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CRISTIANOS EN ORIENTE: RESILENCIA EN ESTADO PURO

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El cristianismo en Oriente Próximo, Oriente Medio y Extremo Oriente tiene una larga y rica historia que se remonta a los primeros siglos de la era cristiana. A pesar de ser la cuna de esta fe, la presencia de los cristianos en estas regiones ha disminuido considerablemente con el tiempo debido a las migraciones, la persecución, la guerra y la inestabilidad política. Aun así, las comunidades cristianas en estas áreas mantienen una importante relevancia cultural y religiosa, aunque enfrentan desafíos significativos en su lucha por la supervivencia. El Cristianismo en Oriente Próximo y Medio: Cuna de la Fe El Oriente Próximo es el lugar donde surgió el cristianismo, una región que abarca los actuales territorios de Israel, Palestina, Líbano, Siria, Jordania, Egipto e Irak. Esta zona fue testigo de la vida de Jesús y de los primeros apóstoles, siendo Jerusalén, Antioquía y Alejandría importantes centros del cristianismo temprano. 1. Las Comunidades Cristianas Históricas Iglesia Ortodoxa Co...

LAS GUERRAS DEL OPIO: EL CONFLICTO QUE ABRIÓ CHINA AL MUNDO

Las guerras del opio es el nombre que se le da a dos conflictos armados que enfrentaron a China con el Imperio británico y otras potencias occidentales en el siglo XIX. Estas guerras tuvieron como causa principal el comercio del opio, una droga que los comerciantes británicos introducían ilegalmente en China y que causaba graves problemas sociales y económicos en el país asiático. 

Estas guerras también reflejaron el choque entre dos civilizaciones con visiones diferentes del mundo: la China imperial, que se consideraba el centro del universo y que se resistía a abrirse al exterior, y la Europa industrial, que buscaba expandir su influencia y sus mercados por todo el globo.

Guerras del opio


Antecedentes de la guerra

China era una civilización antigua y orgullosa, que durante siglos había mantenido una política de aislamiento y de rechazo a las influencias extranjeras. Solo permitía el comercio con algunos países vecinos y con algunas potencias europeas con colonias cercanas como Portugal, España, Holanda o Inglaterra. Sin embargo, este comercio estaba sometido a unas estrictas normas y restricciones por parte de las autoridades chinas.

El comercio exterior se realizaba solo en el puerto de Cantón (actual Guangzhou), bajo la supervisión de los funcionarios imperiales y de los mercaderes chinos conocidos como hong. Los extranjeros solo podían residir en unas factorías limitadas y no podían entrar en contacto con la población local ni con las autoridades superiores. Además, los extranjeros solo podían pagar con plata por los productos chinos, como la seda, el té o la porcelana, que eran muy demandados en Europa.


Emperador Daoguang


Este sistema comercial favorecía a China, que obtenía grandes ingresos por sus exportaciones y mantenía su independencia y su soberanía. Sin embargo, perjudicaba a los países europeos, que sufrían un déficit comercial y una escasez de plata. Entre ellos, el más afectado era Inglaterra, que tenía una gran demanda de té chino y que gastaba enormes cantidades de plata para comprarlo.

Para solucionar este problema, los ingleses buscaron un producto que pudieran vender a los chinos y que les permitiera equilibrar el comercio. El producto elegido fue el opio, una droga derivada de la adormidera, que se cultivaba en la India, en ese momento una colonia británica. El opio se usaba en China desde hacía siglos con fines medicinales. Más tarde fue llevada allí en grandes cantidades por los portugueses en el siglo XVII.  No obstante, su consumo recreativo estaba prohibido por las leyes imperiales. 

Sin embargo, los ingleses encontraron la forma de introducirlo en el mercado negro chino mediante contrabandistas locales. Y así, iniciaron el lucrativo comercio del opio a finales del siglo XVIII y lo incrementaron a principios del XIX.

Los ingleses vendían el opio a los contrabandistas chinos en unos barcos anclados frente a la costa china, conocidos como buques factoría. Los contrabandistas chinos llevaban el opio a tierra y lo distribuían por todo el país mediante redes clandestinas. Los ingleses obtenían así grandes beneficios y plata con la que pagar los productos chinos que necesitaban. Lograron así reducir el déficit comercial que tenían con China y aumentar su influencia política y militar en la región.


Destrucción de opio por funcionarios chinos


El comercio del opio tuvo graves consecuencias para China. Por un lado, provocó una fuga de plata que debilitó la economía y la moneda china. Por otro lado, causó una epidemia de adicción al opio entre la población china, que afectó a todos los estratos sociales. El consumo de opio provocaba efectos nocivos para la salud física y mental de los adictos, como depresión, impotencia o enfermedades respiratorias. Además, generaba problemas sociales como la pobreza, la corrupción o el crimen.

