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SÉNECA: UN FILÓSOFO ESTOICO CONSEJERO DE EMPERADORES EN LA ROMA IMPERIAL

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Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), conocido simplemente como Séneca, fue uno de los pensadores más influyentes de la filosofía estoica, y una figura destacada tanto en el ámbito político como literario de la antigua Roma. Nació en Córdoba, en la provincia romana de Hispania, y desarrolló una vida marcada por su compromiso con el pensamiento filosófico, su carrera política, y la compleja relación que mantuvo con el emperador Nerón. Séneca Vida y Carrera Política Séneca nació en una familia prominente, hijo del célebre orador Séneca el Viejo. Fue enviado a Roma en su juventud, donde recibió una educación esmerada y mostró rápidamente su inclinación hacia la retórica y la filosofía. Desde joven, se interesó por la corriente estoica, que promovía la virtud, la autodisciplina y la resistencia ante las adversidades. Su carrera política comenzó como cuestor, y su ascenso en la política imperial lo llevó a ser senador y consejero de varios emperadores. Sin embargo, su vida política estuvo ...

INOCENCIO VIII: UN POLÉMICO PAPA CON UN ENIGMÁTICO EPITAFIO

Inocencio VIII fue el papa número 213 de la Iglesia católica, y el sexto del Renacimiento. Su pontificado duró desde 1484 hasta 1492, y estuvo marcado por acontecimientos políticos, religiosos y culturales de gran relevancia e impacto. 

Sin embargo, Inocencio VIII también fue un personaje controvertido y misterioso, que protagonizó episodios oscuros y escandalosos, incluido su propio epitafio, que han empañado su imagen y su memoria.


Inocencio VIII


Su origen y su elección

Inocencio VIII nació en Génova, en 1432, con el nombre de Giovanni Battista Cibo. Era hijo de un noble genovés, que tenía vínculos con la poderosa familia de los Medici de Florencia. Estudió derecho en Padua, y se dedicó a la carrera eclesiástica, gracias al apoyo y al mecenazgo de los Medici. Fue nombrado obispo de Savona, arzobispo de Molfetta, y cardenal de San Lorenzo in Damaso, por el papa Sixto IV. Fue un hombre culto, refinado y diplomático, que supo ganarse la confianza y la amistad de los principales líderes políticos y religiosos de su época.

Tras la muerte de Sixto IV, en 1484, se celebró el cónclave para elegir al nuevo papa. El cónclave estuvo dividido entre dos facciones: la de los cardenales italianos, que apoyaban al cardenal Giuliano della Rovere, sobrino de Sixto IV, y la de los cardenales extranjeros, que apoyaban al cardenal Rodrigo Borgia, futuro papa Alejandro VI. Ninguno de los dos candidatos logró obtener los votos suficientes para ser elegido, y se produjo un bloqueo y una tensión que duró once días. Finalmente, se llegó a un acuerdo, y se eligió como papa a Giovanni Battista Cibo, que era considerado un candidato de consenso y de transición, que no representaba una amenaza ni un desafío para ninguno de los dos bandos. Cibo adoptó el nombre de Inocencio VIII, y fue coronado el 29 de agosto de 1484, en la basílica de San Pedro.




Su familia y sus hijos

Inocencio VIII fue el primer papa que reconoció públicamente y legitimó a sus hijos naturales, que había tenido antes de ser ordenado sacerdote. Esto supuso un escándalo y una novedad, que rompió con la tradición y con el celibato eclesiástico, que exigía a los clérigos la renuncia al matrimonio y a la procreación. Inocencio VIII tuvo al menos dos hijos, y posiblemente más, con diferentes mujeres, cuyos nombres y orígenes se desconocen. Sus hijos fueron:

  • Franceschetto Cibo: al que nombró senador de Roma, y le concedió numerosos beneficios y privilegios. Franceschetto se casó con Maddalena de Medici, la hija de Lorenzo el Magnífico, el gobernante de Florencia, y el principal aliado político de Inocencio VIII. Franceschetto fue un hombre ambicioso y violento, que se enriqueció y se involucró en varias intrigas y conspiraciones, que le granjearon la enemistad y el rechazo de muchos.

Basílica de San Pedro


  • Teodorina Cibo: la hija menor y la única mujer a la que la casó con Gian Giordano Orsini, un noble romano, que pertenecía a una de las familias más poderosas e influyentes de Italia. Teodorina fue una mujer discreta y piadosa, que se dedicó a la caridad y a la educación de sus hijos, que fueron nueve.

Pero Inocencio VIII también tuvo otros hijos, que no reconoció oficialmente, pero que les dio su apellido y les ayudó en su carrera. Estos hijos fueron:


  • Girolamo Cibo: al que convirtió en arzobispo de Turín, y que fue un hombre culto y erudito, que escribió obras de teología y de historia.
  • Giovanni Battista Cibo: que se convirtió en obispo de Marsella, y que fue un hombre valiente y generoso, que defendió la ciudad de los ataques de los franceses y de los turcos.
  • Alessandro Cibo: que fue cardenal de Santa María in Via Lata, y que fue un hombre intrigante y corrupto, que participó en el cónclave que eligió a Alejandro VI, y que intentó asesinarlo.

Inocencio VIII amó y protegió a su familia, pero también la usó como un instrumento de su política y de su ambición. 


