Se le considera uno de los mayores
artistas barrocos de la pintura y
el grabado, siendo durante veinte años el maestro de prácticamente todos los
pintores neerlandeses,
Rembrandt
fue un experto tanto en los retratos de sus contemporáneos como en sus
autorretratos, las escenas bíblicas y los grabados.
Un joven genio llamado Rembrandt
Rembrandt Harmenszoon van Rijn (Leiden,
1606-Ámsterdam, 1669) es con toda
seguridad el artista más importante de la historia de los Países Bajos.
Su aportación a la pintura
coincide con lo que los historiadores han dado en llamar la Edad de Oro
neerlandesa, el considerado momento cumbre de su cultura,
ciencia, comercio, poderío e influencia política. Sus dibujos y pinturas fueron
siempre muy populares, gozando también de gran fama entre los artistas, pero la
grandeza de su genio y
las cualidades de su obra trascendieron a Holanda.
Rembrandt
fue retratista, pintor de historia, paisajista pintor de género y grabador, un
fenómeno nada habitual en Holanda, además de que su producción se relaciona más
estrechamente con corrientes y tendencias estilísticas europeas que con los géneros
típicamente neerlandeses. Ni tampoco la realidad cotidiana fue el fundamento de
su arte, sino su profunda espiritualidad individual.
Desde muy
joven, Rembrandt, amalgamando realismo naturalista y visión fantástica, emplea
el claroscuro como un sutil instrumento de persuasión para crear una pintura
delicada y con dramáticos efectos del foco de luz. Se convertirá pues en un
maestro en transmitir la emoción por un gesto o por la expresión de un rostro,
pero sobre todo por los efectos dramáticos de una luz sorprendente que, además,
se convierte en protagonista del cuadro.
Junto a
cuadros de historia, bíblica o alegórica, en la que sus personajes gustan de
aparecer con vestimentas exóticas, armaduras, capas estofadas, etc., evocadoras
de fantasías orientales, Rembrandt pintó gran cantidad de retratos con figuras
aisladas, de hombres y de mujeres, en su mayoría ancianos.
Atento a
sus propias vivencias interiores y a sus diversos estados de ánimo, ejecutó
además varios de sí mismo, fisionómicos unos, de carácter otros, de expresiones
fugaces e inestables, pero siempre dejando que la luz defina psicológicamente
su ego, su inquieta ebullición y ese profundo desengaño que le acompañó hasta
su muerte.
A partir
de 1628, la amplitud temática, estilística y técnica que domina a su pintura,
se percibe en su actividad paralela y autónoma de grabador y dibujante. A ese
año corresponden los primeros aguafuertes, a veces realzados a la punta seca,
de líneas muy finas y precisas, y los primeros dibujos a la aguada, a la
sanguina y/o al carboncillo, de grafía más sumaria, pero igualmente muy
cuidada, con los que Rembrandt creó unas obras de acentuado claroscuro y de
elevada expresividad, tan dramáticas (y, por supuesto, más vivaces) como las
pinturas del mismo período.
En contraste con su exitosa
carrera pública, la tragedia personal y la ruina económica marcaron los últimos
años de Rembrandt.
Entre 1635 y 1641 su esposa Saskia
dio a luz a cuatro hijos, pero sólo el último, Tito, sobrevivió. Ella misma
moriría en 1642 a la edad de 30 años.
Hendrickje Stoffels, contratada
como su ama de llaves cerca de 1649, con el tiempo se convirtió en su amante y
fue el modelo para muchos de sus cuadros.
A pesar del éxito financiero de
Rembrandt como artista, profesor y marchante de arte, su inclinación por la
vida ostentosa le obligó a declarar la quiebra en 1656. Un inventario de su
colección de arte y antigüedades, tomada antes de una subasta para pagar sus
deudas, mostró la amplitud de intereses de Rembrandt: escultura, pinturas
renacentistas flamencos e italianas, arte del Lejano oriente, obras holandesas
contemporáneas, armas y armaduras. Sin
embargo, los resultados de la subasta - incluyendo la venta de su casa –
no fueron suficiente.
Por el contrario, estos problemas
no afectan en absoluto la obra de Rembrandt;
en
todo caso, su arte se incrementó.
Algunas
de las grandes pinturas de este periodo son
La
novia judía (1665),
Los síndicos de la tela Gremio (1661, Rijksmuseum, Amsterdam),
Betsabé (1654, Louvre, París),
Jacob bendice a los hijos de José (1656, Staatliche Gemäldegalerie ,
Kassel, Alemania), y un autorretrato (1658, Frick Collection).
