En su
obra supo armonizar las nuevas corrientes pictóricas europeas con el
regionalismo más tradicional español.
En su
retratística confluyen la influencia de su admiración por Velázquez, Goya y
Sorolla con un estilo propio.
Formación e influencias
Sin ninguna conexión familiar con
el arte, José María López Mezquita (Granada 1883-Madrid 1954) manifestaría
desde muy niño extraordinarias dotes para la pintura.
A los
nueve años inicia su formación artística en su ciudad natal, asistiendo a
clases en el taller de José Larrocha.
Cuando
el joven José María tiene trece años, su familia se traslada a Madrid por un
tema de negocios, momento en el cual ingresa en la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, matriculándose en la sección de Pinturas y Grabados, donde fue
discípulo de Cecilio Pla.
A los
dieciocho años presenta varios cuadros a la Exposición Nacional de Bellas
Artes, ganando la medalla de oro con su “Cuerda de presos” y con menciones
especiales para los otros dos lienzos que presentó (“Granadin” y “Reposo”).
Gracias a una pensión que le fue concedida por la infanta
Isabel de Borbón, amplia su formación viajando por Francia, Bélgica, Holanda,
Inglaterra e Italia durante cuatro años, con lo que inicia su proyección internacional.
Fija su
residencia en Paris, y a partir de ese entonces participará en numerosas
exposiciones nacionales e internacionales como en el Salón de París de 1903
donde obtiene la medalla de oro por su obra “Reposo” (recibirá por esta una de
plata en Barcelona) y el Salón de Otoño de París al año siguiente donde con el
retrato “Madre del pintor”,
y el retrato de “Alice Mumford”
que le hacen merecedor del nombramiento Miembro
Sociétaire.
Era un
momento en el que la pintura impresionista francesa estaba en pleno esplendor,
por ello, es notable
la influencia en sus obras tanto de pintores españoles como Sorolla y Ramón
Casas, por la luminística, como de norteamericanos McNeill Whistler y Singer
Sargent, por la retratística elegante y mundana.
Pero
López Mezquita se va a inclinar más tarde en sus lienzos por los efectos del
claroscuro típico de los grandes clásicos del Siglo de Oro español, como
Velázquez, preocupándose especialmente por el estudio de las formas y el
equilibrio en sus composiciones.
En 1905
regresa a su Granada natal donde se consagra definitivamente como retratista con la obra "Retrato de mis
amigos" (1.906) a la que siguieron otras grandes obras como "La
Juerga", premiada en Bruselas, y "El Velatorio"(1.910).
Es una
etapa en la que, además de los retratos distinguidos de la burguesía, se
preocupa por dejar reflejados en su obra escenas costumbristas y tipos
populares ("Una monja", "Larocha", "Una
señorita") así como el paisaje de su ciudad natal ("Otoño en la Alhambra",
"El patio de Lindaraja" o "Vista del Albaycín").
En 1910 fue co-fundador de la Asociación Española de Pintores y Escultores.
Por
estas fechas contrae matrimonio con Fernanda Morales Díaz, con la que tendrá un
hijo al que pondrán el nombre de Julio. Fernanda aparecerá en muchas ocasiones
retratada por su marido, en escenas costumbristas ataviada con mantones de
Manila o en el interior de la casa.
Viajero
y cosmopolita
En 1916
ingresa como académico de Bellas Artes en San Fernando y participará en una
exposición en las Galerías Reinhardt de Nueva York, patrocinada por el rey
Alfonso XIII, cuya muestra se exhibirá en otras ciudades de Estados Unidos como
Boston o Chicago.
Estas
exposiciones realizadas en Estados Unidos, más la de la Hispanic Society,
hicieron que Archer Milton Huntington, fundador de la institución, pensara en él para
seguir con la obra que iniciara Joaquín Sorolla, una vez fallecido este, de
retratos de hombres ilustres españoles e hispanoamericanos.
