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CRISTIANOS EN ORIENTE: RESILENCIA EN ESTADO PURO

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El cristianismo en Oriente Próximo, Oriente Medio y Extremo Oriente tiene una larga y rica historia que se remonta a los primeros siglos de la era cristiana. A pesar de ser la cuna de esta fe, la presencia de los cristianos en estas regiones ha disminuido considerablemente con el tiempo debido a las migraciones, la persecución, la guerra y la inestabilidad política. Aun así, las comunidades cristianas en estas áreas mantienen una importante relevancia cultural y religiosa, aunque enfrentan desafíos significativos en su lucha por la supervivencia. El Cristianismo en Oriente Próximo y Medio: Cuna de la Fe El Oriente Próximo es el lugar donde surgió el cristianismo, una región que abarca los actuales territorios de Israel, Palestina, Líbano, Siria, Jordania, Egipto e Irak. Esta zona fue testigo de la vida de Jesús y de los primeros apóstoles, siendo Jerusalén, Antioquía y Alejandría importantes centros del cristianismo temprano. 1. Las Comunidades Cristianas Históricas Iglesia Ortodoxa Co...

EL FRACASO DE NELSON EN TENERIFE: UNA DOLOROSA DERROTA

Horatio Nelson fue un almirante británico que se convirtió en uno de los héroes nacionales de su país, por sus victorias navales contra las potencias enemigas, especialmente Francia y España, durante las guerras napoleónicas. 

Sin embargo, antes de alcanzar la gloria, Nelson sufrió un duro revés en su carrera, cuando intentó conquistar la isla de Tenerife, que era una posesión estratégica de España, por su situación geográfica, su riqueza agrícola y su puerto comercial, además de un punto de apoyo para las flotas españolas y francesas, entonces aliadas, que navegaban por el Atlántico. 


Horatio Nelson


El contexto histórico

La guerra anglo-española de 1796-1808 fue una guerra que enfrentó a Gran Bretaña contra España, que se alió con Francia, que era el principal enemigo de Gran Bretaña en ese momento en Europa. La guerra se inició por la firma del Tratado de San Ildefonso, que estableció una alianza entre España y Francia, que se comprometieron a apoyarse mutuamente en sus conflictos con Gran Bretaña, y a repartirse las posesiones coloniales británicas. El tratado fue una respuesta a la política expansionista y agresiva de Gran Bretaña, que había atacado y ocupado varias colonias españolas y francesas en América, África y Asia, y que había impuesto un bloqueo naval a los puertos enemigos, que impedía el comercio y el abastecimiento.




La guerra anglo-española de 1796-1808 fue una guerra que se libró principalmente en el mar, donde Gran Bretaña tenía una clara superioridad naval, gracias a su flota, a sus almirantes y a sus tácticas. La guerra se caracterizó por una serie de batallas navales, que se saldaron con victorias británicas, como la batalla del Cabo de San Vicente, la batalla del Nilo o la batalla de Trafalgar, que consolidaron el dominio británico sobre los mares y que debilitaron a las flotas española y francesa. La guerra también se caracterizó por una serie de ataques británicos a las colonias españolas y francesas, que tenían como objetivo capturar sus recursos y sus mercados, y que provocaron la pérdida de territorios como Trinidad, Menorca, Malta, Ceilán o Egipto.

La guerra anglo-española de 1796-1808 fue una guerra que tuvo consecuencias políticas, económicas y sociales para los países implicados, que se vieron afectados por la inestabilidad, la crisis y el cambio. La guerra supuso un desgaste para España, que perdió parte de su imperio colonial, que sufrió una invasión francesa, que provocó la abdicación de Carlos IV y la ocupación de Napoleón, que desencadenó la guerra de la Independencia, que originó el levantamiento popular y la resistencia patriótica, y que propició el surgimiento de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, que fueron los primeros pasos hacia el liberalismo y la soberanía nacional. La guerra supuso un triunfo para Gran Bretaña, que se consolidó como la primera potencia mundial, que amplió su imperio colonial, que mantuvo su hegemonía naval, que lideró la coalición contra Napoleón, que apoyó la causa de la independencia española, y que impulsó la revolución industrial y el comercio mundial.


