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IMPERIO PERSA: HISTORIA, EXPANSIÓN E IMPACTO EN LA CIVILIZACIÓN MUNDIAL

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El Imperio Persa es uno de los más antiguos y poderosos que ha conocido la historia. Su origen se remonta al siglo VI a.C., cuando Ciro II el Grande unificó bajo su mando a varios pueblos de la región de Persia, actual Irán. Su expansión se extendió por gran parte de Asia, África y Europa, llegando a dominar territorios que hoy corresponden a Turquía, Egipto, Siria, Irak, Afganistán, Pakistán y parte de la India. Su legado cultural, político y religioso ha influido en muchas civilizaciones posteriores, desde los griegos y los romanos hasta los árabes y los mongoles. Dinastía Aqueménida La fundación del Imperio Persa El Imperio Persa se originó a partir de la unión de dos pueblos indoeuropeos que habitaban en el suroeste de Asia: los medos y los persas. Estos pueblos compartían un origen común, una lengua similar y una religión basada en el culto al dios Ahura Mazda. Los medos se habían establecido en el norte de Persia, mientras que los persas se habían asentado en el sur. Los medos fu...

GUTIERREZ SOLANA, EL PINTOR DEL FEÍSMO ESPAÑOL DEL 98

Su pintura refleja una visión pesimista de España, que comparte con la Generación del 98.

Su peculiar y trágico expresionismo le encumbró como el mejor cronista gráfico de la España de su época.


 Pesimismo y costumbrismo

José Romano Gutiérrez-Solana y Gutiérrez-Solana nació en Madrid (España) un 28 de febrero de 1886.

Comienza sus primeros pasos en el dibujo con su tío José Díez Palma, catedrático de dibujo en la, y a los catorce años ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (1900-1904).

Entre 1909 y 1917 sus padres trasladaron su residencia a Santander por lo que el joven Solana vivió esos años a caballo entre la ciudad cántabra y Madrid, pero también  haciendo frecuentes viajes por las dos Castillas, Aragón y Andalucía, tomando bocetos y apuntes.

Después de permanecer por algún tiempo en el extranjero, en 1919 se instala de nuevo en Madrid. Disfrutando del dinero que le pasaba su padre, toma lecciones de canto, se aficiona al cine, a los toros (llegó incluso a ser peón de la cuadrilla del torero Bombé), a los carnavales, los bailes, los merenderos, los cementerios, los hospitales, los burdeles y al  ambiente del lúmpen y del Rastro madrileño.


También se hace asiduo del Museo del Prado, el Museo Arqueológico y de las tertulias del Nuevo Café Levante donde alterna con Valle Inclán, Ricardo Baroja, Romero de Torres y Zuloaga; así como del café de Pombo que preside Gómez de la Serna donde conocerá a otros pintores, escritores e intelectuales como Francisco Iturrino, los hermanos Azubiarre, Manuel Abril, Anselmo Miguel Nieto, José Bergamín, Tomás Borrás, Salvador Bartolozzi y José Cabrero. Precisamente, su afición a este tipo de reuniones intelectuales lo plasmará más tarde en su obra La tertulia del Café de Pombo (1920) que es, tal vez, la obra más emblemática de José Gutiérrez Solana, hoy expuesta en el Museo Reina Sofía.

Autorretrato
Pero todo ello también le permite estudiar al pueblo madrileño profundamente, como se puede comprobar en sus cuadros y en sus escritos, en los que retrata la España del momento.

Su interés por representar temas de tono costumbrista y, en especial, por reflejar la vida callejera del Madrid de su época, aparece en obras como El ciego de los romances, Los payasos, Los traperos, El rastro o Carnaval. En ellas tiende a utilizar colores oscuros y a recrearse en la dureza de los rostros de sus personajes. Los trazos negros, los colores pardos y un pincel duro y doliente son rasgos característicos de su particular estilo, nada académico, pero también ajeno a las vanguardias.