Tras la Exposición de 1926 en la Hispanic Society, le seguiría un
largo periplo por Sudamérica durante el cual realizaría numerosos retratos a
gente importante tanto de la cultura como de la política de diversos países
como Uruguay, Brasil, Venezuela y Argentina, entre otros. Fueron retratos con marcado carácter documentalista con perfiles austeros, poses
rígidas y oficialistas, sin más pretensión que reflejar el aspecto físico de
los protagonistas de esas pinturas.
En el verano de 1928 regresa a España y continúa su prolífica
carrera como retratista durante varios años. Con la gran cantidad de encargos
que recibió y los cuadros que vendió López Mezquita hizo una gran fortuna en
Estados Unidos, empleando su mayor parte en valores norteamericanos y
construyendo dos magníficos estudios en España: uno en pleno palmeral de Elche,
para pintar allí los inviernos, y otro en Ávila, en un sitio muy tranquilo, al
lado de la iglesia de San Martín, entre las antiguas murallas y el famoso
convento de la Encarnación. Uno de los sueños del artista al consolidar su
fortuna era pintar en grandes lienzos la vida de Santa Teresa de Jesús para
crear un gran museo en Ávila y donárselo a la ciudad.
Tras su
exitoso periplo pasa unos años entre las ciudades españolas de Ávila, Segovia,
Murcia, Valencia, Alicante y Granada para realizar otro trabajo para la
Hispanic Society sobre aspectos etnográficos de estas ciudades. En esta
ocasión, las figuras aparecen enmarcadas en sus contextos típicos. Se preocupa
de plasmar en los rostros, el perfil psicológico de las gentes y dejando
constancia de todo tipo de detalles que pudieran resultar ilustrativo de
caracteres y costumbres.
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Durante
y tras la Guerra Civil, en la que perdió los muebles y cuadros que tenía en
Madrid además de sufrir un gran quebranto en sus millonarios ingresos de los
encargos de años anteriores, permanece algunos años en el extranjero. En 1.937 vuelve a Estados Unidos,
donde permanece hasta 1.944, año en el que se traslada a La Habana (Cuba),
ciudad en la que continuará su labor retratística, atendiendo la demanda de las
poderosas familias de la sociedad cubana. De esta etapa destacan obras como
"Cuquita" o "Tipos cubanos". Aún así, nunca quiso renunciar
a su nacionalidad española.
En 1946
fallece su esposa, volviendo a contraer matrimonio con la norteamericana Elnora
Gruber. Poco después viaja a Portugal al recibir el encargo de pintar para la
Hispanic Society el folclore y los paisajes lusos ("Novia
portuguesa", 1.948; "Lobo de Mar"; "Pescadores en
duelo", etc), aunque también llevará a cabo algunos retratos para sus
amigos.
Entre
1950-51 viajará por México, aunque ya muy mermado por la salud. Regresa a Ávila
en 1954 para continuar con sus encargos. Vuelve a Estados Unidos en 1954, pero
meses después se instala en Madrid donde fallecerá el 6 de diciembre de ese
mismo año.
Estilo
Sus
biógrafos dicen de López Mezquita que fue un trabajador silencioso y
disciplinado, que envuelve sus obras dentro en una profunda realidad dentro de
lo sencillo y espontáneo.
Durante
sus vida recibió muchos honores y nombramientos, tanto a nivel nacional como
europeo. Además de ser elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando y de la Hispanic Society de Nueva York, también lo fue de las
academias de Lisboa, Amberes y Cuba.
A lo
largo de su carrera artística explorará diversos estilos pictóricos dentro de
la corriente modernista, pero también le influyeron poderosamente las técnicas
y la temática de los pintores del Siglo de Oro español que le procurarán una
variedad de temas que irán desde escenas domésticas ("La Cocina",
1.912; o "Fernanda en el jardín", 1.915) a la voluptuosidad oriental
("Odalisca" ) pasando por sus guiños a los grandes maestros españoles
como Goya ("Retrato de maja") y Velázquez ("La Menina") o Sorolla, entre otros.
Pero López
Mezquita, sabría armonizar con maestría todas estas corrientes con su propia
idiosincrasia para conformar un visión universal del regionalismo español.