Fue escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española y la principal impulsora del sufragio femenino en España.
A ella esa victoria sobre el voto femenino le costó primero su carrera política y un solitario exilio después, pero nunca se arrepintió.
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Clara Campoamor lanzando un discurso
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Puro tesón
Clara Campoamor nació el 12 de febrero de 1888 en un humilde hogar del actual barrio madrileño de Malasaña.
La temprana muerte de su padre obligó a Clara a abandonar la escuela a los doce años para ponerse a trabajar y aportar un sueldo a la familia. Se buscó la vida en los oficios más diversos, primero en talleres como modista, después de dependienta de mercería, en las oficinas de telégrafos en San Sebastián, como profesora de taquigrafía y mecanografía para adultos en Madrid, traductora de francés....
También fue secretaria del director del periódico La Tribuna, Salvador Cñanovas, trabajo que le llevó a interesarse por la política y a publicar algún artículo. Participó en algunas asociaciones e impartió varias conferencias.
Pero no se resignó a aquel destino y siguió estudiando como pudo. Recuperó el tiempo perdido cumplidos ya los 32 y en poco más de cuatro años estudió bachillerato, la carrera de Derecho y abrió su bufete. Con 36 años, se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época, y pasó a ejercer su profesión. En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madird, un mes después que Victoria Kent.
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Busto de Clara Campoamor en Madrid
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Clara Campoamor mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Jurisprudencia defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.
Voto femenino
España vivía entonces en la dictadura de Primo de Rivera (ella nunca ocultaba su ideal republicano), una sociedad que consideraba a la mujer mero apéndice del hombre y discutía por entonces si tenía o no derecho a la educación.
Por eso, cuando se proclamó la República en abril de 1931 quiso estar en primera fila para intentar consagrar el principio democrático de la igualdad entre hombres y mujeres. Consiguió ser elegida diputada (las mujeres podían ser elegidas en las urnas pero no votar) militando en las filas del Partido Radical.
En este nuevo reto, participó en la comisión que redactó el proyecto de la Constitución de la nueva República, integrada por veintiún diputados. En dicho organismo luchó por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio o el sufragio universal. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto femenino, que tuvo que debatirse en las Cortes..
Clara Campoamor defendió el derecho al voto de la mujer en el Pleno de un memorable e histórico debate frente a 470 hombres (cuyos argumentos sostenían que la mujer no podía votar por ser criatura esencialmente histérica y sumisa dominada en su voluntad por el marido, el padre o el sacerdote; o que si, pero a los 45 años, edad en que la mujer adquiría suficiente serenidad de espíritu ) y una sola mujer, Victoria Kent, que a última hora renunció a apoyarlo porque consideraba que aunque la mujer merecía el derecho aún no estaba preparada para ejercerlo. La mayoría de sus compañeros también la dejaron sola.
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Clara Campoamor
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Frente a los abucheos, bromas e interrupciones, Clara Campoamor fue desmontando cada uno de las absurdas premisas contra el voto femenino empleado todos sus recursos de oratoria, su convicción y sólidos argumentos como el de “ no podéis construir una república democrática sin la mitad de la ciudadanía, no cometáis un error que no tendréis suficiente tiempo de llorar”.
Finalmente, tras varios días de acalorados debates en el Congreso y la larga sesión de aquel 1 de octubre de 1931, Clara Campoamor consiguió una apretada victoria por 40 votos a favor (161 votos a favor y 121 en contra).
Logró pues el voto para las mujeres españolas, pero fue algo más lo que hizo, consiguió que España fuese, por primera vez, una democracia plena. La única sufragista en el mundo que lo logró desde la tribuna de un parlamento.
Las mujeres pudieron votar en 1933 y, paradojas de la vida, ella no fue elegida (tampoco Victoria Kent). Como además triunfó la derecha, cargaron sobre Clara y sobre las mujeres la culpa de aquel giro político.
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Clara Campoamor
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En 1934 Clara Campoamor abandonó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias. Cuando intentó unirse a Izquierda Republicana (fusión de radicalsocialistas, azañistas y galleguistas) su admisión fue denegada.
Cuando en 1936 ganó el Frente Popular, nadie le pidió disculpas. Poco antes había publicado (1935) Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio personal de sus luchas parlamentarias.
En el camino hacia la emancipación, el voto fue lo primero que consiguió la mujer en España, aunque seguía sin tener personalidad jurídica propia (dependía del marido o el padre). Sin embargo, las incipientes esperanzas de cambio, gracias al logro de Clara Campoamor, quedaron ahogadas por la Guerra Civil y la dictadura franquista. Habría que esperar a 1975 para que la española obtuviera plena capacidad jurídica.
Exilio, olvido y reconocimiento
Al estallar la Guerra Civil, Clara Campoamor tuvo que huir de España y exiliarse. Primero vivió en París y luego durante diez años en Buenos Aires, donde se ganó la vida traduciendo, dando conferencias y escribiendo biografías como las de Concepción Arenal, sor Juana Inés de la Cruz o Quevedo.
A finales de la década de 1940 intentó regresar a España, pero al conocer que estaba procesada por su pertenencia a una logia masónica, desistió.
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Clara Campoamor
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En 1955, se instaló en Lausana (Suiza) donde trabajó en un bufete de abogados hasta que perdió la vista.
Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos mortales fueron trasladados algunos años después de su muerte al cementerio de Polloe en San Sebastián (Guipúzcoa), en el panteón de la familia Monsó Riu por ser Clara madrina de la familia.
La nueva democracia no se acordó de Claro Campoamor de inmediato, pero ninguna diputada de las Cortes Constituyentes del 78 tuvo que escuchar las barbaridades que ella tuvo que oír en 1931 porque nadie se planteó entonces que la nueva democracia se pudiera construir sin las mujeres.
Con el tiempo se fue reivindicando su figura y se llevaron a cabo homenajes y reconocimientos que fueron valorados como escasos por organizaciones por la igualdad de la mujer.
Diversos institutos, colegios, centros culturales, asociaciones de mujeres, parques y calles recibieron su nombre.