La primera campaña contra el opio

Las autoridades chinas eran conscientes del problema del opio y trataron de combatirlo con medidas legales y represivas: prohibió la importación y el uso del opio bajo pena de muerte; prohibió a los extranjeros fumar opio en China; creó un comité especial para investigar el problema del opio; e incluso se envió una carta a la corona británica pidiendo el cese del comercio del opio. Sin embargo, estas medidas no fueron efectivas ni respetadas por los británicos, que siguieron introduciendo el opio en China con la complicidad de algunos comerciantes y funcionarios chinos corruptos. El comercio del opio creció tanto que llegó incluso a alcanzar unas 40.000 cajas anuales (cada una de ellas con unos 60 kg de opio). 


Barco británico traficando con opio


En 1839, el emperador Daoguang nombró a Lin Zexu como comisionado imperial para erradicar el comercio y el consumo del opio. Lin Zexu, un funcionario honesto y decidido,  aplicó una política de mano dura contra el opio: confiscó y destruyó más de 20.000 cajas de opio que los británicos tenían almacenadas en Cantón; también bloqueó el puerto de Cantón y detuvo a los comerciantes británicos, exigiéndoles que firmaran un compromiso de no traer más opio a China; Lin Zexu también escribió una carta a la reina Victoria de Gran Bretaña en la que le reprochaba su conducta inmoral y le instaba a poner fin al comercio del opio; detuvo y castigó a los compradores chinos que colaboraban con los británicos; prohibió la entrada de barcos británicos en las aguas chinas; exigió una indemnización a los británicos por el valor del opio destruido; y pidió al gobierno británico de que cesara el tráfico del opio y castigara a los responsables.

Estas medidas enfurecieron a los británicos que vieron en ellas amenazados sus intereses comerciales y su prestigio nacional. Los británicos consideraron que con estas se habían violado sus derechos como comerciantes extranjeros y que habían humillado a su país. Los británicos exigieron una compensación por el opio destruido y una disculpa por el trato recibido. 


Enfrentamiento chino-británico en la 1ª guerra del opio


Pero es que, además, los británicos tenían otras ambiciones en China. Aprovecharon para  obtener más concesiones comerciales, más puertos abiertos, más derechos diplomáticos y más influencia política. Ante la negativa del gobierno chino a satisfacer sus demandas, los británicos decidieron recurrir a la fuerza y declararon la guerra a China ese mismo año de 1839.

Esta primera guerra del opio se prolongó durante tres años y fue una guerra desigual, pues los británicos contaban con una superioridad militar abrumadora. Los británicos disponían de barcos de vapor, cañones modernos, armas de fuego y soldados profesionales. Los chinos, en cambio, tenían barcos de vela, cañones anticuados, armas blancas y soldados mal entrenados y equipados. Además, los británicos contaron con el apoyo de algunos aliados locales, como los piratas o los rebeldes que se aliaron con ellos por intereses económicos o políticos.

Los británicos aprovecharon su ventaja naval para atacar las costas chinas y tomar varios puertos y ciudades importantes, como Ningbo, Cantón, Shanghái o Nankín. Los chinos intentaron resistir, pero fueron derrotados en varias batallas. Los británicos también realizaron actos de pillaje y destrucción en Pekín, la capital imperial, lo que causó pánico y desesperación entre los chinos. El gobierno chino se vio obligado a negociar la paz con los británicos, que impusieron unas condiciones muy duras y humillantes.


Lin Zexu


La guerra terminó con la firma del Tratado de Nankín en 1842, que fue el primero de los llamados tratados desiguales que China tuvo que aceptar ante las potencias occidentales. El Tratado de Nankín establecía las siguientes condiciones:
  • China debía ceder la isla de Hong Kong a Gran Bretaña a perpetuidad, lo que la convirtió en su colonia.
  • China debía abrir cinco puertos al comercio británico: Cantón, Amoy ( Xiamen), Foochow ( Fuzhou), Ningbo y Shanghái.
  • China debía pagar una indemnización de 21 millones de dólares a Gran Bretaña por el opio destruido y por los gastos de la guerra.


  • China debía establecer un arancel aduanero fijo y bajo para las mercancías británicas.
  • China debía conceder a los británicos el estatus de nación más favorecida, es decir, que se beneficiarían de cualquier privilegio que China otorgara a otras potencias.
  • China debía reconocer a los británicos el derecho a tener representantes diplomáticos en Pekín.
  • China debía conceder a Gran Bretaña el derecho de extraterritorialidad, es decir, que los súbditos británicos en China se regirían por las leyes británicas y no por las chinas.

El Tratado de Nankín supuso una gran victoria para Gran Bretaña, que logró imponer su dominio y su influencia en China. Igualmente supuso una gran derrota para China, que perdió parte de su territorio y de su soberanía ante una potencia extranjera. Este tratado también debilitó la autoridad y la soberanía del gobierno chino y provocó el descontento y el resentimiento de la población china, que sufrió las consecuencias sociales y económicas de la guerra y del tratado.


Factorias de Cantón


La segunda guerra del opio: el conflicto se agrava

La primera guerra del opio no resolvió el problema del opio ni las tensiones entre China y Gran Bretaña. Por el contrario, el conflicto se agravó con la intervención de otra potencia occidental: Francia. 

