Miguel Hernández
nunca fue un intelectual, aunque sí una persona de gran talento.
Tampoco fue un pobre pastor
autodidacta, sino un niño que fue a la escuela durante diez años.
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Miguel Hernández |
Un mito interesado
Según sus biógrafos, los
documentos encontrados a lo largo de los años
coinciden en desmontar el mito de Miguel Hernández como un poeta cabrero
y autodidacta . Así, se sabe que él estudió durante 10 años, algo nada
frecuente entre los vecinos del barrio de Orihuela donde vivía.
Cuanto
tuvo que dejar de estudiar por circunstancias familiares y dedicarse al
pastoreo (su padre tenía un negocio de compra y venta de ganado), durante
escasos cinco años, Miguel Hernández ya
traducía latín y leía francés. Pero aún así, en esta etapa, nunca dejó de escribir y de leer,
sobre todo poesía.. Miguel
Hernández no concebía la vida sin escribir, y siempre quiso ganarse la vida
como poeta,
Estos
años le sirven al joven poeta para ir adquiriendo experiencia y preparación
hasta que un buen un día decide trasladarse a Madrid con el objetivo de que
alguien lea sus poemas y puedan ser publicados.
Tampoco fue criado en la miseria, no venía de una familia pobre, aunque sí austera.
Igualmente, no fue nunca un hombre angelical, sino de carácter y apasionado con
las mujeres y sus creencias.
Madrid
Llega
por primera vez a Madrid en 1932 y allí permanecerá seis meses, pero al no
conseguir ningún medio por el que mantenerse regresa a su pueblo. Allí
encuentra trabajo en un comercio propiedad del padre de su amigo Sijé, pero no
por eso deja de escribir, En ese tiempo, consigue publicar su primer libro Perito en lunas.
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García Lorca |
Poco después encuentra trabajo en
una notaría y, además, escribe la pieza teatral titulada La danzarina bíblica, sin abandonar su obra poética.
Con este
bagaje y unos pocos ahorros Miguel decide hacer un nuevo viaje a Madrid (marzo
1934) donde permanece más de un mes. Ahora le salen mejor las cosas. Se
entrevista con José Bergamín, que dirigía la revista católica Cruz y Raya, y le promete editar su auto sacro
adelantándole dinero por los derechos exclusivos.
Vuelve a
Madrid en julio de ese mismo año. Este nuevo paso le sirve para comenzar a
codearse con la intelectualidad madrileña. Conoce a María Zambrano, José María
de Cossío (su gran mentor), a Luis Felipe Vivanco y a Luis Rosales (estos dos
últimos falangistas). También conoce a Pablo Neruda, la persona que más
influirá en él políticamente.
Con estos contactos y con la alegría de ver que ya comienza a ser conocido y
valorado, regresa de nuevo a Orihuela donde sigue trabajando y viendo sus obras
publicadas en varias revistas.
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Rafaél Alberti |
Realiza
un cuarto viaje a Madrid donde vuelve a encontrarse con Luis Rosales y Luis
Felipe Vivanco que intervienen en su favor ante Federico García Lorca para que
éste le ayude a estrenar su obra de teatro El
torero más valiente en
homenaje a Ignacio Sánchez Mejías, pero del poeta granadino no obtendrá ningún
tipo de respuesta. Regresa a Orihuela.
Entre
tanto la situación política en España se complica, pero Miguel en su pueblo
sigue trabajando, pero no ve avances para que su obra sea conocida.. Por ello,
viaja una vez más a Madrid. En esta ocasión conoce al poeta falangista Eduardo
Llosent Marañón que quedó «deslumbrado por el talento de Miguel Hernández»,
y también a la pintora Maruja Mallo (con la que llegaría a tener una
relación amorosa) y a José María de Cossío, director literario de la
enciclopedia Los toros, que le ofrece trabajar con él algo que
él acepta de inmediato viendo en ello la posibilidad de seguir en Madrid. Este trabajo le lleva una gran parte de su
tiempo, pero no por eso deja de escribir.
Después
de haber publicado El rayo que
no cesa, la Elegía, a su amigo Sijé, y varias
colaboraciones en la Revista
de Occidente y en Caballo Verde, Miguel ya comienza a ser de sobra
valorado hasta tal punto que Juan Ramón Jiménez le dedica un extenso artículo
en el periódico
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Neruda |
La guerra y la muerte
En el
verano de 1936 estalla la Guerra Civil. Miguel, afiliado al Partido Comunista
desde hace un tiempi, sigue inmerso en un mar de dudas y no sabe qué hacer.
