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LA MATANZA DEL BOSQUE DE KATYN DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
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La matanza del bosque de Katyn fue una de las atrocidades más brutales cometidas por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Consistió en el asesinato de unos 22.000 prisioneros polacos, entre militares, policías e intelectuales, por orden de Stalin y Beria en la primavera de 1940.
El crimen fue ocultado y negado por el régimen comunista durante décadas, hasta que finalmente se reconoció su responsabilidad en 1990.
En septiembre de 1939, tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Polonia fue invadida por dos frentes: el nazi por el oeste y el soviético por el este, según lo pactado en el acuerdo secreto del Pacto Ribbentrop-Mólotov. El ejército polaco fue derrotado y el país quedó dividido entre los dos invasores. Con el objetivo de eliminar a la oposición polaca por la ocupación soviética y facilitar el control del país, miles de soldados, oficiales y civiles polacos fueron capturados por los soviéticos y enviados a campos de prisioneros o a cárceles en territorio de la Unión Soviética.
Entre los prisioneros se encontraban unos 15.000 oficiales del ejército polaco que habían sido internados en tres campos especiales: Kozelsk, Starobielsk y Ostashkov. También había unos 6.000 policías y unos 1.000 civiles que habían sido detenidos por la policía secreta soviética (NKVD) bajo la acusación de ser espías, saboteadores o enemigos del poder soviético. Entre ellos había profesores, abogados, médicos, periodistas, sacerdotes y otros representantes de la intelectualidad polaca.
Stalin |
En marzo de 1940, el jefe de la NKVD, Lavrenti Beria, propuso al Politburó soviético liquidar a todos los prisioneros polacos como una medida preventiva ante una posible guerra con Alemania. Stalin y otros cinco miembros del Politburó (Mólotov, Voroshílov, Mikoyán, Kalinin y Kaganóvich) aprobaron la propuesta y firmaron la orden de ejecución.
Los prisioneros fueron trasladados en grupos a diferentes lugares de ejecución: el bosque de Katyn (cerca de Smolensk), las prisiones de Kalinin (actual Tver) y Járkov (actual Ucrania) y otros sitios próximos. Allí fueron asesinados con un tiro en la nuca por agentes de la NKVD que usaron pistolas alemanas Walther para intentar incriminar a los nazis en caso de que se descubriera el crimen. Los cadáveres fueron enterrados en fosas comunes.
La operación se llevó a cabo entre abril y mayo de 1940 y se calcula que murieron al menos 21.768 personas. Algunos prisioneros lograron escapar o sobrevivir milagrosamente al fusilamiento y pudieron contar su testimonio años después.
Encubrimiento y reconocimiento
El crimen fue mantenido en secreto por las autoridades soviéticas durante años. En 1941, tras la invasión alemana de la Unión Soviética, los nazis descubrieron las fosas comunes del bosque de Katyn y las utilizaron como propaganda contra los soviéticos. Los alemanes exhumaron los cuerpos e invitaron a una comisión internacional de expertos para que investigara el caso.
Documento del Politburó |
Tras la guerra, el régimen comunista impuso en Polonia una censura sobre la matanza de Katyn y persiguió a quienes intentaron recordarla o investigarla. En 1946, el Tribunal Militar Internacional de Núremberg aceptó como prueba un informe soviético que atribuía el crimen a los nazis. En 1952, una comisión del Congreso de Estados Unidos concluyó que los soviéticos habían sido los autores de la masacre, pero el gobierno estadounidense no hizo nada al respecto.
No fue hasta 1990, cuando la Unión Soviética estaba al borde del colapso, que el presidente Mijaíl Gorbachov admitió que la NKVD había ejecutado a los prisioneros polacos y entregó al gobierno polaco parte de los documentos que lo demostraban. En 1992, el presidente Borís Yeltsin entregó más documentos, incluida la orden firmada por Stalin y Beria.
En 2000, la Fiscalía Militar de Rusia cerró la investigación sobre la matanza de Katyn al considerar que no se trataba de un genocidio ni de un crimen de guerra, sino de un acto represivo contra ciudadanos polacos. En 2004, la Corte Suprema de Rusia confirmó esta decisión y rechazó la apelación de los familiares de las víctimas.
En 2010, el primer ministro ruso Vladímir Putin y su homólogo polaco Donald Tusk participaron en una ceremonia conjunta en el bosque de Katyn para conmemorar el 70 aniversario de la masacre. Putin reconoció que se trató de un crimen estalinista y pidió perdón al pueblo polaco. Sin embargo, Rusia sigue negándose a reconocer la matanza como un genocidio o a desclasificar todos los documentos relacionados con el caso.
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