El opio seguía siendo el principal producto que los británicos vendían en China, a pesar de que el gobierno chino seguía prohibiéndolo. Los británicos usaban el opio como moneda de cambio para comprar otros productos chinos. Los británicos también buscaban seguir ampliando sus derechos comerciales y diplomáticos en China, abrir más puertos al comercio, establecer consulados en el interior del país, viajar libremente por el territorio chino y fomentar el comercio de otras mercancías como el algodón o el azúcar.

En esos momentos los franceses se unieron a los británicos por motivos similares, ya que también tenían intereses comerciales y políticos en China. Pero además tenían motivos religiosos, ya que querían proteger a los misioneros católicos que predicaban en China y que sufrían la persecución del gobierno chino. Los franceses querían vengar la muerte de un misionero francés, el padre Auguste Chapdelaine, que fue ejecutado por las autoridades chinas en 1856.


Fumadero de opio


Pero el detonante final de la guerra fue un incidente ocurrido en Cantón en 1856, cuando las autoridades chinas abordaron un barco británico, el Arrow, que estaba implicado en el contrabando del opio. Las autoridades chinas arrestaron a la tripulación china del barco y arriaron la bandera británica, lo que fue considerado como un insulto y una violación del Tratado de Nankín por los británicos. Los británicos exigieron una disculpa y una reparación por el incidente, pero el gobernador de Cantón, Yeh Ming-ch’en, se negó a cumplir sus demandas.

Los británicos decidieron entonces recurrir de nuevo a la fuerza y declararon la guerra a China en ese momento. Los franceses aprovecharon la coyuntura y se aliaron con los británicos  prestándoles su apoyo militar y naval. Los británicos y los franceses atacaron las costas y los ríos chinos con sus barcos de vapor y sus cañones, mientras que los chinos solo seguían contando con sus barcos de vela y su artillería anticuada. Los británicos y los franceses lograron conquistar varias ciudades y regiones chinas, como Cantón, Tianjin o el río Yangtsé.

Los británicos y los franceses también atacaron Pekín e incendiaron y saquearon el palacio imperial. El gobierno chino se vio obligado otra vez a negociar la paz con los británicos y los franceses que impusieron unas condiciones aún más duras y humillantes que las del Tratado de Nankín.


Caricatura de los tratados desiguales


La guerra terminó con la firma del Tratado de Tianjin en 1858 y del Tratado de Pekín en 1860, que fueron los segundos y terceros tratados desiguales que China tuvo que aceptar ante las potencias occidentales. Estos tratados establecían las siguientes condiciones:

  • China debía permitir el comercio legal del opio en su territorio y reducir los aranceles sobre las importaciones extranjeras.
  • China debía abrir once puertos más al comercio extranjero, entre ellos Taiwan.
  • China debía pagar una indemnización de 8 millones de dólares a Gran Bretaña y a Francia por los gastos de la guerra.
  • China debía ceder la península de Kowloon a Gran Bretaña, que se añadió a la colonia de Hong Kong.

  • China debía permitir la libre circulación de los comerciantes, misioneros cristianos y turistas extranjeros por todo el país.
  • China debía conceder a Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Rusia el derecho a establecer legaciones diplomáticas en Pekín.
  • China cedió a Rusia una parte del territorio de Manchuria.

Estos tratados abrieron más las puertas de China al comercio y a la influencia occidental, pero también debilitaron aún más la autoridad y la soberanía del gobierno chino. 


Expansión del imperialismo occidental en Asia


Las consecuencias del conflicto

Las guerras del opio tuvieron unas consecuencias devastadoras para China y unas consecuencias beneficiosas para las potencias occidentales. 


Por un lado las guerras del opio marcaron el inicio del declive de China como potencia mundial. China perdió territorio, soberanía, prestigio y riqueza ante las potencias occidentales. China se vio obligada a aceptar unos tratados desiguales que le impusieron unas condiciones injustas e injerencistas. China sufrió una crisis política, económica y social que la sumió en el caos y la pobreza. China se convirtió en un país semicolonial, dependiente y vulnerable ante las ambiciones extranjeras.


Y por otro lado las guerras del opio marcaron el auge de Occidente como potencia mundial. Occidente ganó territorio, influencia, prestigio y riqueza a costa de China. Occidente impuso sus intereses comerciales, políticos y culturales sobre China. Occidente aprovechó los recursos naturales, humanos y culturales de China para su propio beneficio. Occidente se consolidó como una fuerza dominante e imparable en el mundo.

Las guerras del opio, en fin, fueron un episodio trágico e injusto en la historia de China y un episodio glorioso e imperialista en la historia de Occidente. Fueron igualmente el inicio de una larga y compleja relación entre China y Occidente, que aún hoy en día tiene sus luces y sus sombras.

Las guerras del opio también marcaron el fin de la era imperial en China, que se caracterizó por el aislamiento y la autarquía. Las guerras del opio fueron un símbolo de la decadencia y la opresión que sufrió China durante el siglo XIX, pero también fueron un estímulo para la resistencia y la transformación que experimentó China durante el siglo XX.

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