Su vida personal, sin embargo,
continuó empañada por la tristeza. Su
amada Hendrickje murió en 1663, y su hijo, Tito, en 1668- sólo 27 años de edad. Once meses más tarde, el 4 de octubre
de 1669, Rembrandt murió en Ámsterdam a la edad de 63 años, siendo uno de los más innovadores y
excepcionales artistas de todos los tiempos.
Sus autorretratos
De entre las 2.300 obras que se conocen
de Rembrandt hay al menos 90 autorretratos – unas 50 pinturas, 32 grabados y 7
dibujos --, además de aparecer en al menos otras cinco obras como espectador o
participante en la acción. Ningún
otro gran artista es conocido por haber representado a sí mismo con tanta
frecuencia.
No fue hasta el siglo XIX y XX,
cuando los eruditos estudiaron la obra de Rembrandt en su conjunto, que se
descubrió cuán las veces que el artista había retratado a sí mismo. El por qué Rembrandt hizo esto es uno
de los grandes misterios de la historia del arte.
La mayoría de los estudiosos,
hasta hace unos veinte años, han interpretado sus autorretratos como una
especie de diario visual y un ejercicio de auto-examen y auto-conocimiento, una
especie de diálogo interior de un artista solitario. Pero también como si Rembrandt
sintiese la necesidad de conocerse a sí mismo para penetrar en el interior de
sus personajes.
Sin embargo, análisis más
recientes apuntan a que los auto-retratos de Rembrandt fueron estudios de la
cabeza y el hombro en los que el modelo expresa una emoción particular.
Esta teoría se correspondería con
el hecho de que en el siglo XVII hubo un mercado floreciente de obras con este
tipo de estudios que se consideraban un género aparte, aunque para un artista
también servían para analizar tipos faciales y expresiones humanas. Así, por
ejemplo, se conservan grabados de Rembrandt donde muestra temor, sorpresa,
frunciendo el ceño con ira, sonriendo, o enfadado, es decir, expresando
distintas emociones en su cara.
Los partidarios de esta teoría
dicen que Rembrandt pudo haber utilizado su propia cara, porque el modelo le
salía barato, pero que quizás estaba matando dos pájaros de un tiro ya que al
vender estos estudios Rembrandt se estaba haciendo publicidad a sí mismo ya que
la amplia difusión de estas expresiones favorecía la reputación de Rembrandt
como artista.
Rembrandt
grabador
Si bien
entre los pintores flamencos y holandeses del “Seiscientos” no fue excepcional
alterar sus trabajos pictóricos con una dedicación al grabado de estampas
sueltas o de láminas para ilustración de libros, Rembrandt (con una producción
total cercana a los 400) consagró de una vez por todas la figura del
pintor-grabador, creador que no reproductor, otorgándole un prestigio hasta el
momento desconocido.
A
diferencia de Rubens, por ejemplo, los dibujos de Rembrandt no son tanto
trabajos de estudio y preparación de obras de más envergadura cuanto que
creaciones definitivas en sí mismas en los que -como en sus pinturas- tradujo,
con trazos poderosos la realidad contemporánea.
Una mala visión
Tras
analizar los autorretratos de Rembrandt los investigadores del Colegio de
Medicina de Harvard (Estados Unidos) concluyeron que el gran pintor holandés
posiblemente tenía un "ojo vago" o estrabismo.
Según
estos expertos, la “anomalía” en su visión probablemente le permitía percibir
el mundo como una imagen plana. En el caso de Rembrandt, mientras que un ojo
miraba de frente, el otro lo hacía hacia afuera, lo que implica que sólo podía
ver el ancho y el largo de una imagen pero no la profundidad, pues es el
alineamiento perfecto de los ojos, conocido como visión estereoscópica, lo que
permite que veamos en tres dimensiones.
En todos
los casos menos uno el ojo de la derecha en la pintura de Rembrandt mira de
frente y el de la izquierda, de lado. Eso sugiere que el ojo afectado era el
izquierdo pues las pinturas se hacían mirando a un espejo.
En los
grabados, es el ojo opuesto el que parece ser el afectado, pero eso se debe a
que la izquierda y la derecha aparecen al revés pues el método implica grabar
líneas en una placa de metal y usarla para imprimir la imagen.
Los neurobiólogos del estudio
consideran que es más difícil reproducir en el lienzo una escena si la
percibimos en tres dimensiones que en dos, por eso, señalan que los profesores
de arte a menudo le dicen a los estudiantes que cierren un ojo para poder
convertir la escena en una imagen plana por los que la estereoceguera pudo no
ser una discapacidad para Rembrandt sino más bien una ventaja.
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