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CRISTIANOS EN ORIENTE: RESILENCIA EN ESTADO PURO

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DRAGONES DE CUERA: SOLDADOS Y EXPLORADORES DE LA LARGA PRESENCIA ESPAÑOLA EN NORTEAMÉRICA

Los Dragones de Cuera fueron soldados y exploradores españoles que protegieron y expandieron los territorios de la Nueva España en el norte de México y el sur de los actuales Estados Unidos en los siglos XVII y XVIII. La presencia española en Norteamérica duró desde el siglo XVI hasta el XIX, abarcando más de la mitad del actual territorio de los Estados Unidos, e incluso llegando a Alaska y Canadá en su momento de mayor expansión.

Dragón de Cuera


El nacimiento de los "Dragones"

En los tiempos en que los Estados Unidos todavía no existían, los españoles ya habían establecido su presencia en los territorios que hoy en día forman parte del país norteamericano. España controlaba vastos territorios, incluyendo rutas de comunicación entre México y California, así como entre Florida y Texas. Pero su dominio también se extendía a las Montañas Rocosas, las dos Dakotas, Alaska y Canadá.

Para proteger y controlar esta vasta región, se creó un sistema de defensa con soldados entrenados al estilo europeo. Fue así como surgen los Dragones de Cuera o Soldados Presidiales, quienes recibieron su nombre por los presidios, que eran el equivalente español a los fuertes norteamericanos. Estos soldados, una fuerza militar creada a finales del siglo XVI, tenían la tarea de proteger las misiones, los poblados, los ranchos y las tribus aliadas, así como también las rutas de comunicaciones entre México y California y Texas y Florida.




Los Dragones de Cuera se enfrentaron a las tribus indígenas como los apaches, los sioux y los comanches, quienes buscaban controlar las tierras. Los primeros presidios se construyeron en el año 1570 y para el comienzo del siglo XVII ya eran cincuenta. Los territorios en los que actuaban eran el norte de México, California, Arizona, Nuevo México y Texas, aunque su radio de acción podía extenderse a otros lugares como Nevada, Oklahoma, Kansas, Arkansas y Colorado.

El reclutamiento para los Dragones de Cuera era voluntario, y los soldados tenían que firmar un contrato de 10 años. Se requería que los soldados tuvieran al menos dieciséis años, midieran más de metro y medio, estuvieran en buena salud, profesaran la fe católica y estuvieran libres de pecado. Desde 1773 hasta el año 1781, el 50% de los Dragones de Cuera eran soldados españoles, el 37% eran mestizos o mulatos y el 13% restante eran indígenas. En un principio, los oficiales de los Dragones de Cuera siempre eran españoles; después también se incluyó a oficiales italianos, valones y de otras zonas del Imperio, pero siempre europeos.

Dragón de Cuera


Un cuerpo de élite

La mayoría de los Dragones de Cuera habían nacido en el territorio conocido como Nueva España, eran criollos, y estaban acostumbrados a las duras condiciones de la tierra. Conocían las tradiciones y las costumbres de la región, lo que les permitía ser grandes conocedores de la zona y sus habitantes. En el año 1771, se reforzaron los presidios a modo de línea defensiva contra los indios, especialmente los comanches, y también se creó una línea de correo mensual.

Los Dragones de Cuera vistieron un uniforme regulado en 1772. Este consistía en una chupa corta de tripe o paño azul con vuelta y collarín encarnado, calzón de tripe azul, capa de paño del mismo color, cartuchera, cuera y bandolera de gamuza, esta última bordada con el nombre del presidio para distinguirlos, corbatín negro, sobrero, zapatos y botines. La cuera, prenda que dio nombre a estos soldados, era un abrigo largo sin mangas hecho con hasta siete capas de cuero, y sustituyó a las pesadas corazas metálicas. El sombrero también era de cuero endurecido, más eficaz contra el frío y el calor que los cascos de acero. También los pantalones.

Las armas principales eran la espada ancha, la lanza, la adarga, la escopeta y las pistolas, aunque algunos especialistas consideran su armamento bastante anticuado en comparación con los soldados europeos. No obstante, los Dragones de Cuera se enfrentaban a cargas de indios en grupos de 16 hombres, y las armas blancas se volvían indispensables en cuerpo a cuerpo.

Territorios españoles en Norteamérica


Además de las armas, cada grupo de Dragones de Cuera debía tener seis caballos, una mula y un potro, lo que les permitía cambiar rápidamente de montura si un animal se cansaba demasiado en su labor de controlar extensas zonas de territorio. Las banderas y estandartes debían mostrar los cuarteles de Castilla y, en ocasiones, la Cruz de San Andrés. 

En el siglo XVII, las compañías de Dragones de Cuera tenían una composición variable, con un rango de entre 14 y 50 hombres. Sin embargo, en el siglo XVIII se estandarizó su composición con la reglamentación establecida en 1772, que especificaba que cada compañía debía contar con un teniente, un capitán, un sargento, un alférez, dos cabos, un capellán y cuarenta soldados. Además, se añadían rastreadores indígenas de tribus aliadas.

