La necesidad portuguesa de expandir su territorio para impulsar su comercio llevó al infante Enrique “el Navegante” a sufragar expediciones náuticas.
Se rodeó para ello de una “corte” de eruditos, marinos y científicos, llegados de todo el mundo y ligados a la navegación para crear lo que se dio en llamar, posteriormente, como “Escuela náutica de Sagres”.
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Enrique !el Navegante" |
Enrique “El Navegante”
Durante el reinado de Joao I (1385-1433), fundador de la Dinastía de Avis, los portuqueses iniciaron la exploración y explotación de nuevas tierras debido a un gran número de causas como la relativa sobrepoblación de Portugal, la imposibilidad de la expansión continental debido a la potente Castilla, la penuria del trigo, la demanda de pescado, especias orientales, cuero y tintoreo, tierras nuevas para la caña de azúcar, demanda de esclavos para los molinos de azúcar, la penuria de oro y plata para los intercambios comerciales con Asia, etc.
La escasez de oro y plata, y su consiguiente crisis económica, fue, además de una de las causas de la decadencia del sistema monetario europeo, la ruina de muchos miembros de las clases dirigentes lusas.
Así las cosas, es la nobleza y la alta burguesía quienes impulsan y arropan las conquistas del norte de África y los cercanos archipiélagos de Madeira y Azores (que cubrieron de campos de trigo y caña de azúcar), así como en el siglo XVI los de Oriente y Brasil en tiempos de Alfonso V y Manuel I.
Estos audaces viajes del siglo XV portugués fueron posibles gracias a un largo periodo de investigaciones científicas anteriores (como las Tablas astronómicas de Alfonso X “el Sabio” y los judíos ibéricos) y los progresos en la construcción naval (como la carabela o el codaste).
Pero todo ello recibiría el importante impulso del quinto hijo de Joao I y Felipa de Lancaster, Enrique “el Navegante” (1394-1460), infante de Portugal y duque de Viseu, quien sería uno de los grandes protagonistas de la era de los descubrimientos del país luso.
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Caarabela |
En 1414 convence a su padre para montar una campaña para la conquista de Ceuta, que una vez tomada en agosto de 1415 otorga a Portugal el dominio del comercio que la ciudad ostentaba. Ese mismo año fue nombrado caballero y recibió el título de duque de Viseu. En 1420 fue nombrado también gran maestre de la Orden de Cristo, que sucedió a la Orden del Temple, cargo que ostentaría hasta su muerte.
Escuela Náutica
Según una versión de la biografía de Enrique “el Navegante” difundida en el s.XIX (al igual que la invención de su apodo), este se habría instalado en Sagres, cerca del cabo de San Vicente (y del puerto de Lagos), en el extremo suroccidental de la península ibérica, en el Algarbe, en 1418, al conseguir el monopolio de las exploraciones por las costas africanas y las islas del océano Atlántico.
Allí, habría construido un astillero, un palacio, el primer observatorio astronómico de Portugal y formado en torno a él una “corte de ciencia y navegación”, es decir, la Escuela de Sagres.
Hay estudiosos del tema que consideran a La Escuela de Sagres como la refundación moderna “del estudio sistemático de la ciencia aplicada”, sin embargo, otros, la consideran, más que una escuela náutica, en el sentido moderno del término, una agrupación de personalidades científicas y técnicas (marinos y científicos) ligadas a la navegación donde se intercambiaba información y técnicas, se diseñaron mapas, se construyeron barcos y se organizaron expediciones.
Se ha relacionado con esta “Escuela”, de una u otra forma, atraídos por el infante Enrique, a grandes descubridores como Vasco de Gama o Cristobal Colón, matemáticos árabes y judíos, o al cartógrafo mallorquín Jehuda Cresques (co-autor junto a su padre del Atlas Catalán de 1375).
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Joao Gonçalves Zarco |
Los descubrimientos
Lagos se convirtió, pues, en un lugar de construcción naval, gracias a su puerto, desde donde partirían las expediciones del infante Enrique como la de 1425, que supuso la colonización del archipiélago de Madeira por Joao Gonçalves Zarco y Tristao Vaz Teiseira, o la de 1426 con el descubrimiento y posterior colonización de las Azores por Gonçalo Velho Cabral.