Finalmente decide enrolarse en el Quinto Regimiento y sale para el frente donde
le encomiendan la labor de hacer fortificaciones. Ingresa después en el
Batallón de “El Campesino” que le permite ir con frecuencia a Madrid donde
sigue con sus contactos con gente de las letras que le sirve para enrolarse en
la 1ª Brigada Móvil de Choque que era la encargada de la difusión de la
cultura, no incompatible con su nombramiento de comisario político.
A pesar
de los difíciles momentos se acerca a Orihuela y le pide a su novia Josefina,
con la que había tenido diversos altibajos, que se case con él, algo que hacen
el 9 de marzo de 1937 en una ceremonia civil.
Miguel
acude a Valencia para participar en el II Congreso de Intelectuales en Defensa
de la Cultura y comienza a escribir su obra Pastor
de la muerte. El poeta sufre
de grandes dolores de cabeza, lo que le obliga a hacer una vida tranquila. Una
vez superados emprende viaje a Rusia, donde pasará más de un mes, para estar
presente en el V Festival de Teatro Soviético. A su vuelta, se encuentra con la
sorpresa de que se han publicado sus obras Teatro
en la guerra, Viento del pueblo y El labrador de más aire.
Algunos biógrafos dicen que a su
regreso de Rusia Miguel ya no iba a ser el mismo. Llega cansado y su estado de
salud no es del todo bueno lo que le obliga a un descanso, en esta ocasión en
la localidad de Cox en casa de la abuela de Josefina. Es en este lugar donde
nace su primer hijo, Manuel Ramón. A partir de aquí la salud del poeta empeora,
además, pierde a su hijo que aún no había cumplido un año. Un nuevo hijo
nacería meses después, al que llamarán Manuel Miguel, que llega cuando la
guerra está tocando a su fin y cuando se publica su obra El hombre acecha.
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Aleixandre |
Ante el
cariz que toman los acontecimientos, su viejo amigo José Mª de Cossío le
aconseja que abandone España, pero Miguel, después de un intento de refugiarse
en la Embajada de Chile, decide trasladarse a Cox Luego pasa a Portugal, pero la policía lo entrega a las
autoridades españolas y es entonces cuando comienza su calvario de prisión en
prisión, aunque también durante este tiempo sigue escribiendo.
Primero
ingresa en la Prisión Provincial de Huelva, a los pocos días lo llevan a la de
Sevilla y a continuación a la cárcel de la calle Torrijos de Madrid. El poeta
trata de pedir ayuda a toda costa. Sus amigos Cossío y el falangista Eduardo
Llosent le consiguen un abogado. Sorpresivamente, el Gobernador Civil de Madrid
ordenó su libertad el 8 de septiembre de 1939.
Sus
amigos le insisten otra vez que salga de España, pero él regresa a Orihuela.
Pero allí la mala suerte se ceba de nuevo con él. Es denunciado y vuelto a
detener. Se le forma Consejo de Guerra
el 18 de enero de 1940 donde se le acusan, entre otras cosas, de haber sido
comisario político, de haber intervenido en acciones bélicas contra el
Santuario de Santa María de la Cabeza y de haber sido miembro activo de la
alianza de intelectuales antifascistas. El veredicto es de «pena de muerte».
Nuevamente
algunos de sus amigos intentan evitar un trágico final. Parece ser que quienes
lo hacen con mayor ahínco son los falangistas Rafael Sánchez Mazas y José Mª
Alfaro que acompañan a José Mª de Cossío a visitar al general Varela a la sazón
ministro del Ejército. Este, junto con Sánchez Mazas, se entrevistan después
con Franco y el 25 de junio. El resultado es la conmutación de la pena impuesta
por la de treinta años.
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Maruja Mollo |
Otra vez
comenzará un rosario de traslados de prisión en prisión. El poeta enferma.
Cuando está en la prisión de Ocaña recibe la visita de Cossío y de Dionisio
Ridruejo que iba acompañado por los falangistas que componían «el grupo de la
revista Escorialis,
quienes al parecer tenían la intención de hacer cambiar al poeta su posición
ideológica ofreciéndole, incluso, la libertad si accedía a ello. Miguel
Hernández se indigna con sus amigos, especialmente con Cossio al que deja de
hablar.
