A la hermana mayor de Mozart se la ha catalogado como un prodigio musical silenciado por las restricciones de una época hecha para hombres.
Influyó notoriamente en la obra de Wolfgang, por contra, ninguna de sus creaciones ha llegado hasta nuestros días.
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María Anna Mozart |
Tan virtuosa cómo su hermano
Maria Anna Walburga Ignatia Mozart (1751) recibió lecciones de música a muy temprana edad, impartidas por su padre, Leopold Mozart, que además de ser compositor, era violinista y director musical en el arzobispado de Salzburgo.
A los 7 años de edad, su padre comenzó a enseñarle a tocar instrumentos de teclado, y a los ocho ya era capaz de interpretar piezas musicales de gran complejidad, lo que hacía clamar a su progenitor satisfecho: “Mi niña toca las partituras más difíciles que tenemos… con increíble precisión y de manera excelente” .
Su familia, en fin, se sentía totalmente orgullosa de ella, y, especialmente, su hermano pequeño Wolfgang Amadeus quien se sentaba a su lado en silencio cuando ella tocaba. María Anna, al parecer, fue quien despertó en su hermano, el futuro prodigio, la pasión por la música.
Los dos niños tenían una excelente relación y una gran complicidad, prueba de ello es que inventaron un lenguaje secreto y un reino imaginario en el cual ellos eran el rey y la reina. La primera correspondencia de Wolfgang con su hermana era muy cariñosa. Wolfgang compuso bastantes obras para su hermana.
Leopold llevó muchas veces a sus hijos, Wolfgang y Nannerl, como se la llamaba cariñosamente, de gira por muchas ciudades de Europa donde despertaron gran admiración. Maria Anna, con tan solo 12 años, no solo era una destacada clavecinista, sino también una brillante compositora.
Todo parecía pues predispuesto para que Nannerl pasara a la historia de la música con letras de oro, pero no fue así.
Dada la moral de le época impuesta para las mujeres, se hacía imposible que continuara su carrera. De acuerdo al Nuevo Grove (diccionario de la música y los músicos) "desde 1769 ya no se le permitió mostrar su talento artístico en los viajes con su hermano, ya que había alcanzado la edad de contraer matrimonio".
En adelante, mientras Wolfgang triunfaba artísticamente en Italia, París y otras ciudades junto a su padre, Marianne debía permanecer en su casa junto a su madre.
Existen evidencias de que Marianne siguió escribiendo composiciones musicales, como puede comprobarse en las cartas de Wolfgang alabando su trabajo, pero Leopold jamás menciona ya sus composiciones, y tampoco han sobrevivido, hasta hoy, ninguna de ellas.
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María Anna, Wolfgang y Leopold |
¿Por qué dejó la música María Anna?
Exclusivamente, por su condición de mujer. Las presiones sociales la obligaron a abandonar la idea de ser violinista para sustituirla por la ejecución del clavecín y el canto, más aceptables para su género. Pero esto solo fue el comienzo de un camino de desilusiones.
Su hermano le llegó a confesar que temía no componer también como ella, lo cual hace suponer el altísimo nivel de la música de María Anna. No obstante, hoy no es posible juzgarlo ya que de su obra no quedó absolutamente nada.
Cuando cumplió los 18 años, María Anna tuvo que desistir del sueño de explotar su don musical por ser un “desmerito” que una señorita viviera de la músicas. Fue así como, no solo tuvo que olvidarse para siempre de sus aspiraciones, sino que también tuvo que sacarse del corazón a Franz Díppold, su tutor y el hombre que se ganó su corazón.
Cuentan los investigadores que ella tuvo que sacrificarse por su familia para salvarlos de una profunda crisis económica, casándose con un hombre de alto estrato. Como ya contaba con edad suficiente para unirse en matrimonio, su padre arregló su boda, en 1783, con Johann Baptist von Berchtold zu Sonnenburg, un hombre quince años mayor que ella, viudo dos veces, con cinco hijos y magistrado millonario de San Gilgen (Austria). De su matrimonio nacieron tres hijos propios de Marianne con su marido.
Así, el joven Wolfgang recibiría solo todo el apoyo de los Mozart para continuar en la música. Pero su hermana le seguía influyendo y prueba de ello es que él, hasta 1785, le enviaba copias de sus conciertos de piano a St. Gilgen.
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María Anna |
Sin embargo, sobre su relación de los dos hermanos en la edad adulta los autores difieren. Según el Nuevo Grove, Wolfgang "se mantuvo estrechamente unido a ella”, no obstante, otros estudiosos de la vida del gran músico afirman que en esa época Wolfgang y Marianne se distanciaron por completo. Señalan, por ejemplo, que después de la infeliz visita de Mozart a Salzburgo en 1783, Wolfgang y Marianne nunca más se visitaron, que nunca conocieron a los hijos del otro, y que su correspondencia disminuyó poco a poco hasta cesar completamente en 1788.
De hecho, cuando Marianne lee una biografía sobre Wolfgang comenta en una carta de 1800: “La biografía de Herr Prof. Niemetschek ha reanimado completamente los sentimientos fraternales hacia mi tan ardientemente amado hermano que a menudo me disolvía en lágrimas, ya que es sólo ahora que conocí la triste condición en la que se encontraba mi hermano”.
Cuando en 1801 murió el marido de Marianne esta regresó a Salzburgo, acompañada por sus dos hijos (un tercer hijo había fallecido) y dos de sus hijastros,para trabajar como profesora de música.
La salud de Marianne decayó en sus últimos años y quedó ciega en 1825. Finalmente murió cuatro años después siendo enterrada en la cripta comunal de la abadía de San Pedro en Salzburgo.
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