Renunciando a los privilegios de
su noble cuna, se convirtió en una escritora defensora de la igualdad de la
mujer y de los derechos de los más débiles en la España de los prejuicios
sociales.
Las críticas en sus obras la
convirtieron en una autora polémica entre los sectores más conservadores y
tradicionalistas de la época.
Esmerada educación
Rosario de Acuña y Villanueva
nació en Madrid en 1850 (o en la localidad de Pinto, cercana a Madrid en 1851)
y fue la única hija de una familia de rancio abolengo llena de aristócratas,
militares y arzobispos,
Una lesión ocular propició ser
educada con instructores particulares en casa, por lo que recibió una esmerada
educación acorde con el ilustrado ambiente familiar que influyó decisivamente
en la culta personalidad de Rosario. (ya con 17 años viajó a París y Roma).
Pronto se mostró como una joven
con inquietudes creativas y carácter indomable, pero sensible con las
injusticias hacia los más débiles y la dominación masculina sobre la mujer.
Su primer trabajo periodístico lo
publicó en 1874 en “La Ilustración Española y Americana”, y un año más tarde
estrena su primera obra de teatro: “Rienzi el tribuno”, un alegato contra la
tiranía. Con ella recibió el aplauso de público, crítica e intelectuales
liberales del momento, que vieron en ella una llamada a la libertad, sin
embargo, se iba ya a granjear la enemistad de los sectores más conservadores de
la España del momento.
Dos meses después de su brillante
estreno teatral, contrajo matrimonio con el joven teniente de infantería Rafael
de la Iglesia y Auset, trasladándose al poco tiempo a Zaragoza, destino militar
de su marido.
Aunque casada, Rosario continuó su
labor como dramaturga y el 27 de noviembre de 1878 estrenó en la capital
aragonesa su segundo drama Amor a la patria (firmado con el seudónimo "Remigio Andrés
Delafón"). A su vuelta a Madrid, el 6 de abril de 1880, estrenó “Tribunales
de venganza”.
Mientras tanto, su matrimonio,
debido a las continuas infidelidades de su marido, hacía aguas, por lo que
decida abandonarlo. Este hecho, inconcebible para la época, terminó de
marcarla.
Periodismo-denuncia
Como periodista, Rosario
desarrolló todo un programa de denuncia contra la desigualdad social entre la
mujer y el hombre y contra la institución que "no solo lo permitía sino
que lo alimentaba".
Destacan sus colaboraciones con el
semanario Las Dominicales del Libre
Pensamiento; los diarios, El Imparcial y
El Liberal; y las Revista Contemporánea y Revista de España.
Ese espíritu la acercó a la
intelectualidad progresista española masculina, convirtiéndose en la primera
mujer a la que el Ateneo de Madrid dedicó una velada poética.
Entretanto, su producción
literaria y periodística había ido aumentando por lo que se convirtió en una
autora conocida y reconocida que la introdujo, y participó, en los sectores
sociales y culturales afines al libre pensamiento que apoyaban los
republicanos, con proposiciones tan conflictivas como la separación de la
Iglesia y el Estado.
Tal popularidad la permitió
ingresar en la logia masónica la Constante Alona, de Alicante, con el nombre
simbólico de “Hipatia”, que aparecerá desde entonces en muchos de sus escritos.
El escándalo
En los últimos años del siglo XIX,
Rosario estrenará su más controvertido, valiente y famoso drama: “El padre
Juan”. Como ninguna compañía estable se atrevía a ponerlo en escena, la autora
creó su propia compañía, alquiló el Teatro Alambra y la estrenó. El éxito y el
escándalo se dieron la mano.
La obra
narra la historia de un cura tradicional que se negaba en redondo a que una
pareja de su pueblo viviera sin contraer matrimonio eclesiástico. Desde todo
punto de vista, el argumento es una proclama anticlerical donde acusa a la
iglesia católica de institución manipuladora y moldeadora de conciencias.
Fue tal el escándalo que, a pesar
de haber superado la censura previa y contar con el permiso pertinente, el
gobernador de Madrid ordenó la clausura del teatro y la interrupción de las
funciones.
Rosario, que había perdido una buena
cantidad de dinero al haber producido ella misma la obra, decide entonces hacer un
viaje por Europa a fin de que las aguas volviesen a su cauce. A su regreso se
traslada a vivir a un pueblecito de Santander en compañía de su madre y su
joven amante, Carlos Lamo Jiménez.
Allí Rosario montó una granja y se
convirtió en una experta en avicultura, a resultas de lo cual publicó en el
diario
El
Cantábrico de Santander
una colección de artículos técnicos sobre este primitivo recurso agrario, llegó
a recibir una medalla por sus estudios prácticos, investigaciones y labor de
difusión de la industria avícola, como un planteamiento de alternativa para la
mujer rural.
Después de que los dueños de la
finca santanderina en que había montado la granja le rescindieran el contrato,
quizás presionados por las fuerzas conservadoras, Rosario se traslada a
Asturias donde residirá hasta su
muerte.
Últimos años
Pero en esta última etapa de su
vida, Rosario volverá a soliviantar las conciencias de los estamentos más tradicionales
con la publicación de un artículo, en 1911, en el periódico parisino «L'Internationale» donde muestra su indignación e ironiza
a propósito de los insultos a un grupo de mujeres estudiantes cuando salían de
sus clases en la Universidad Central (las mujeres aún no eran aceptadas
plenamente en las universidades españolas). El artículo, reproducido en “El
Progreso de Barcelona”, causó tal revuelo que desató una huelga masiva de
estudiantes.
El gobierno decidió tomar partido
del lado de los huelguistas, planteándose la detención de Rosario de Acuña.
Ante tal perspectiva, la escritora decide exiliarse a Portugal. Dos años
después, gracias a un indulto propuesto para ella por el conde de Romanones,
Rosario puede volver a España.
Rosario
de Acuña vivió aún diez años más comprometida con sus ideales. Falleció, de una
embolia cerebral, el 5 de mayo de 1923 en su casa de “La providencia”, en
Gijón, y fue enterrada en un cementerio civil como había dejado claramente por
escrito en su testamento llevada por su anticlericalismo: “separada
de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados de
múltiples estudios y observaciones, quiero que conste así, después de mi
muerte, en la única forma posible de hacerlo constar, que es no consintiendo
que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de
este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras,
que es mi desprecio completo y profundo del dogma infantil y sanguinario, cruel
y ridículo, que sirve de mayor rémora para la racionalización de la especie
humana".
Su obra
La obra total de Rosario de Acuña
es muy extensa y abarca la mayor parte de géneros de creación escrita: teatro,
poesía, libros didácticos, ensayo y artículos periodísticos.
Los escándalos de su producción literaria fueron muy
notorios y destacados, aunque estos, según los expertos, no restan importancia
a su calidad.
Actualmente, y de forma anual, en
Gijón se convoca el "Premio para trabajos de investigación de calidad en
Asturias" que lleva su nombre.