Ataque británico a Tenerife


El plan de ataque

El intento de conquista de Tenerife por parte de Nelson fue una operación militar que se planificó y se ejecutó en el verano de 1797, y que formaba parte de la estrategia británica de atacar las colonias españolas, para debilitar su economía y su poder. El objetivo de Nelson era capturar la isla de Tenerife, que era una de las islas Canarias, que pertenecían a España, y que tenían una gran importancia estratégica, económica y militar, por su situación geográfica, su riqueza agrícola y su puerto comercial.

El plan de ataque de Nelson se basaba en la información que había obtenido de un espía británico, que le había informado de que la isla de Tenerife estaba poco defendida, y de que su principal fortaleza, el castillo de San Cristóbal, que protegía la ciudad y el puerto de Santa Cruz de Tenerife, estaba en mal estado y tenía poca artillería. Nelson confiaba en que podría tomar la isla por sorpresa, con un desembarco rápido y decidido, y con el apoyo de su flota, que estaba compuesta por cuatro navíos de línea, tres fragatas y dos bergantines, que sumaban unos 4.000 hombres y unos 400 cañones.

El plan de ataque de Nelson consistía en dividir su flota en dos escuadras, una al mando del capitán Thomas Troubridge, y otra al mando del propio Nelson. La escuadra de Troubridge debía acercarse a la costa de Tenerife por el norte, y desembarcar a unos 1.000 hombres en la playa de Valleseco, que estaba a unos 5 kilómetros de Santa Cruz, y avanzar por tierra hasta la ciudad, donde debía tomar el castillo de San Cristóbal y el puerto. La escuadra de Nelson debía acercarse a la costa de Tenerife por el sur, y desembarcar a unos 900 hombres en la playa de Bufadero, que estaba a unos 3 kilómetros de Santa Cruz, y avanzar por tierra hasta la ciudad, donde debía unirse con la escuadra de Troubridge y asaltar el castillo y el puerto. El resto de la flota debía permanecer en el mar, y apoyar el ataque con sus cañones, y evitar la llegada de refuerzos enemigos.


Batalla de Santa Cruz de Tenerife


El desarrollo de la batalla

El intento de conquista de Tenerife por parte de Nelson se inició el 22 de julio de 1797, cuando la flota británica llegó a las aguas de la isla, y se dispuso a ejecutar el plan de ataque. Sin embargo, el plan se vio frustrado por varios imprevistos, que impidieron el éxito de la operación, y que provocaron la derrota de los atacantes.



  • El primer imprevisto fue que la isla de Tenerife no estaba tan indefensa como Nelson creía, sino que estaba preparada para resistir un ataque, gracias a la previsión y al valor de sus defensores. Los defensores de la isla estaban al mando del general Antonio Gutiérrez, que era el capitán general de Canarias, y que contaba con unos 9.000 hombres y unos 100 cañones, que se distribuían entre las milicias locales, los voluntarios patrióticos, los regulares españoles, los artilleros franceses y los marineros ingleses prisioneros. Los defensores de la isla también contaban con el apoyo de la población civil, que se movilizó para colaborar en la defensa, y con el refuerzo de una fragata española, la San José, que llegó a la isla el día antes del ataque, y que aportó más hombres y más armas. Los defensores de la isla habían fortificado la ciudad y el puerto de Santa Cruz, y habían instalado baterías de cañones en los puntos estratégicos, como el castillo de San Cristóbal, el castillo de San Juan, el castillo de San Andrés, el castillo de Paso Alto, el castillo de San Miguel y el castillo de San Pedro.

  • El segundo imprevisto fue que el desembarco de las tropas británicas no fue tan rápido ni tan decidido como Nelson esperaba, sino que se vio dificultado por las condiciones del mar, por la resistencia de los defensores y por la confusión de los atacantes. El desembarco de la escuadra de Troubridge se retrasó por la mala mar, que impidió que los botes se acercaran a la playa de Valleseco, y que obligó a los soldados a saltar al agua y a nadar hasta la orilla, donde fueron recibidos por el fuego de los cañones y de los fusiles de los defensores, que les causaron numerosas bajas y les impidieron avanzar hacia la ciudad. El desembarco de la escuadra de Nelson se adelantó por la impaciencia de Nelson, que quiso aprovechar la oscuridad de la noche para sorprender a los defensores, y que ordenó a sus botes que se dirigieran a la playa de Bufadero, sin esperar a la señal convenida, lo que provocó que se dispersaran y que se perdieran en la oscuridad, y que algunos de ellos se dirigieran por error a la playa de San Andrés, donde fueron recibidos por el fuego de los cañones y de los fusiles de los defensores, que les causaron numerosas bajas y les impidieron desembarcar.


