí, este, resulta un artista
fascinante, pero como persona resulta un poco antipático ya que es difícil y
nunca se llega a entregar.
Dicen, además, que su juventud, su frescura y su espontaneidad terminan cuando
el verano de 1929 conoce a Gala. Ya no será ese muchacho simpático y nacerá el
exhibicionista y a veces un poco payaso.
A Dalí se le describe como un hombre afectado
por una extrema timidez y acomplejado físicamente con su sexo. De hecho, se
apunta a que sobrevive gracias al hecho de ser artista y de poder expresar en
sus obras lo que realmente es. Por eso, Dalí se halla en sus cuadros, ahí es
donde le vamos a encontrar porque en lo que escribe existe una tendencia a no
contar exactamente su realidad íntima al ser una persona que lleva muchos
disfraces. Dalí es un caso de tímido patológico, lo que se expresa en sus
mejores cuadros.
Pero,
al parecer, tenía también otras obsesiones: ocultar su ambigüedad sexual y el
miedo a la locura.
Su
obsesión por la locura le viene, supuestamente, por el hecho de que su abuelo
era paranoico y se suicidó. Por eso, para defenderse del ataque de una locura
real, él la aparenta
Por otra parte, Dalí, insisten sus biógrafos, otra de las cosas que más teme es
ser homosexual. En este sentido, Gala, va a ser la persona que le permita ir por la vida como si fuera heterosexual. Son pareja
pero ella le deja ir a su aire. Salvador Dalí tuvo tanto temor al sexo que no
le funciona y llegó a creer que era impotente.
Dalí será para muchos expertos un artista
superdotado e incomprendido, pero a esto último será él quien contribuirá al
enmascararse intencionadamente, aseguran.
Gala
En 1934
contrae matrimonio civil con Gala El 8 de agosto de 1958 Dalí y Gala se casan
en el santuario de los Àngels, en Sant Martí Vell, cerca de Girona
Helena
Ivanovna Diakonova, Gala, nace en Kazán, Rusia, en 1894 en el seno de una
familia de intelectuales. Fue musa, y amante de varios artistas y, desde que la
conoció, especialmente de Dalí.
En
Suiza, durante su internamiento con diecinueve años en un sanatorio para
tuberculosos, conocerá a su primer marido, el poeta francés Paul Éluard, del
que tuvo una hija.
Cuando
en 1929 conoce a Dalí, y a pesar de que él era 10 años menor que ella, ambos se
enamoraron e iniciaron una polémica relación. Se casaron en 1932 y, poco después, ella fue sometida a
una histerectomía (extirpación de los ovarios que conlleva la esterilidad). En
1958 volvieron a casarse, esta vez por el rito católico, a pesar de ser ella
cristiana ortodoxa, en el Santuario de los Ángeles (Gerona).
De
ella dijo Dalí que fue «la única que lo salvó de la locura y de una muerte
temprana». Y es que el artista era un hombre problemático, inseguro y
desorganizado y fue Gala quien actuó como su agente e intermediaria entre el genio y el
mundo real.
La
figura de Gala ha trascendido como la de una mujer fría, materialista y
dominante. Se asegura que tuvo numerosas relaciones extramatrimoniales, a las
que Dalí nunca se opuso. Tal vez porque podría haber padecido de un trastorno
sexual denominado candaulismo, término médicos que se refieren al
impulso psicológico de un sujeto de exponer a su pareja sexual o imágenes de
ella o el, ante otras personas con el fin de obtener gratificación erótica (o
también obligando a su pareja a exponerse sexualmente, desnudarse o realizar
actos sexuales con otra persona).
Gala
se ganó el status principal en el olimpo de Dalí y fue con frecuencia el objeto
del trabajo pictórico del artista, quien la retrató en numerosas pinturas.
Además,
Gala fue también una consumada mecenas para jóvenes artistas, pero también se
dice que en sus últimos años hacía regalos caros a quien se asociaba con ella.
Falleció
en 1982 y fue enterrada en una cripta del castillo de Púbol, propiedad que Dalí
le había regalado.
En lo
que todo el mundo coincide es que esta enigmática mujer ejerció una poderosa
influencia sobre Dalí.
Lorca
El hispanista Ian Gibson asegura que lo que más le sedujo de
la figura de Salvador Dalí fue la relación de amistad que mantuvo con García
Lorca y la «ternura» que desprenden sus cartas al poeta granadino.
Para este estudioso de la vida de Lorca, el poeta fue el gran
amor que no pudo ser porque Dalí lo que más temía era declararse abiertamente
homosexual, de modo que Lorca supone para él un reto espantoso.
En su libro El amor que no pudo ser analiza los amores de Federico por
Dalí. El escritor afirma que se quiera o no, la relación de Lorca con
Salvador Dalí trascendió la simple amistad. Fue amor, aunque no llegara a
consumarse, afirma.
Relata que cuando Lorca conoció a Dalí en la Residencia de
Estudiantes, en Madrid, se enamoró perdidamente de él, pero Dalí no aceptaba su
condición de homosexual, entre otras cosas por la influencia de un padre tan severo
como el que tenía, y se alejó de Federico.
Para sus afirmaciones, Gibson se basa en las cartas que
Salvador Dalí remitió a García Lorca (las que escribió el poeta, han
desaparecido). Otro documento que aporta Gibson son su entrevista a Salvador
Dalí, cuando se encontraba casi moribundo, y las declaraciones en las que el
pintor reconocía que Lorca intentó poseerle físicamente.
Después de la Residencia, ambos pusieron tierra por medio:
Dalí marchó a París y Lorca se consagró como poeta después de su estancia en
Cuba y Nueva York. Cuando se reencontraron en Barcelona, el año 1934, ni el
tiempo ni la distancia, afirma Gibson, habían borrado esa relación, aunque el
amor no se consumó. Pero, según Ian Gibson, sus respectivas obras salieron
enriquecidas de esa relación (Lorca está muy presente en los cuadros de Dalí de
aquella época).
Pero el escritor no cree que esta relación hubiese podido ir
más allá si el poeta no hubiese muerto pues Gala irrumpe en la vida de Dalí, una
aparición que para Gibson en vez de ser positiva para el pintor es perniciosa
ya que tras el extraño emparejamiento ya nunca volvió a ser el mismo que había
sido.
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