Es por excelencia uno de los
pintores más representativos del paisaje inglés del periodo del Romanticismo.
Se lo
considera como uno de los primeros artistas de su país en pintar paisajes al
aire libre y tras su obra se acuñó el término “a la manera inglesa”.
Primero pasos de un autodidacta
John Constable nace un 11 de junio
de 1776 en Suffolk (Gran Bretaña) en el seno de una familia próspera, su padre
era un molinero enriquecido y miembro relevante de su comunidad.
Cuando terminó la escuela, el
pequeño John comenzó a trabajar en el negocio familiar, ya que su hermano mayor
tenía cierta deficiencia mental que le imposibilitaba hacerlo. Por ello, la
educación de Constable como pintor se puede decir que es básicamente
autodidacta.
Con diecinueve años, Constable se
traslada a Londres para trabajar como dibujante topográfico. Dos años después
va a trabar amistad con la familia Fisheren, cuyo hijo mayor, con el tiempo
obispo de Salisbury, será el que le encargo un lienzo con la vista de la
Catedral de esa ciudad.
También va a recibir el apoyo en
su carrera artística del duque de Dysart, que convencerá a su padre para que le
permita estudiar en la Academia Real de Londres.
Inspirándose en Rubens, Caracci, Ruusdale o Joshua Reunolds, entre otros maestros, en 1802,
expone por primera vez en la Real Academia. A partir de entonces expondría con
regularidad, progresando con cierta lentitud.
Ese
mismo año, le ofrecen ser profesor de dibujo en la universidad militar de
Marlow, pero rechaza el ofrecimiento ya que había decidido convertirse en
pintor profesional de paisajes, a pasar de la relevancia que tenía el retrato
en la época.
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Autorretrato |
Constable
consideraba el paisaje
un mundo dramático lleno de sugestiones nuevas tanto para el ojo como para el
espíritu, razón por la cual, posteriormente, fue considerado un magnífico
narrador de la naturaleza de las tierras británicas.
Sin
embargo, y aunque su padre le mantenía, para conseguir algo de dinero también
tuvo que dedicarse al retrato, copia de los clásicos y a la pintura religiosa.
En estos primeros años, trabaja especialmente sobre dibujos con acuarela, tiza y lápiz
de senderos, cabañas y puentes del entorno que le rodea. Pero poco a poco, su
visión pintoresca de la naturaleza va dejando paso a una pintura más
naturalista y alejada de estereotipos. Sobre 1810 comenzará a pintar paisajes
directamente al aire libre, considerándosele el primer pintor inglés en
hacerlo.
Paisajista
considerado y relevante
En 1819
viaja a Venecia y Roma donde conocerá las composiciones paisajísticas de Lorena
y Poussin.
Se casó
en 1816 con Maria Bicknell y juntos tuvieron siete hijos. Fue un matrimonio
excepcionalmente feliz, oscurecido sólo por la precaria salud de la mujer. En
un intento de mejorarla, acudieron a Brigton en 1824. Allí Constable estudió
los cambios atmosféricos, es decir, las tonalidades de la luz natural.
Este
periodo (1816-25) fue especialmente fecundo para Constable, y donde produjo la
mayor parte de sus grandes obras maestras (La bahía de Weymouth; La
inauguración del puerto de Waterloo; Cabllo blanco; La catedral de Salisbury y
La carreta de Heno).
Con su
obra La carreta de Heno obtuvo una medalla de oro en el Salón de 1824 de
París, siendo acogido además elogiosamente por la crítica y considerándolo como
un ejemplo de vanguardia en la representación naturalista del paisaje.
A partir
de aquel momento, fue un gran impulsor de la técnica de dividir las pinceladas
para expresar las variaciones de la luz. Influyendo de manera significativa en
pintores como Delacroix, Géricault y los miembros de la Escuela de Barbizon,
puntas de lanza del futuro movimiento impresionista.
En 1829
fue elegido miembro de la Academia Real inglesa, pero esta elección se torno
amarga ya que ese mismo año muere su esposa de tuberculosis, lo que le sumió en
gran depresión de la que nunca se recuperó del todo. Más tarde comenzó a
impartir en dicha Academia clases sobre
la historia del paisaje y a dar conferencias sobre este asunto en la Sociedad
Literaria de Hampstead y en la Royas Institution, pero cuatro años después, el
31 de marzo de 1837, muere, posiblemente a causa de un infarto, a la edad de
sesenta y un años.
Su
obra
Al
principio de su carrera, para poder disponer de algún dinero, además de algunos
paisajes, pintó sobre todo retratos y cuadros religiosos.
Sin
embargo, a partir de 1820 se dedicaría casi exclusivamente a plasmar los
paisajes de su entorno más cercano como los de Suffolk, Essex y Brighton.
Se le considera el gran renovador del paisajismo inglés. Pero sus primeros paisajes
no son del todo realistas, son brillantes y coloristas, sino recordatorios de
su memoria, porque Constable no busca el realismo exacto en la representación
de las cosas, sino que lo que trata es de evocar lo que él recuerda de los
paisajes de su niñez y la emoción que ello le inspira.
A partir
de 1825 será cuando en su obra se vaya viendo poco a poco un naturalismo más sombrío y melancólico, de
añoranza, donde los paisajes se cargan más de sentimiento y dramatismo gracias
al claroscuro de la luz de los elementos naturales con los que juega en sus
lienzos. Pero ese primer naturalismo va a dar paso a un mayor expresionismo y
subjetividad a la hora de pintar esos paisajes al aire libre. Se preocupándose
menos por la minuciosidad naturalista y más por los efectos de la luz y la
atmósfera sobre el agua, el cielo o las hojas de los árboles.
Sin embargo, también recurrirá en sus últimas
obras a los paisajes de su niñez y juventud gracias a su fecunda memoria y a
los apuntes y dibujos tomados en aquellos años, recuperando en buena parte de
ellas los elementos pintoresquistas que tanto gustaban al gran público.
Para su
pintura de paisajes se inspiró especialmente en los efectos ambientales de la
luz sobre la naturaleza. Elige paisajes con nubes inestables, en los que el
aspecto cambia de un momento a otro y con ello la luz, la sombra y la
perspectiva.
Su
técnica a la hora de
acometer una obra consistía en realizar tres o cuatro bocetos, aplicando, a
continuación, una solidísima paleta de gran consistencia sobre la que,
aprovechando el grosor de la materia, aplicaba unos toques blancos que
conferían al paisaje una enorme brillantez.
Igualmente,
se considera a Constable todo un maestro, y pionero en la técnica, en el uso de
la mancha a la hora de captar los volúmenes, algo que queda de manifiesto en
sus representaciones de árboles, nubes, agua, etcétera. Asimismo, gracias a su
práctica habitual de salir al campo al encuentro directo con la naturaleza, fue
capaz de captar paisajes muy descriptivos, casi anecdóticos.
Buena
parte de la modernidad de las obras paisajísticas de Constable radica en el
hecho de presentar un mismo monumento a distintas horas del día con el fin de
buscar la experimentación del ojo humano y apreciar cómo un elemento estático,
es capaz de cambiar en función de los condicionantes climáticos y ambientales.
La producción final de Constable,
consagrado tardíamente en su propio país (aunque poco después de fallecer sus
cuadros serían imitados y falsificados), acusa
aún más si cabe la recurrencia de la mancha, presentando composiciones partidas
por una línea de horizonte y unos fondos que vienen a anunciar el posterior
Impresionismo.