Pintó escenas de género y retratos, pero
es más conocido como un especialista en efectos de perspectiva.
También son famosas sus peep-show cajas
que muestran un mundo pintado en miniatura visto a través de una pequeña
abertura.
Siglo de Oro holandés
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La pintura holandesa del Siglo de
oro, que abarca el siglo XVII, posee muchas de las características del Barroco
europeo, sin embargo, carece normalmente de la idealización y el esplendor
típicos de este. No obstante, la mayor parte de las obras de estos artistas
holandeses (fue un periodo muy fecundo en diversos géneros) reflejan un
detallado realismo.
Otro rasgo distintivo es la
escasez de pintura religiosa (el calvinismo holandés la vetaba en las iglesias
por lo que el arte holandés tuvo que reinventarse tras el corte con la
tradición cultural católica), aunque si eran aceptados los temas en las casas
privadas, pero se produjeron relativamente pocos.
Hubo también pintura de historia y
retratos, pero el período destaca más por una amplia variedad de otros géneros
(más fáciles de vender y mejor aceptados por el público), subdivididos en
numerosas categorías especializadas, como escenas de la vida campesina,
paisajes, paisajes urbanos, o con animales, marinas, flores y bodegones.
Los holandeses del siglo XVII
influyeron de manera decisiva en el desarrollo de estos géneros ya que las
Provincias Unidas era la nación más próspera de Europa, liderando el comercio,
la ciencia y el arte. El arte holandés,
especialmente, era motivo de orgullo nacional. Así, salvo los retratos, la
mayor parte de los cuadros se realizaban sin venir precedidos de un encargo
específico, a diferencia de lo que ocurría en el resto de Europa.
Los visitantes de
los Países Bajos se sorprendían de las enormes cantidades de arte que allí se
producían y las grandes ferias en las que se vendían muchos cuadros. Aunque con
tal volumen de producción, los precios eran bastante bajos, excepto en el caso
de los mejores artistas. Los que no gozaban de gran reputación o que pasaban de
moda, incluyendo muchos hoy considerados entre los más grandes del período,
como Vermeer, Hals y Rembrandt en sus últimos años, tuvieron
considerables problemas para ganarse la vida (muchos tenían otros trabajos o
tuvieron que abandonar la pintura) o murieron pobres.
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Peep-Show |
La mayoría de los cuadros eran
pequeños, salvo los retratos de grupo (la pintura mural se cultivó poco) ya que
se prefería colocar lienzos enmarcados cuando se necesitaba decorar la pared de
un edificio público.
Según los
expertos, la calidad técnica de los artistas holandeses de este periodo era
generalmente muy alta. La mayoría de estos se continuaron formando como
aprendices de un maestro en su taller. Pero proliferaron las corporaciones
profesionales de pintores. Ya no solamente estaba la famosa Guilda de San
Lucas, sino que aparecieron otras nuevas como la de Ámsterdam, Gouda,
Rótterdam, Utrecht, Delft y la de Leiden.
Aunque la pintura
de paisaje tuvo mucho éxito en el momento, sin duda, la pintura de género fue
la que gozó de una mayor popularidad, siendo rasgo más característico de la
pintura holandesa de la época.
Dentro de la
pintura de género se distinguían categorías dentro de este género: figuras
solas, familias campesinas, escenas de taberna, fiestas de la «alegre
compañía», mujeres trabajando en sus hogares, fiestas en la ciudad o en el
pueblo, mercados, barracones, con caballos o animales de granja, en la nieve, a
la luz de la luna, etc. Cada clase tenía un término específico, y los artistas
solían especializarse en uno de estos sub-géneros.
Fue tal la
consideración y el reconocimiento que tuvieron estos pintores y sus obras que
los historiadores del arte señalan que ningún pintor holandés de los doscientos
años posteriores fueron reconocidos fuera de los Países Bajos.
Van Hoogstraten
Uno de estos pintores holandeses
del Siglo de Oro fue Samuel Dirksz van Hoogstraten (1627-1678).
Este artista fue primero alumno de
su padre, Dirk van Hoogstraten, mientras vivía en Dordrecht hasta alrededor de
1640. Cuando este murió, Samuel cambió su residencia a Ámsterda, y entró en la
escuela de Rembrandt.
Al terminar su aprendizaje comenzó
como maestro y pintor de retratos. También por esa época realizó viajes a
Viena, Roma y Londres, retirándose finalmente a Dort. Allí se casó en 1656, y
tuvo un cargo como preboste de la ceca.
A lo largo de su carrera Van
Hoogstraten incursionó e imitó diferentes estilos, particularmente a su maestro
Rembrandt, pero hacia finales de 1650 empieza a adquirir una identidad propia
que lo caracterizará.
Además de por sus retratos
asomados a la ventana, se distinguirá por su habilidad como pintor de
arquitectura y perspectivas. Hoogstraten también empleó su habilidad con la
perspectiva para construir cajas «peepshow» donde se ven en miniatura (a
través de pequeños agujeros a cada lado de la caja) interiores de casas en tres
dimensiones.
Van Hoogstraten, además de pintor
y grabador, también fue poeta y dramaturgo, hombre político y ensayista de
arte. Su tratado más importante sobre pintura es: Introducción a la Academia
de Pintura , Rótterdam
1678, que es por su tamaño y amplitud teórica uno de los tratados de pintura
más ambiciosos publicados en los Países Bajos en el siglo XVII.