Entrada destacada

EL NÚMERO PI: UN VIAJE A TRAVÉS DE LA ETERNIDAD MATEMÁTICA

Imagen
 El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas.  ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d

LAS HEROÍNAS DEL 2 DE MAYO

El llamado “Levantamiento del Dos de Mayo” de 1808 fue la protesta popular ante la situación política derivada de la entrada en España de las tropas napoleónicas.

La espontánea protesta, y su posterior represión por parte de las fuerzas francesas, derivó en llamamientos públicos a la insurrección en todo el país que desembocaron en el Guerra de Independencia Española.


Representación de Manuela Malasaña
La invasión

La derrota de la Batalla de Trafalgar dio lugar a la firma del Tratado de Fontainebleau, el 27 de octubre de 1807, en el que se estipulaba la invasión militar conjunta franco-española de Portugal (la cual se había unido a Inglaterra) y se permitía para ello el paso de las tropas francesas por territorio español.




Pero las aguas políticas y sociales en España estaban revueltas debido a varias causas, entre ellas las consecuencias de la derrota de Trafalgar, que recayó fundamentalmente en las clases bajas; el descontento de la nobleza, la impaciencia del Príncipe de Asturias (el futuro Fernando VII) por reinar; la acción de los agentes de Napoleón; las intrigas de la Corte, donde se iba creando un núcleo opositor en torno al Príncipe de Asturias, formado por aristócratas recelosos del poder de Manuel Godoy (escandalizados por las supuestas relaciones de este con la reina María Luisa de Parma); así como el temor del clero a las medidas desamortizadoras.


Todo ello dio lugar al Motín de Aranjuez, levantamiento ocurrido entre el 17 y el 19 de marzo de 1808, contra Godoy al que se le culpaba de toda esta situación. 

Velarde
Lo cierto, es que la presencia de tropas francesas en España, desde el tratado de Fontainebleau, se había ido haciendo amenazante a medida que iban ocupando (sin ningún respaldo del tratado) diversas localidades españolas.  El total de soldados franceses acantonados en España ascendía a unos 65.000, que controlaban no solo las comunicaciones con Portugal, sino también con Madrid, así como la frontera francesa.


Así, Madrid fue ocupada por las tropas del general Murat el 23 de marzo. Al día siguiente, se produce la entrada triunfal en la ciudad de Fernando VII y su padre, Carlos IV, que acababa de ser forzado a abdicar a favor del primero. Ambos son obligados a acudir a Bayona para reunirse con Napoleón,  donde se producirán las abdicaciones de Bayona que  dejarán el trono de España en manos del hermano del emperador, José Bonaparte.

Mientras tanto, en Madrid se constituyó una Junta de Gobierno como representación del rey Fernando VII. Sin embargo, el poder efectivo quedó en manos de Murat, que redujo la Junta a un mero títere, simple espectador de los acontecimientos. El 27 de abril, Murat solicitó, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización para el traslado a Bayona de los dos hijos de éste que quedaban en la ciudad y de su esposa. Si bien la Junta se negó en un principio, tras una reunión en la noche del 1 al 2 de mayo, y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario desde Bayona, finalmente cedió.


Heroinas del Dos de Mayo
La decisión llegó a oídos del pueblo llano que a primera hora de la mañana del 2 de mayo de 1808 se concentró ante el Palacio Real temerosos de que los soldados franceses sacasen el palacio al infante Francisco de Paula, hijo menor de Carlos IV para llevarlo a Francia con el resto de la Familia Real. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. En ese momento, y al grito del maestro cerrajero José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó el palacio. Este tumulto fue aprovechado por Murat para mandar un destacamento de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería la cual hizo fuego contra la multitud.

El deseo del pueblo de impedir la salida del infante, de vengar a los muertos habido en el Palacio Real y el de deshacerse de los franceses movieron los ánimos de la muchedumbre para extender la lucha por todo Madrid.