Cuando tras la muerte de su padre, su hermano mayor Eduardo sube al trono en 1433, este le concede a Enrique un quinto de todos los beneficios comerciales con las zonas descubiertas así como el derecho a explorar más allá del cabo Bojador (entonces el punto más meridional de la costa africana conocido por los europeos). Gil Eanes, que mandó una de sus expediciones, fue el primero en pasarlo en 1434. Enrique también fue el organizador de la conquista de Tànger en 1437.
Cuando tras el fallecimiento de su hermano Eduardo y la regencia de su otro hermano Pedro hasta la mayoría de edad de su sobrino, el posteriormente Alfonso V, apoyó a este último en la lucha por el poder, recibió a cambio la confirmación de su monopolio sobre las navegaciones al sur del estrecho de Gibraltar y de los paños de lana, de la cual producían gran cantidad sus grandes territorios continentales y en las Azores.
Otro de sus descubridores, Dinis Dias, llegó al río Senegal, dobló la península de Cabo Verde en 1444 y llegó Guinea. Con ello, los portugueses rebasaron e límite sur del gran desierto del Sáhara, evitando las rutas del comercio por allí, y el acceso a las riquezas del África meridional.
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Gil Eanes |
Gracias a estas expediciones llegaba tanto oro a Portugal que en 1452 se acuñaron los primeros cruzados de oro portugués. Pero no sólo eso, a sino que alcanzaron tal fama como descubridores y arriesgados marinos que dos bulas papales (1455 y 1456) reconocían a Portugal el monopolio de la conquista, comercio y navegación al sur de los cabos Bojador y Nao. Además, estas bulas concedían la autoridad eclesiástica sobre aquellas tierras de la Orden de Cristo dirigida por el infante Enrique.
En las postrimerías de la vida de Enrique “el Navegante”, en 1460, otro de “sus” marinos, Diogo Gomes, descubrió el archipiélago de Cabo Verde y los portugueses se habían adentrado por la costa africana hasta Sierra Leona.
Los descubrimientos impulsados durante la época de Enrique “el Navegante” fueron la base para el posterior desarrollo del Imperio colonial portugués.
Desde la muerte del infante Enrique, que impulsó así mismo la creación en la Universidad de Coimbra de una cátedra de astrología, el centro impulsor de los descubrimientos portugueses se trasladó a Lisboa.
Entre el mito y la realidad
Si bien es verdad, y está comprobado, que desde el puerto de Lagos salieron numerosas expediciones de exploración y colonización hacia las costas africanas e islas atlánticas (entre 144 y 1446 salieron cerca de cuarenta embarcaciones), la existencia de la Escuela de Sagres, como tal, es cuestionada por numerosos historiadores que no han encontrado respaldo ni documental ni arqueológico alguno sobre su existencia. La consideran un mito romántico de la historia de Portugal.
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Vasco da Gama |
De hecho, la primera mención escrita sobre la Escuela de Sagres data del siglo XVII (Samuel Purchas) procedente, posiblemente, de la mención de Damiao de Gois ya un siglo antes. Posteriormente, portugueses e ingleses popularizarían el término.
No obstante, historiadores contemporáneos, sobre todo portugueses, han puesto en tela de juicio el término y aluden a una idea romántica del mismo debido tal vez a la diversidad religiosa (judíos, cristianos, musulmanes) de los integrantes de la supuesta Escuela o la remota relación con los templarios debido a que Enrique “el Navegante” era comendador de la Orden de Cristo (sucesora de estos). Pero es más, estos, han puesto en duda su misma existencia ya que no se ha encontrado ningún resto arqueológico de los edificios relacionados con la Escuela como el observatorio o el astillero.
Además, estos investigadores, aluden a que el infante no recibió tierras en Sagres hasta 1443 y no vivió allí hasta 1457, tres años antes de morir. Incluso en su testamento,aclara, no menciona en ningún momento astillero, palacio u observatorio, simplemente nombra Sagres como un lugar de abrigo para abastecer a los barcos mercantes que hicieran escala.
No obstante, es indiscutible que los descubrimientos impulsados durante la época del infante fueron la base para el posterior desarrollo del Imperio colonial portugués.
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