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EL NÚMERO PI: UN VIAJE A TRAVÉS DE LA ETERNIDAD MATEMÁTICA

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 El número π (pi) es uno de los conceptos matemáticos más enigmáticos y fascinantes que existen. Este número irracional ha cautivado a matemáticos, científicos y filósofos durante milenios, ya que representa no solo una constante matemática fundamental, sino también un símbolo de los misterios del universo y la naturaleza misma de las matemáticas.  ¿Qué es el número Pi? Pi es la relación entre la circunferencia de un círculo y su diámetro. Esto significa que, sin importar el tamaño del círculo, la longitud de la circunferencia siempre es aproximadamente 3,14159 veces el diámetro. Esta relación se simboliza con la letra griega π y se conoce desde la antigüedad, aunque su precisión y comprensión han avanzado a lo largo de los siglos. El número Pi es un número irracional , lo que significa que no puede expresarse exactamente como una fracción simple. Además, su expansión decimal es infinita y no periódica , es decir, sus dígitos no siguen ningún patrón repetitivo, lo que añade una capa d

LOUISA BERESFORD: LA PRERRAFAELITA FILÁNTROPA

Louisa Beresford fue una pintora, acuarelista y filántropa inglesa de la época victoriana a la que se le atribuyen más de 74 retratos. 

Formo parte del entorno de los pintores prerrafaelitas, por lo que además de ser modelo de alguno de ellos, el estilo influyó en sus obras. 

Louisa por F. Grant
Una vida filantrópica

Louisa Anne Stuart nació en 1818, y por casualidad en París, ya que su padre era el embajador británico en la corte francesa. También fue la hermana menor de la primera virreina inglesa de la India.

La infancia de Louisa en París se caracterizó por su temprana incursión en el dibujo, ya que su padre la animaba a ello, además de inculcarla el amor por el arte, la religión y la filantropía.


La familia regresó a Inglaterra en 1830, donde cinco años más tarde, las chicas se presentaron en la corte, y donde, también en 1835, Charlotte se casó con Charles Canning. En el año siguiente, sus padres llevaron a Louisa en un viaje a Roma y Nápoles (1836-7), donde pasó gran parte de su tiempo a copiar los viejos maestros en las galerías de arte. Louisa visitó Italia por segunda vez con su hermana Charlotte en 1858.

En 1842 se casó con Henry Beresford, tercer marqués de Waterford, de ahí que el apellido con que se la conoce artísticamente sea el de su marido.

Henry Beresford, que era todo un deportista, participó incluso en el Grand National, considerada hoy como la carrera de saltos más famosa del mundo, también fue apodado el “marqués loco” por su afición a las peleas de borrachos, a las apuestas, al vandalismo, a las bromas pesadas y al desprecio por las mujeres. Pero parece que cuando se casó con Louisa y se establecieron en la residencia familiar de Irlanda llevó una vida ejemplar, hasta que murió en un accidente de equitación en 1859. No tuvieron hijos.


Mientras duró su matrimonio, Louisa, aunque disfrutaba realizando acuarelas como aficionada, se dedicó principalmente a la filantropía, haciendo suyo el bienestar de los empleados de su finca y de la población de los alrededores. Ella ayudó durante la hambruna de la patata en Irlanda, estableció dos iglesias, una escuela y una fábrica textil, creando un modelo de pueblo en Ford. 

Su mayor logro artístico en esta época fue la realización, a lo largo de veinte años, de la decoración de la escuela que ella organizó, con escenas de tamaño natural del Antiguo y Nuevo Testamento utilizando a niños y adultos de la localidad como modelos.


Cuando su marido murió, Louisa se trasladó al castillo de Ford, en su finca en Northumberland. Después de la muerte de su madre en 1867, pasó los veranos en la finca de sus padres, el espléndido castillo neogótico Highcliffe en Hampshire.

Beresford como pintora


A través de su amistad con John Ruskin (crítico de arte, mecenas, dibujante, acuarelista y filántropo) a partir de 1850, Beresford llegó a conocer al escultor Georges Frederic Watts y a los pintores Dante Gabriel Rossetti, John Everett Millais. Estos dos últimos, junto con William Holman Hunt, fueron los fundadores, en 1848, de una asociación de pintores, poetas y críticos ingleses llamada “Hermandad Prerrafaelita”. 


La Hermandad duró como grupo constituido apenas un lustro, pero su influencia se dejó sentir en la pintura inglesa hasta entrado el siglo XX. 

Suele vincularse al movimiento realista que simultáneamente se estaba desarrollando en Francia. Los prerrafaelitas rechazaban el arte académico predominante en la Inglaterra victoriana, centrando sus críticas en el pintor Joshua Reynolds, fundador de la Royal Academy of Arts. Desde su punto de vista, la pintura académica imperante no hacía sino perpetuar el manierismo de la pintura italiana posterior a Rafael y Miguel Angel, con composiciones elegantes pero vacuas y carentes de realismo. Por esa razón, ellos propugnaban el regreso al detallismo minucioso y al luminoso colorido de los primitivos italianos y flamencos, anteriores a Rafael —de ahí el nombre del grupo—, a los que consideraban más auténticos.

Se esforzaron en evocar, pues, el estilo de los antiguos pintores del Renacimiento, pero especialmente en los autores y temas propios del Quattrocento y Trecento, e incluso temas medievales, principalmente leyendas arcaicas, o de la época clásica de Grecia y Roma.

Louisa acudió a clases de dibujo, junto con otras damas, dadas por Rossetti, quien viendo su buena disposición para la pintura la tomó bajo la tutela. Pero, también se cree que fue modelo en varias obras de Millais, el cual quedó prendado de su belleza.

Los autores prerrafaelitas consideraron muy positivamente el trabajo pictórico de Louisa Beresford, a pesar de que ella siempre se consideró sólo una aficionada, puesto que su condición femenina la impidió, como a muchas otras, promocionarse de otra manera. Pero se sintió frustrada.

No sería hasta la década de 1870 que Louisa pudo exponer sus obras en algunas galerias. Posteriormente expondría en la Royal Institution de Manchester, Royal Hibernian Academy, y Sociedad de Damas Artistas en los años ochenta. En 1890, la reina aceptó una de sus obras como un regalo.

Cuando Louisa murió en 1891, su amigo Watts diseñó el monumento para su tumba en Ford. 
Ha habido un par de retrospectivas de la obra de Louisa Beresford, ya a finales del siglo XX, pero como artista, aún no se le ha reconocido lo suficiente. 


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