Antonio Gutiérrez de Otero


  • El tercer imprevisto fue que el apoyo de la flota británica no fue tan efectivo ni tan decisivo como Nelson pensaba, sino que se vio neutralizado por la artillería y por la estrategia de los defensores, que supieron aprovechar su ventaja y su conocimiento del terreno. El apoyo de la flota británica se vio obstaculizado por el viento, que soplaba en contra de los navíos, y que les impedía acercarse a la costa y apuntar con precisión sus cañones, y por el fuego de los cañones de los defensores, que disparaban desde las alturas, y que causaban daños y bajas en los navíos y en los botes. El apoyo de la flota británica se vio frustrado por la maniobra de los defensores, que utilizaron la fragata San José y un bergantín capturado a los británicos, el Fox, para simular una salida al mar, y que provocaron que los navíos británicos se alejaran de la costa y se concentraran en perseguirlos, dejando sin cobertura a los botes que intentaban desembarcar.



  • El cuarto imprevisto fue que la suerte y el azar no acompañaron a Nelson, sino que le jugaron una mala pasada, que le costó la pérdida de su brazo y el fracaso de su operación. La mala suerte de Nelson se manifestó cuando su bote, que se había dirigido por error a la playa de San Andrés, fue alcanzado por un disparo de cañón, que le destrozó el brazo derecho, y que le obligó a retirarse y a ser trasladado al navío insignia, el Theseus, donde le amputaron el brazo sin anestesia, y donde sufrió un gran dolor y una gran hemorragia. El azar de Nelson se manifestó cuando su segundo al mando, el capitán Samuel Hood, que había desembarcado en la playa de Bufadero, y que había conseguido llegar hasta las afueras de la ciudad, se encontró con una bandera blanca, que creyó que era una señal de rendición de los defensores, y que resultó ser una señal de parlamento de los atacantes, que habían sido capturados por los defensores, y que habían negociado una tregua con el general Gutiérrez, que les ofreció un trato generoso y honorable, que consistía en devolverles los prisioneros, los heridos y los navíos, a cambio de que abandonaran la isla y no volvieran a atacarla.


Nelson herido en Tenerife


El resultado de la batalla

El intento de conquista de Tenerife por parte de Nelson se saldó con una derrota humillante para los británicos, que tuvieron que retirarse de la isla, sin haber conseguido su objetivo, y con un balance de unas 400 bajas, entre muertos, heridos y prisioneros, y de dos navíos dañados, el Leander y el Fox. La derrota de los británicos fue una victoria heroica para los españoles, que consiguieron defender la isla, con un balance de unas 200 bajas, entre muertos y heridos, y de una fragata dañada, la San José. La victoria de los españoles fue celebrada con júbilo por la población de la isla, que se sintió orgullosa de su resistencia y de su valor, y que honró a sus defensores, especialmente al general Gutiérrez, que fue nombrado marqués de Branciforte, y al teniente de artillería Luis de la Cruz, que fue el autor del disparo que hirió a Nelson, y que fue ascendido a capitán.

El intento de conquista de Tenerife por parte de Nelson fue un fracaso, que tuvo consecuencias negativas para Nelson, que perdió su brazo derecho, que era su principal arma y su símbolo de autoridad, y que sufrió un duro golpe en su orgullo y en su prestigio. El fracaso de Nelson también tuvo consecuencias negativas para Gran Bretaña, que perdió una oportunidad de debilitar a España y de ampliar su imperio, y que tuvo que reconocer el valor y el honor de sus enemigos. 

El fracaso de Nelson fue un revés, pero no el fin de su carrera, ya que Nelson se recuperó de su herida, y volvió a la acción, con más determinación y más ambición, y consiguió nuevas victorias, como la batalla del Nilo o la batalla de Trafalgar, que le hicieron olvidar su fracaso en Tenerife, y que le convirtieron en uno de los héroes nacionales de su país, y en uno de los almirantes más famosos y admirados de la historia.


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