Madrid un polvorín

La lucha callejera se extendió espontáneamente por toda la ciudad. Los madrileños comenzaron así un levantamiento popular improvisando soluciones.

Héroes del Dos de Mayo
Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos populares, se buscó el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que dispusieron fueron navajas, y trataron de impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas.

Pero cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de la ciudad para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el grueso de las tropas de Murat (unos 30 000 hombres) ya había penetrado, haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro. No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser, macetas arrojadas desde los balcones... Así, los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta.

Mamelucos (tropa de origen turco) y lanceros napoleónicos extremaron su crueldad con la población y varios cientos de madrileños, hombres y mujeres, así como soldados franceses, murieron en la refriega. Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la puerta de Toledo, la puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, su operación de cerco le permitió someter a Madrid bajo la jurisdicción militar y poner bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno. Poco a poco, los focos de resistencia popular fueron cayendo.

Héroes del Dos de Mayo
Los héroes del día

Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles permanecieron, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del Parque de Artillería en el palacio de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección.

Los héroes de mayor graduación fueron los capitanes Luis Daoíz y Torres, que asumió el mando de los insurrectos por ser el más veterano, y Pedro Velarde, que con sus hombres se encerraron en el parque de Artillería de Monteleón y, tras repeler una primera ofensiva francesa al mando del general Lefranc, murieron luchando heroicamente ante los refuerzos enviados por Murat. Otros jóvenes militares tampoco acataron la orden superior de no intervenir y lucharon junto a Daoíz y Velarde en Monteleón, como el teniente jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen, que fue herido de gravedad, y José Hezeta.

Pero quitando el episodio de Monteleón, la principal características de la lucha fue el enfrentamiento de profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros) frente a una multitud prácticamente desarmada, con presencia activa en el combate tanto de hombres como de mujeres, algunas de las cuales perdieron incluso la vida, como Manuela Malasaña (que contaba tan sólo diecisiete años) y Clara del Rey, dos heroínas populares.

Héroes del Dos de Mayo
Las bajas

La represión fue cruel. Murat, no conforme con haber aplacado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano.

El Consejo de Castilla publicó una proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las clases pudientes parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas, compuestos únicamente de las clases populares.

Daoiz
En el Salón del Prado fueron fusiladas 32 personas el mismo día 2 de mayo, otras 11 personas fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad (Cibeles, Recoletos, Puerta de Alcalá y Buen Suceso). Al día siguiente los franceses fusilaron a 24 personas más en la montaña del Príncipe Pío y otros 12 en el Buen Retiro. La cifra exacta de bajas ha sido objeto de gran controversia, pero algunos historiadores, en revisión de los archivos disponibles, contabilizan  409 muertos, 39 de ellos militares, y 170 heridos, de los cuales 28 eran militares. El resto de los muertos y heridos eran civiles, es decir, que considerando otros fallecimientos que no fueran registrados por la confusión del momento o por miedo a represalias francesas, se ha calculado que la cifra total de bajas no superó los 500 muertos, y solo una décima parte de ellos militares.

Murat pensaba haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, habiéndoles infundido un miedo pavoroso y garantizando para sí mismo la corona de España. Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras.

El mismo 2 de mayo por la tarde, en la localidad madrileña de Móstoles, ante las noticias de la brutal represión en la capital, el político Juan Pérez Villamil, , Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra, hizo firmar a los alcaldes del pueblo un bando en el que se llamaba a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital. La Guerra de Independencia española contra la invasión francesa se ponía en marcha.

Más de doscientos años después de aquellos acontecimientos todavía hoy en Madrid pueden visitarse plazas, calles y monumentos que recuerdan la épica jornada de ese 2 de mayo de 1808 y a sus héroes y heroínas populares.



Entradas populares de este blog

LA REVOLUCIÓN DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: BENEFICIOS, DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS

MARGARET KEANE: LA PINTORA DE LOS OJOS GIGANTES

¿QUIÉNES FUERON LOS ESCRIBAS?