Más tarde, en 1778, estas compañías se reforzaron con una tropa ligera sin número definido, que no llevaba cuera y utilizaba pistolas, sables y carabinas.

Los "Dragones" del lejano oeste

El principal modus operandi de los Dragones de Cuera era su temible carga con lanzas, que sembraba el miedo entre los enemigos y hacía que rompieran filas. Cuando recibían noticias de ataques, un grupo de Dragones de Cuera saltaba sobre sus caballos y cabalgaba rápidamente en busca de los asaltantes. En ocasiones, contaban con la ayuda de indios aliados, pero preferían comenzar la persecución cuanto antes.

En el año 1779, Nueva España envió a los Dragones de Cuera a una expedición de castigo contra los comanches, quienes empezaron a emigrar hacia el sur presionando a otras tribus, especialmente a los apaches, lo que obligó a los presidios a ser reforzados dada su agresividad. Se reunió pues a 600 hombres, a los que ayudaron 200 indios apaches, y se movieron solamente de noche para no hacer ruido. Tras recorrer casi 1.000 kilómetros, lograron dar alcance a los comanches y, tras asaltar su campamento, acabaron con las vidas de un centenar de comanches. El jefe comanche Cuerno Verde logró escapar, pero fue capturado y ejecutado más tarde.  

La Norteamérica española


Esta victoria tuvo un gran impacto debido al prestigio y reconocimiento que Cuerno Verde tenía en otras tribus por lo que pronto fueron muchas las que pidieron la paz. Los comanches aprendieron que los españoles eran una fuerza a tener en cuenta y que no podían seguir con sus incursiones impunemente.

A pesar de todo, la paz no fue duradera y los comanches volvieron a ser una amenaza para los Presidios españoles. En 1786, el comanche Cuerno Verde Jr., hijo del anterior jefe, lideró una expedición contra los españoles, pero fue derrotado y muerto en combate.

A pesar de los continuos conflictos con los comanches, los Dragones de Cuera desempeñaron un papel crucial en la protección de los Presidios y de las rutas comerciales entre México y los territorios del norte de América. 

A medida que las zonas de frontera se estabilizaron, el papel de los Dragones de Cuera fue asumido por otras unidades militares, como los lanceros de San Fernando, los dragones de Toluca o los lanceros de Veracruz.

Durante el siglo XVIII, los Dragones de Cuera comenzaron a experimentar un declive que finalmente condujo a su extinción. La cuera, que solía cubrir todo el cuerpo del soldado, se acortó hasta la cintura y finalmente dejó de utilizarse gradualmente. Además, las armas de fuego se volvieron más efectivas y ligeras, lo que propició la aparición de nuevas unidades militares.

Finalmente, en 1821, España retiró su bandera de los territorios donde operaban los Dragones de Cuera, lo que llevó a la desaparición de esta unidad. En su lugar surgieron otras unidades, como los Cazadores de Nueva Vizcaya, los Húsares de Texas o las Compañías de Infantería de Voluntarios Catalanes, que reemplazaron a los Dragones de Cuera en sus tareas militares.

La historia de los Dragones de Cuera debe ser recordada como un capítulo importante en la lucha por la conquista y la defensa de América del Norte por parte de España.

Juan Ponce de León


Los "Estados Unidos" españoles

Durante más de 300 años, desde el siglo XVI hasta el XIX, la corona española gobernó en casi todo el continente americano. En aquel entonces, los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos. Sin embargo, la presencia española en Estados Unidos y Canadá ha caído en un extraño olvido, especialmente entre los propios españoles, que desconocen la inmensa huella de sus antepasados en aquellas tierras.

Los actuales estados norteamericanos de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida, la Gran Luisiana, y buena parte de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma, Misisipi y Alaska fueron en algún momento posesiones españolas que formaron parte del Virreinato de Nueva España. Incluso la parte suroeste de la Columbia Británica, dentro del actual Canadá, también perteneció a los españoles.

Los primeros informes conocidos sobre la geografía, los aborígenes de Estados Unidos y sus respectivas lenguas están escritos en español. En 1565, el español Pedro Menéndez de Avilés funda el primer asentamiento europea en el territorio de Estados Unidos y Canadá, al norte de la actual Florida. La ciudad de San Agustín en la costa atlántica. Pero ya anteriormente, el  primer occidental que pisó el territorio de los Estados Unidos y permaneció en él fue Ponce de León, a partir del 2 de abril de 1513. 

Además, el primer libro redactado dentro de los confines del país se debió al hermano Báez, jesuita de las misiones de Georgia en 1569, y España también llevó a Norteamérica la primera representación teatral.

Representación del Día de Acción de Gracias español


Pedro Menéndez de Avilés celebró el primer "Día de Acción de Gracias" de Norteamérica después de fundar San Agustín de la Florida en 1565, mediante una misa y una comida de hermandad celebrada entre españoles y nativos Saturiwa, 56 años antes que los peregrinos de Playmouth Rock. Los españoles también celebraron el segundo "Día de Acción de Gracias" Tejano el 30 de abril de 1598, cuando 600 colonos españoles, encabezados por Juan de Oñate, atravesaron el río Grande en El Paso, Texas, y celebraron junto con los indios Mansos el final de una larga travesía a través del desierto de Chihuahua.