A
mediados de 1941 a Miguel Hernández lo llevan al Reformatorio de Adultos de
Alicante donde cae enfermo de tuberculosis. Algunos amigos, entre los que se
encontraban los falangistas Manuel Augusto García Viñolas y Pedro Laín
Entralgo, hicieron gestiones para que el enfermo pudiera ser trasladado al
Sanatorio de Valencia donde se trataba este tipo de dolencia. No se consigue el
traslado a su debido tiempo porque la orden llega cuando ya estaba desahuciado.
Pocos días antes el poeta decide contraer matrimonio canónico con Josefina, no
por su gusto sino por ella. El poeta fallecía en la madrugada del 28 de marzo
de 1942.
Los amores de Miguel Hernández
En su
vida hubo cuatro mujeres, al margen de Josefina Manresa -su esposa-. No se
puede entender su poesía de juventud amorosa sin Carmen Samper Reig, que
durante más de 50 años mantuvo en silencio esta relación, y fue su verdadero
amor hasta antes de conocer a Josefina.
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María Cegarra |
Cuando
se trasladó a Madrid, surgió otra mujer, Maruja Mallo, verdadera musa de El rayo que no cesa. Y
a ésta le sucedió una relación espiritual con María Cegarra. Con María
Zambrano tuvo una relación corta pero intensa, y rompió los límites de la
amistad. Los dos venían de varios fracasos amorosos, y todos los domingos por
la tarde quedaban en tertulias literarias y paseaban por Madrid.
Miguel
Hernández y la Generación del 27
Pero
existen otros muchos tópicos sobre Miguel Hernández, como por ejemplo, su idílica relación con la generación del 27.
Sin embargo, sus biógrafos reconocen que sufrió el desprecio y rechazo de
muchos intelectuales de la época, empezando por Federico García Lorca,
siguiendo por Alberti y pasando por Luis Cernuda. Sólo hubo dos casos que intentaron
acercarse a él, Vicente Aleixandre y Manuel Altoaguirre.
El joven Miguel Hernández, aunque
nacido en 1910 y por lo tanto más joven que los autores del 27, llega a Madrid
con su halo provinciano y choca con este grupo de poetas burgueses que por
diversos motivos no
admitían más socios, y sobre todo a un tosco muchacho de provincias.
Pero Miguel Hernández empezó a hacerle sombra a Lorca y este no lo podía soportar. Lorca, al parecer, dio órdenes
expresas de que no le dejaran entrar donde él acudía. El desprecio era
literario y personal. Dicen que Lorca tenía alergia a Miguel Hernández porque
no soportaba a los rústicos, a aquellos que no se cuidaban y no mostraban un
aspecto burgués.
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María Zambrano |
Tampoco Alberti
soportó nunca a Hernández porque le robó la etiqueta de poeta del pueblo. Y es que Miguel Hernández le recriminó pasar la guerra
abrigado en la sede de la Alianza de Intelectuales en Madrid y no en la primera
línea de fuego jugándose la vida. También porque durante la Guerra Civil Hernández irrumpe un día en el
edificio de la Alianza y al ver el festín que se estaba preparando no pudo
ocultar su enfado ante lo que él creía un gran derroche mientras otros
camaradas morían en los campos de batalla. Así, el poeta de Orihuela,
dirigiéndose entonces a Alberti se cuenta que le dice: «Aquí hay mucha puta y
mucho hijo de puta». Al parecer, estas palabras fueron escuchadas
por Mª Teresa León, mujer de Alberti, quien muy enfadada se dirige a Hernández
y le espeta: «No tienes ningún derecho a hablar así de una mujer y extender ese
juicio a todas las mujeres de la Alianza. Eso no es de hombres.». A
continuación le dio una bofetada.
Por el contrario, Aleixandre y Neruda
hablan siempre de Hernández como una persona muy humana.
Miguel
Hernández y su obra
A pesar
de que se le integra dentro de la Generación del 27, la creativa de Hernández
está alejada de ellos ya que está profundamente anclada en su vida y experiencia
personal.
Su interés acaparó varios géneros. Escribió poesía, teatro e
incluso crónica periodística. Sus libros de guerra y el Cancionero y
romancero de ausencias pertenecen a la historia de la poesía de resistencia
europea. Supo resolver el compromiso con la
altura poética, y esto es lo que da trascendencia a la poesía de Hernández.
Después
de su muerte, en 1942, vino el silencio y la ocultación, su
"infravaloración" como poeta. En los años 50 se le rescata, pero sólo
como símbolo de la izquierda y se elige lo más beligerante de su obra.
Sin embargo, los estudiosos de su
obra señalan que no se conocen todos los libros de poesía de Hernández y que aún
queda pendiente su reconocimiento.
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