Además de asceta, reformador y
político, Cisneros fue un generoso mecenas de instituciones y obras culturales
y científicas, cumpliendo el ideal del hombre renacentista.
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Biblia Políglota Complutense
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Faceta religiosa
Gonzalo
Jiménez de Cisneros, más tarde conocido como Francisco, nació en 1436 en la
localidad madrileña de Torrelaguna en el seno de una familia de hidalgos
pobres.
Como muchos jóvenes de su
condición y clase, inició carrera eclesiástica cursando estudios en Roa, para
después trasladarse a Alcalá de Henares. Posteriormente se trasladó a Salamanca
para estudiar Teología y Derecho. Su faceta de estudiante concluiría en Roma,
donde fue además nombrado sacerdote.
Tras el
fallecimiento de su padre, Cisneros regresa a Castilla.
En enero de 1471 es nombrado arcipreste de Uceda por el papa Pablo II. Este
hecho le lleva a un enfrentamiento con el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo,
que reservaba el puesto para un familiar suyo, lo que le valió ser encarcelado
por aquél, pero aún así, no renunció a su cargo, siendo mantenido en él por su
primer protector, el cardenal Gonzalez
de Mendoza, arzobispo de Toledo.
Fue liberado en 1480, después de
seis años de confinamiento, y trasferido, como capellán mayor, a la catedral de
Sigüenza por el cardenal Mendoza Allí será donde de comienzo su prestigiosa
carrera eclesiástica y política.
Cuenta
la historia que en 1484 Cisneros sufre una profunda crisis espiritual. Descubre
su vocación al retiro y decide hacerse franciscano. Ingresa en la orden, probablemente en el convento de San Juan de los Reyes
(Toledo), que había sido recientemente edificado por los Reyes Católicos,
cambia su nombre, por el de Francisco y pasa a vivir en los conventos de El
Castañar y La Salceda (Guadalajara). Durante siete años llevó una vida monacal.
Cuando en 1492 fray Hernando de
Talavera es designado arzobispo de Granada, queda vacante el puesto de Confesor
de la Reina y el cardenal Mendoza decide recomendar para este cargo a Cisneros.
Será este el momento en el que,
fray Francisco, comenzará a intervenir en la vida política como consejero de
Isabel la Católica.
De allí
lo sacó la reina
Isabel la Católica en el año 1492, tras convencerle de
que aceptara ser su
confesor,
siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal González
de Mendoza, primer protector de Cisneros.
A partir
de entonces, fue nombrado provincial de la orden franciscana, y acometió en
ella una profunda reforma. Más tarde reformó el clero secular.
En 1495
muere el cardenal Mendoza, lo que hará dar a la carrera política y religiosa de
Cisneros un salto cualitativo: fue consagrado arzobispo de Toledo, lo que en la
Baja Edad Media significaba ostentar el mayor poder tras
La Corona, al ser
Primado de España y Canciller Mayor de Castilla.
Desde este puesto, en 1495 y
recibiendo una orden directa del papa Alejandro VI, dirigió y promovió la
reforma de las comunidades religiosas españolas, especialmente de su propia
orden, tratando de restablecer la observancia estricta de la regla franciscana,
la cual prohibía entre otras cosas la posesión de propiedades, e intentando
poner freno a las inmunidades y privilegios.
Era ya
tal la confianza que los Reyes Católicos les tenían a Cisneros que en 1499 le
encomendaron la misión de evangelizar a los musulmanes de la recién conquistada
provincia de Granada. Los métodos represivos empleados por el cardenal
cumplieron su objetivo ya que fueron varios miles los musulmanes convertidos al
cristianismo, pero su actitud intransigente
despertó también el odio y el descontento de los musulmanes. Cisneros usó la
mano dura contra los rebeldes e hizo encarcelar a los más activos. Consecuencia
de todo ello fue el levantamiento de Granada y la terrible guerra de guerrillas
en las Alpujarras. En 1502, dominada la insurrección, obtuvo de los reyes la
orden de que los mudéjares de Castilla fuesen obligados a convertirse o a
emigrar.
Faceta política
El año
1504 va a ser decisivo para Cisneros, pues será aupado por los acontecimientos
a las más altas cotas del Estado desempeñando un papel fundamental. Con la
muerte de Isabel la Católica, ese año, su hija Juana hereda el reino, pero con
la condición de que su estado mental se lo permita, sino, el gobierno pasará a
manos de Fernando el Católico. Esto plantea
una crisis sucesoria en Castilla que se divide en dos bandos: los partidarios
de Fernando y los de Felipe el Hermoso, el esposo de Juana. La solución
temporal llegó con la concordia de Salamanca (24 de septiembre de 1505), que reconocía a Felipe como rey
consorte y hacía que Fernando se retirase a sus reinos.
Sin embargo, esta concordia dura
poco a causa de la temprana muerte de Felipe en 1506, y obliga a una regencia
con los nobles más fieles a la memoria de Isabel y que encabezará Cisneros, el
cual se encargará de cortar de raíz las pretensiones de los borgoñones de
entregar la regencia al emperador Maximiliano de Austria (padre de Felipe).