El primer asentamiento libre para esclavos africanos de Norteamérica lo crearon los españoles en Fuerte Mosé, un refugio creado en 1738 por el gobernador de la Florida española para los esclavos que huían de las plantaciones británicas de Carolina, a los que se concedía libertad a cambio de la fidelidad al rey de España y conversión al catolicismo.

Los pioneros españoles que exploraron Norteamérica incluyen a Juan Ponce de León, quien descubrió la península de Florida en 1513, y Alonso Álvarez de Pineda, quien navegó la costa occidental de Florida y toda la costa sur del actual Estados Unidos, incluidas la de Tejas, a lo largo del golfo de México en 1519. Los navegantes españoles del siglo XVI también subieron por la costa este, atravesando el litoral de Georgia hasta la actual Carolina del Sur. 

Pedro Menéndez de Avilés


En la última parte del siglo XVI, la conquista más organizada del Oeste americano fue llevada a cabo por el adelantado Juan de Oñate, quien exploró y conquistó los vastos territorios de Nuevo México, Arizona y Texas para España.

El explorador español Gaspar de Portolá registró el primer descubrimiento europeo de la bahía de San Francisco el 4 de noviembre de 1769. 

Los franciscanos Eusebio Francisco Kino (1644-1711), en el desierto de Sonora, y Fray Junípero Serra (1713-1784), en la costa de California, se centraron en una misma empresa: las misiones. Ambos se ocuparon del desarrollo material de la población indígena con la introducción de la agricultura y la irrigación, evangelizar y culturizar.

Una "huella" imborrable

En el siglo XVIII, España brindó una determinante ayuda a la Guerra de Independencia, que dio lugar a la creación de los Estados Unidos de América. España ayudó a los ciudadanos de las trece Colonias con dinero, armas, munición, medicinas, mantas y vestuario, y finalmente con ayuda militar directa. El ejército rebelde que ganó la batalla de Saratoga en 1777 estaba íntegramente equipado con este material. Inestimable fue también la ayuda de Bernardo de Gálvez para que esos mismos insurgentes venciesen finalmente en la decisiva batalla de Pensacola.

España envió a los EE. UU. 120.000 reales de a ocho en efectivo y órdenes de pago por valor de otros 50.000. Esta ayuda sirvió para respaldar la deuda pública estadounidense del momento y fue copiada dando origen a su propia moneda, el dólar estadounidense. Además, el malagueño Luis de Unzaga y Amézaga, gobernador de la Luisiana española y pionero del libre comercio por el Misissipi, fue el primero en acuñar el término Estados Unidos de América.

Territorios españoles en el Pacífico Noroeste

Así mismo, a finales del siglo XVIII, los españoles lograron llegar incluso hasta Alaska, posiblemente las exploraciones más desconocidas.  Uno de los nombres más destacados en este periodo épico fue el del leridano Salvador Fidalgo, quien en junio de 1790 bautizó Puerto Valdez y Córdova por encima del paralelo 60º Norte, en homenaje al capitán general de la Armada Luis de Córdova. Fidalgo añadía así su nombre a los de Juan Pérez, que en 1774 exploró la costa de Alaska y descubrió la isla de Vancouver; Bruno de Heceta, que en 1775 exploró la costa de Oregón y descubrió la desembocadura del río Columbia; Juan Francisco de la Bodega y Quadra que también en 1775 exploró la costa de Alaska y el sur de la actual Columbia Británica; Francisco de Eliza, que en 1791 exploró la costa de la actual Columbia Británica y fundó el fuerte de Nootka en la isla de Vancouver; Esteban José Martínez, que en 1788 estableció un asentamiento en la bahía de Nootka en la isla de Vancouver, lo que llevó a un conflicto con los británicos. También exploró y cartografió la costa de California; Juan José Pérez Hernández, que en 1774 exploró la costa de Alaska y descubrió la bahía de Yakutat y la isla de San Lorenzo; Gonzalo López de Haro que realizó varios viajes de exploración por la costa norte de Norteamérica llegando hasta la isla de Unalaska; o Dionisio Alcalá Galiano quien también exploró y cartografió la zona.

En general, estas expediciones españolas permitieron la exploración y el conocimiento de la costa del Pacífico Noroeste, así como el establecimiento de asentamientos y fortificaciones en la región. También se llevaron a cabo tratados y negociaciones con otros países europeos, lo que ayudó a asegurar los intereses españoles en la zona,

La presencia española en los territorios de los Estados Unidos duró más de 300 años en Florida, 270 años en Arizona, el sur de California y partes de Alabama, y más de 200 años en Nuevo México y zonas de Misisipi. El 10 de julio de 1821, España cedió oficialmente la Florida a los Estados Unidos, poniendo fin a la colonización española de Norteamérica. 


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