Aunque la obra de Solana fue inicialmente rechazada por la crítica de la época, va a obtener diversos galardones participando regularmente en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (con la Mención de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de1906; Medalla de Honor en la de Madrid de 1922 y de Barcelona en 1942), en las colectivas del Círculo de Bellas Artes (Medalla de Oro en 1943), en el Salón de Otoño de Madrid (Medalla de Oro en 1942) y en el Ateneo de Santander. A título póstumo se le concedió la Medalla de Honor de la Exposición Nacional de Bellas Artes (1945).

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En 1922 es invitado por primera vez a la Bienal Internacional de Venecia donde presenta sus obras en el Pabellón Español de la XIII edición. En los años siguientes, expone también en Nueva York, México, Brooklyn, Pittsburgh, Venecia, La Haya y París (su primera exposición en Paris en 1928 resultó un fracaso).


Al mismo tiempo que su obra pictórica se internacionaliza,  Gutiérrez Solana publicará sus escritos como: Madrid: escenas y costumbres (1913 y 1918, dos vols.), La España negra (1920), Madrid callejero (1923), Dos pueblos de Castilla (1924) y Florencio Cornejo (1926).

Sin embargo, ahora que tiene cierto prestigio y reconocimiento dentro y fuera de España, la Guerra Civil provocará su exilio en París, junto a su hermano Manuel, en 1937. Es en esta etapa cuando escribe sus cuadernos de París. En 1939 los hermanos regresan a España, previa publicación de un escrito de adhesión al Movimiento Nacional en la revista España.

Gutiérrez Solana morirá en Madrid el 24 de junio de 1945. Habiendo testado a favor de su hermano Manuel que, al adoptar a Emilia, joven al cuidado de los hermanos en la casa familiar durante muchos años, convierte a ésta en legítima heredera de los bienes del pintor.


El archivo Solana fue adquirido por el Estado a Emilia Gutiérrez-Solana Maillo en 1999. Comprende documentos de gran interés para el estudio del artista en todas sus facetas. Incluye  más de ochenta manuscritos -entre los que destacan los apuntes de París, objetos, artículos periodísticos, fotografías, obras y bocetos originales de diferentes autores y otros materiales, junto con la biblioteca personal del artista, muchos de cuyos libros están dedicados por sus autores, así como algunas publicaciones posteriores al fallecimiento del artista, procedentes de la biblioteca familiar. 

Estilo y obras

A su pintura, de gran carga social, se la ha tachado de “feista” por destacar la miseria de una España sórdida y grotesca mediante el uso de una pincelada densa y de trazo grueso en la conformación de sus figuras. Su paleta tenebrista resalta el oscurantismo de la España del momento, por lo que los ambientes y escenarios de sus cuadros son siempre arrabales, rastros, ferias, tabernas, comedores de pobres, coristas, puertos pesqueros, carnavales, tullidos, prostíbulos, ejecuciones, etc.. Los colores predominantes de su paleta serán el ocre y el negro.


Su obra puede estructurarse en torno a tres temas: las fiestas populares (El entierro de la sardina), los usos y costumbres de España (La visita del obispo) y los retratos (1920, Mis amigos).

Trabaja también el grabado, generalmente al aguafuerte, insistiendo en una técnica directa y más bien ruda, de trazos gruesos. Salvo alguna rara excepción, los diseños repiten los modelos de sus pinturas.

Como escritor posee un estilo semejante. Va a reflejar de forma muy descriptiva, vigorosa y enérgica la estampa costumbrista de su época.. Por ello la mayoría de sus obras son libros de viajes. También escribió una novela, Florencio Cornejo, en 1926.


No obstante, a pesar de la notable originalidad de sus obras, posee influencias (tanto en temas como en composición) de algunos pintores españoles del tenebrismo barroco como Valdés Leal, Ribera, Goya, Zurbarán, EI Greco y el primer Velázquez, aunque también de Brueghel el Viejo.

En la década de los 20 alcanza su madurez pictórica, sus lienzos adquieren un gran tamaño lo que contribuye a incrementar la monumentalidad de los personajes en ellos representados. Aplica el color con mayor armonía y su paleta se aclara y perfecciona.

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