A San Millán se le llama la "cuna de la lengua" castellana porque allí se escribieron y se guardaron muchos de aquellos testimonios.
Las glosas de San Millán de la Cogolla ,del siglo X, se convirtieron en el certificado de nacimiento simbólico del castellano como lengua escrita.
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Monasterio de Yuso |
En un lugar de La Rioja,,,
San Millán de la Cogolla es un remoto pueblo de la Comunidad Autónoma de La Rioja (España), a 728 metros de altitud sobre el nivel del mar, que cuenta en la actualidad con apenas 150 residentes permanentes frente a los casi 900 con que llegó a contar en 1950.
Dentro del recinto urbano está el Monasterio de San Millán formado, a su vez, por el primitivo Monasterio de San Millán de Suso (o de arriba) más pequeño y antiguo, y el Monasterio de San Millán de Yuso (o de abajo).
En Suso -actualmente deshabitado- se conserva una sencilla iglesia de estilo mozárabe, el arte de los cristianos que quedaron bajo dominio musulmán en la Península Ibérica, adosada a la cueva donde vivió el fundador del monasterio en el siglo VI, el eremita Millán.
La fama de este santo -de quien el valle y el pueblo tomaron el nombre- llegó a ser tal que atraía a numerosos peregrinos y, ya en el siglo XI, se decidió construir otro monasterio, el de Yuso, más grande y de más fácil acceso.
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Monasterio de Suso |
La actividad religiosa y cultural -incluida la biblioteca y, con ella, las glosas- se mudaron entonces dos kilómetros más abajo.
Desde entonces hasta hoy, los gruesos muros de piedra de Yuso guardan muchos de aquellos tesoros.
Los orígenes del castellano escrito
Aunque las lenguas no tienen certificado de nacimiento y sus formas de expresión surgen espontáneamente de las personas, este valle de La Rioja tiene el privilegio de ser el lugar donde se escribieron, hace más de mil años, las primeras frases que se conservan castellano en una versión muy antigua y casi irreconocible para el español moderno, dado que desde ese siglo X este idioma ha evolucionado notablemente.
Por eso, la importancia de San Millán de la Cogolla en el estudio de los orígenes del castellano es crucial, y para ello, también tiene su sede allí el Instituto Orígenes del Español del Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española, dado que en San Millán se ha tenido la suerte de que se han conservado toda una serie de códices en cuyos márgenes figuran las célebres Glosas Emilianenses, que no son otra cosa que explicaciones en un romance hispánico de las palabras difíciles en latín. Estas suponen, ni más ni menos, pues, que los testimonios escritos de ese español de aquel tiempo, aunque lo oral, obviamente, ya se había producido siglos antes y es imposible trazar una frontera entre lo que es el latín y lo que es el romance.
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Glosas Emilianenses |
Muchos siglos de historia
En Suso, el más pequeño y antiguo de los dos monasterios de San Millán de la Cogolla, se escribieron las glosas, pero fue en Yuso donde se guardaron durante siglos.
Actualmente el Monasterio de Yuso es desproporcionadamente grande para una población estable de tan solo ocho religiosos pertenecientes a la Orden de Agustinos Recoletos. Sin embargo, en otros tiempos fue una comunidad mucho mayor: decenas de frailes habitaron las celdas de Yuso, estudiaron en su biblioteca y cultivaron sus huertas en las riberas del río Cárdenas.
Este monasterio ardió en llamas tras la expedición de Almanzor en la primavera de 1002, en la etapa final del Califato de Córdoba. Tras la expulsión de los musulmanes, el Monasterio de San Millán cuenta con la protección de los reyes de Navarra quienes consagran la iglesia de Suso y se reemprende la tarea del scriptorium.
Obras de esta primera época son la Vida de San Millán, el himno O magne rerum, obras de San Braulio, y la misa y oficios, obras de San Eugenio, documentos todos ellos copiados,con esmero a lo largo de los siglos en diversos códices.
El número de códices ilustrados y sobre todo la calidad de las miniaturas de alguno de ellos, como los Beatos, el Conciliar o la Exposición de los Psalmos revelan la presencia en San Millán de un escritorio importante tanto para la cultura como para el arte de la miniatura altomedieval.
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Biblioteca de Yuso |
El escritorio de San Millán
El scriptorium de San Millán se distingue pronto por su actividad y curiosidad, recogiendo influencias y corrientes con que enriquecer la librería monacal.
Se le reconoce como uno de los más antiguos de Europa y centro muy importante de la cultura de la época, como lo demuestra su magnífica colección de códices conservada.
Aunque la mayor parte de sus códices fueron trasladaron a la Real Academia de la Historia de Madrid, hoy día el monasterio conserva unos treinta manuscritos del siglo X, aunque algunos de ellos no fueron escritos allí sino que fueron adquiridos para ser guardados en el lugar.
Entre los códices más importantes de San Millán están el Códice 60, del siglo XI, donde se encuentran las Glosas Emilianenses, algunas de las primeras palabras en euskera y en navarro-aragonés, confundido durante décadas con castellano primigenio.
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Yuso |
Pero también el Cartulario Galicano, el documento más antiguo, es el de la fundación de San Miguel de Pedroso, del año 759; el Bulario; el Códice 46, Glosario fechado en el 13 de junio de 964. Se trata de un diccionario enciclopédico de 20.000 artículos como los diccionarios actuales; Las Colaciones de Casiano, concluidas en el año 917 (B.A.H. cód. 24); Las Etimologías de Isidoro, copiadas en el escritorio en el año 946; Biblia de San Millán (B.A.H. cód. 20); Códice de los Concilios, del año 992; Códice Misceláneo del Archivo Histórico Nacional (1007 B), terminado en el 933; Liber Scintillarum (R.A.H. cód.26); Homilías de San Ezequiel (B.A.H. cód. 38); Vida de los Santos (B.A.H. cód.13); Vocabulario latino (B.A.H. cód. 46, hacia el 964; Exposición de los Psalmos (B.A.H. cód. 8); La Ciudad de Dios de San Agustín (B.A.H. cód. 29); Diurnal (B.A.H. cód. 30); Psalterio (B.A.H. cód.64 ter); Liber Ordinum (B.A.H. cód. 56); o Homilías (B.A.H. cód. 39).
Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano de nombre conocido, sirvió al monasterio como notario.
La biblioteca, el archivo y todo el conjunto monumental, por razones históricas, literarias y artísticas, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1997.
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