Alejandro VI


Su pontificado y sus obras

Inocencio VIII  tuvo un pontificado difícil y conflictivo teniendo que afrontar numerosos desafíos y problemas, tanto internos como externos. Realizó algunas obras importantes y positivas, pero que también cometió algunos errores y pecados, que empañaron su reputación y su legado. Algunas de las obras y los hechos más destacados de su pontificado fueron:

  • La reforma de la Iglesia: Inocencio VIII intentó reformar y mejorar la Iglesia, que estaba en crisis y en decadencia, por culpa de la corrupción, el nepotismo, el simoníaco y la relajación moral de muchos clérigos. Inocencio VIII convocó un sínodo en Roma, en 1486, donde se aprobaron varias medidas para corregir y castigar los abusos y los vicios de la Iglesia, y para promover la educación y la formación del clero. Inocencio VIII también nombró a varios cardenales virtuosos y competentes, que le ayudaron en su labor de gobierno y de reforma. Inocencio VIII quiso renovar y purificar la Iglesia, pero que no pudo evitar caer en algunas de las prácticas que pretendía erradicar, como el nepotismo, el favoritismo o el lujo.


  • La defensa de la fe: Inocencio VIII fue un papa que defendió la fe y la ortodoxia católica, que estaba amenazada por el avance de los turcos, que habían conquistado Constantinopla y amenazaban Europa, y por la difusión de las herejías, que cuestionaban la autoridad y la doctrina de la Iglesia. Inocencio VIII promovió varias iniciativas para hacer frente a estos peligros, como:

    • La cruzada contra los turcos que habían invadido Otranto, una ciudad del sur de Italia, y que pretendían avanzar hacia Roma. Inocencio VIII logró reunir un ejército de cristianos, que consiguió liberar Otranto, y detener el avance de los turcos. También intentó organizar una alianza entre los reyes cristianos, para hacer frente a la amenaza turca, pero no lo consiguió, por las rivalidades y los intereses de cada uno.

Brujería
    • La bula contra las brujas en 1484, llamada “Summis desiderantes affectibus”, que condenaba la existencia y la práctica de la brujería, que se consideraba una forma de herejía y de apostasía. La bula autorizaba a los inquisidores, especialmente a los dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, a perseguir y castigar a las brujas, que se acusaba de pactar con el diablo, de causar males y enfermedades, y de realizar ritos y sacrificios abominables. La bula también aprobaba el uso del “Malleus Maleficarum”, un tratado sobre la brujería, escrito por los mismos inquisidores, que se convirtió en el manual de referencia para la caza de brujas. La bula desencadenó una ola de persecución y de violencia contra las brujas, que afectó sobre todo a las mujeres, que eran consideradas más propensas y vulnerables a la influencia del diablo. La bula fue una expresión del miedo y de la intolerancia de la época, que causó mucho sufrimiento y muerte.
    • Además Inocencio VIII intentó restablecer la unidad y la comunión entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, que se habían separado en el año 1054, por el llamado “Cisma de Oriente”. Para ello envió una embajada al patriarca de Constantinopla, Nilo II, que había sido depuesto por los turcos, y que se había refugiado en Roma. Inocencio VIII le ofreció su apoyo y su amistad, y le propuso una alianza para liberar Constantinopla y para restaurar la unidad de la Iglesia. El patriarca aceptó la propuesta, y reconoció la primacía y la autoridad del papa, en un acto solemne que se celebró en la basílica de San Pedro, en 1489. Sin embargo, este gesto no tuvo el efecto esperado, ya que la mayoría de los ortodoxos no lo aceptaron, y lo consideraron una traición y una sumisión. La reconciliación fue efímera y superficial, y no logró superar las diferencias y los conflictos entre las dos Iglesias.

Tumba Inocencio VIII


Su muerte y su epitafio

Inocencio VIII murió el 25 de julio de 1492, a los 60 años de edad, tras una larga y penosa enfermedad, que le había debilitado y postrado en la cama. Su muerte fue llorada por muchos, pero también celebrada por otros, que le consideraban un papa corrupto y nefasto. Su cuerpo fue sepultado en la basílica de San Pedro, donde se le erigió un magnífico monumento funerario, obra del escultor Antonio Pollaiuolo. El monumento representa al papa en actitud de bendición, rodeado de las figuras de la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza, las cuatro virtudes cardinales. El monumento también contiene un enigmático epitafio, que dice así:

“Innocentius VIII Pontifex Maximus, qui nulli cedere maluit quam Christo, obiit anno salutis MCCCCLXXXXII, die XXV mensis Iulii, pontificatus sui anno VIII”

El epitafio se puede traducir como:

“Inocencio VIII, Sumo Pontífice, que no quiso ceder ante nadie más que ante Cristo, murió en el año de la salvación 1492, el día 25 del mes de julio, en el año octavo de su pontificado”

Epitafio Inocencio VIII

El epitafio parece contradecir la realidad y la reputación de Inocencio VIII ya que este fue un papa que cedió y transigió ante muchos intereses y presiones, tanto políticas como personales, y que no siempre actuó conforme a la voluntad y al ejemplo de Cristo. Por ello, el epitafio parece ser una exageración y una ironía, que pretende ensalzar y justificar a Inocencio VIII, pero que también revela su debilidad y su pecado. También es una expresión de la ambigüedad y la complejidad de Inocencio VIII, que tuvo luces y sombras, que hizo obras buenas y malas, y que dejó una huella y una memoria polémica.

Pero con todo, en este epitafio todavía se puede encontrar una inscripción aún más extraña y enigmática que dice así: “Novi orbis suo aevo inventi gloria”, que traducido sería: “Suya es la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo". Esto por sí solo no significaría mucho, pero cobra otro sentido si recordamos que el papa Inocencio VIII falleció el 25 de julio de 1492 y Cristobal Colón no iniciaría su primer viaje a América hasta el 3 de agosto de ese mismo año. ¿Es posible que este papa supiera hacia donde iba exactamente el Almirante?. Pero esta, tal vez, es otra historia para contar.

De lo que no cabe duda es de que Inocencio VIII fue un papa que desafió y quebrantó las normas y los valores de la Iglesia, y que provocó el escándalo y la crítica de muchos.




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