Fortuny es el máximo exponente en España del orientalismo romántico
y uno de los pintores más importante del siglo XIX.
Se desmarcó del exotismo imperante
con obras llenar de realismo, color, luz y movimiento.
Aprendizaje
Mariano José María Bernardo Fortuny y Marsal (Reus, Tarragona 1838-Roma. Italia
1874) quedó huérfano a los seis años y fue criado por su abuelo, quien, además,
impulsó su carrera de pintor.
Su
formación artística comenzó en reus con el pintor Doménech Soberano: Después
trabajó con el platero y orfebre miniaturista Antoni Bassa, quien influirá en
la minuciosidad de su pintura años después.
Con
catorce años se traslada, junto a su abuelo, a Barcelona para trabajar en el
taller del escultor Doménec Talam, quién le pagará la matricula.
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La odalisca |
A los veinte años, con una pensión que le concede la Diputación de Barcelona, viaja a
Roma donde entablará amistad con otros artistas españoles en la ciudad como
Rosales y Dióscoro Puebla. Aquí será discípulo de Atilio Simonetti.
Dos años
después, la Diputación de Barcelona encarga a Fortuny que viaje a Marruecos con
el fin de convertirse en cronista gráfico de la contienda que en esos momentos
está teniendo lugar allí. Se integraría como pintor en el regimiento del
general Prim.
Marruecos
será una revelación para Fortuny. Descubrirá y se sentirá irresistiblemente
atraído por su luz, sus grandes extensiones abiertas y sus habitantes (llegó
incluso a aprender nociones de árabe para integrarse mejor).
Desde ese momento, dejará atrás las convenciones y academicismos y centrará su
producción pictórica en los temas orientales realizando allí algunas de sus
obras más significativas (La odalisca; Batalla de Tetuán, etc).
Tras su
regreso a Europa volvió a Roma. Contrajo matrimonio con Cecilia Madrazo, hija
de Federico Madrazo y hermana del también pintor Raimundo Madrazo, con quien
Fortuny llegaría a establecer una íntima amistad.
En 1868 el matrimonio Fortuny se instala en
Granada, donde el artista pintará diversas obras Hacia 1870 Fortuny se trasladó a París donde pudo
apreciar de primera mano no só las obras del Museo del Louvre y de Luxemburo,
sino también interesarse por las de Vernet, Fromentin, Decamps y, especialemte,
Delacroix.
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La vicaría |
También
fue el año que expuso varias obras en la sala parisina de Adolphe Goupil; esta
muestra fue elogiada por varios críticos como Théophile Gautier y fue un paso
clave en su consagración internacional.
Su fama
era ya imparable, pero los viajes (viajó brevemente a Londres, Nápoles y a la pequeña localidad de Portici,
en el sur de Italia), el éxito comercial de su obra, por medio del cual alcanzó
una posición social y económica elevada, y una numerosa clientela que le
demandaba pintura que él consideró que le impedía evolucionar, le causaron
síntomas de depresión.
En mayo
de 1874 regresó a París, regresando en el 9 de noviembre a Roma donde muere
doce días más tarde debido a una hemorragia estomacal causada por una úlcera.
Su corazón fue enterrado en Reus, su localidad natal.
Su hijo
Mariano Fortuny y Madrazo seguiría la estela de su padre y abuelo y sería un notable pintor, escenógrafo y
diseñador.
En abril
de 1875, los cuadros que aún se encontraban en su estudio y los diferentes
objetos que Fortuny había reunido en su colección privada fueron subastados en
el Hotel Drouot de París, alcanzando ya entonces precios desorbitados.
Orientalismo
En gran medida, las guerras napoleónicas en el norte de
África contribuyeron a desatar una oleada de simpatía por estos pueblos y a
aumentar el interés por lo exótico.
Durante
la época del Romanticismo, en casi toda Europa, la seducción por el oriente
cumplió un papel de alejamiento de la realidad. Los pintores que trataron el
tema acentuaron los aspectos exóticos y sensuales tanto en los paisajes como en
los interiores, la luz deslumbrante del desiertos y los fantásticos colores de
los ropajes. Los baños turcos fue uno de los temas más recurrentes permitían la
representación voluptuosa de desnudos en posturas incitantes. La sensualidad se
veía aceptable en el exótico oriente.
En España el principal ejemplo,
aunque no el único, del orientalismo fue Mariano Fortuny. En la obra orientalista de Fortuny existe un acusado
respeto por el verismo ambiental. En sus lienzos ofrece una visión que pretende
reflejar en lo posible la realidad, ajena a las interpretaciones idealizadas
ofrecidas por los pintores propiamente románticos, y por encima del exotismo.
En sus cuadros destaca sobre todo el color, la luz y el
movimiento adquiriendo la obra vivacidad, dinamismo y ritmo.
A partir de notas y bocetos que trae de
Marruecos, Fortuny realiza toda una serie de acuarelas, grabados, dibujos y
óleos, cuyos motivos y técnica brillante, atraen tanto al público como a los
propios pintores.
Tras regresar de su segundo viaje a África, comienza a
destacar en los ambientes comerciales y sus obras dominan el mercado artístico
romano durante dos décadas, entre 1865 y 1888.
La influencia de la obra de Fortuny no se limitó
exclusivamente a la que ejerció en sus amigos más próximos como Tapiró,
Moragas, Jiménez Aranda, Martín Rico o Ricardo y Raimundo Madrazo, sino que su
estilo se extendió más allá en el tiempo y en el lugar. Su estilo y el virtuosismo técnico
de su obra marcó a toda una generación de pintores europeos.
Realizó
una figuración preciosista llena de detalles y juegos de luces plasmada con
asombrosa precisión mediante un toque de pincel ligero y espontáneo.
Otra
manifestación artística que apasionó a Fortuny fue la tauromaquia. El pintor
quedó encandilado por sus valores plásticos y se impresionó con la mezcla de
color y drama ritual, elegancia y brutalidad del universo taurino.
Los
expertos en arte consideran que la temprana muerte de Fortuny, a los 36 años,
frenaron una evolución que pudo revolucionar la pintura española de haber
seguido vivo, ya que sus últimas obras apuntaban hacia una nueva línea.
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