Sin
consultar a Juana, Cisneros acudió a Fernando el Católico para que regresara a
Castilla, y se erige
desde ese momento en regente del reino con dos objetivos muy claros: el
inmediato regreso de Fernando a Castilla y el mantenimiento del orden
nobiliario, encaminados ambos al fortalecimiento del poder real.
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Colegio Mayor San Ildefonso (Univ. Alcalá de Henares)
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La reina, que no había reclamado a
su padre para gobernar, de hecho, llegó a prohibir la entrada de Cisneros a
palacio. Pero este, aunque sin ese apoyo, pretende dar legalidad a su
nombramiento como regente de Fernando el Católico, con la convocatoria de
Cortes, pero la reina se negó a ello.
En premio a su fidelidad, cuando
Fernando regresa a Castilla, consigue para Cisneros la dignidad cardenalicia en
1507 y le encomienda la dirección de la Inquisición.
Pero en
1516 fallece también Fernando el Católico y Cisneros, por disposición
testamentaria, vuelve a ser nombrado regente de Castilla a la espera de la
llegada del joven príncipe Carlos, hijo de la reina Juana, que se encontraba entonces en
Flandes,
para que ocupara el trono.
Esta
etapa, de casi dos años, será quizás la más difícil de su carrera política ya
que se tendrá que enfrentar a diversas sublevaciones nobiliarias, aprovechando
el "vacío de poder", con el fin de recuperar sus privilegios perdidos
durante el reinado de Isabel. Pero Cisneros se mantuvo firme en su política
centralista y de fortalecimiento del poder real, objetivo que consiguió con
creces.
También consiguió frenar los intentos de los colaboradores flamencos
del rey Carlos I por intervenir en la política castellana así como a los
partidarios del otro hijo de Juana, Fernando, que había sido educado en España
por su abuelo, y que querían fuera el heredero; y los graves conflictos
exteriores como el deseo por parte de Francia de tomar Navarra y presiones de
los corsarios berberiscos en el norte de Africa.
El 8 de
noviembre de 1517, cuando iba al encuentro del nuevo rey, Carlos I, Cisneros
fallecía en Roa (Burgos) sin llegar a encontrarse con el monarca. Su muerte le
evitó la humillación que los colaboradores flamencos de Carlos le tenían
preparada, nada más y nada menos que la destitución de todos sus cargos, lo
cual hubiese significado, además, una manera de no reconocer sus desvelos por
mantener el control del país y devolver el prestigio que la monarquía había
perdido.
Faceta cultural
Pero
Cisneros no sólo participó activa y decisivamente en la configuración del nuevo
Estado pretendido por los Reyes Católicos y en la reforma de la vida religiosa
que había caído en una gran relajación moral, también acometió la reforma
educativa con la fundación en Alcalá de Henares de una de las instituciones que
más ha influido en la vida cultural española: la Universidad Complutense o
Cisneriana.
La universidad fue fundada en el año 1499 a partir del antiguo Studium Generale de Alcalá de Henares, del que Cisneros fue alumno.
Esta fue fue la primera
universidad renacentista, humanista y universal de España y Cisneros,
consciente de ello, no escatimó esfuerzos para dotar a su Colegio del marco
urbanístico adecuado, de una buena financiación y de los mejores maestros de la
época.
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Cisneros
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La
primera piedra del edificio que lo albergaría la puso Cisneros el 14 de marzo
de
1501; en
1508 comenzaron las clases y en
1510 dotó a su fundación de unas
Constituciones. Cisneros dotó a la nueva Universidad de Alcalá con una magnífica
biblioteca, en la que un elevado porcentaje de libros versaba sobre ciencias
naturales.
Además
hizo construir la
Iglesia Magistral de Alcalá de Henares (actualmente
Catedral Magistral) situada en pleno centro de la ciudad, en la que se haría su
sepultura (hoy día en la capilla de San Ildefonso, adscrita al antiguo
Colegio Mayor del mismo nombre).
El gran proyecto de Cisneros se
fue ampliando con la creación de un gran número de colegios mayores y menores,
dieciocho en total, doce iglesias, ocho monasterios, cuatro hospitales y un
elevado número de obras de caridad y beneficencia.
Una vez concedida la licencia
papal para impartir enseñanzas en el nuevo Colegio Mayor, Cisneros se centra, a
partir de 1504, en organizar los trabajos para llevar a cabo una edición de la
Biblia en sus lenguas originales.
El resultado final, la Biblia
Sacra Políglota Complutense, es considerada la obra más representativa del
renacimiento español.
En ella participaron, entre otros,
los conversos Alonso de Alcalá, Pablo Coronel y Alfonso Zamora, que se encargarían de
la parte hebrea y aramea. La parte griega la trabajaron el cretense Demetrio
Ducas y Hernán Núñez, el Pinciano. Antonio de Nebrija intervino especialmente
en la corrección de la Vulgata, texto latino de San Jerónimo.
Se imprimió entre 1514 y 1517,
pero no se distribuyó hasta 1520.
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