El cristianismo en Oriente Próximo, Oriente Medio y Extremo Oriente tiene una larga y rica historia que se remonta a los primeros siglos de la era cristiana. A pesar de ser la cuna de esta fe, la presencia de los cristianos en estas regiones ha disminuido considerablemente con el tiempo debido a las migraciones, la persecución, la guerra y la inestabilidad política. Aun así, las comunidades cristianas en estas áreas mantienen una importante relevancia cultural y religiosa, aunque enfrentan desafíos significativos en su lucha por la supervivencia. El Cristianismo en Oriente Próximo y Medio: Cuna de la Fe El Oriente Próximo es el lugar donde surgió el cristianismo, una región que abarca los actuales territorios de Israel, Palestina, Líbano, Siria, Jordania, Egipto e Irak. Esta zona fue testigo de la vida de Jesús y de los primeros apóstoles, siendo Jerusalén, Antioquía y Alejandría importantes centros del cristianismo temprano. 1. Las Comunidades Cristianas Históricas Iglesia Ortodoxa Co...
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LOS ÍBEROS: ORIGEN, EVOLUCIÓN Y LEGADO CULTURAL EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
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Los íberos fueron un conjunto de pueblos que habitaron la península ibérica y el sur de Francia entre los siglos VI y I a.C., y que se caracterizaron por su cultura, su lengua y su escritura propias.
Los íberos tuvieron una gran influencia en la historia, la política, la economía, la cultura y la sociedad de la península ibérica, y dejaron un legado de arte, literatura y memoria que ha marcado su identidad y su destino.
Dama de Elche
Origen y evolución de los íberos
El origen y la evolución de los íberos se pueden dividir en cuatro etapas, que corresponden a diferentes contextos históricos, políticos y geográficos, y que implican a diferentes influencias, cambios y características. Estas etapas son:
La formación (siglos VI-V a.C.): Esta etapa se caracterizó por el surgimiento y la consolidación de los íberos, que se originaron a partir de la mezcla de los pueblos indígenas de la península ibérica, como los tartesios, los celtas y los vascones, con los pueblos colonizadores del Mediterráneo, como los fenicios, los griegos y los cartagineses.
Los íberos adoptaron y adaptaron elementos culturales, lingüísticos y artísticos de estos pueblos, y crearon una identidad propia y diferenciada. Los íberos se establecieron principalmente en el sur y el este de la península ibérica, y en el sur de Francia, donde formaron diversos grupos, como los turdetanos, los bastetanos, los edetanos, los ilergetes y los sordes. Los íberos se relacionaron con otros pueblos, con los que comerciaron, pactaron y se enfrentaron, como los celtas, los lusitanos y los romanos.
La expansión (siglos IV-III a.C.): Esta etapa se caracterizó por el desarrollo y la difusión de los íberos, que se impulsó por el crecimiento demográfico, económico y político de los íberos, y por la influencia de los cartagineses, que se convirtieron en sus principales aliados y protectores. Los íberos ampliaron y fortificaron sus territorios, donde construyeron ciudades, santuarios, necrópolis y acueductos, como Tartessos, Sagunto, Numancia y Emporion. Los íberos también desarrollaron su cultura, su lengua y su escritura, que plasmaron en obras de arte, de literatura y de ciencia, las monedas y las inscripciones. Los íberos también participaron en las guerras púnicas, que enfrentaron a los cartagineses y a los romanos por el control del Mediterráneo, y que tuvieron como escenario la península ibérica, donde los íberos lucharon junto a los cartagineses, como el general Aníbal.
Indumentaria guerrero íbero
La decadencia (siglos II-I a.C.): Esta etapa se caracterizó por el declive y la resistencia de los íberos, que se impulsó por la derrota y la retirada de los cartagineses, que dejaron a los íberos sin su principal apoyo y defensa, y por la conquista y la colonización romana, que se inició en el siglo II a.C., y que se prolongó hasta el siglo I a.C. Los íberos tuvieron que enfrentarse a los romanos, que los consideraban inferiores, rebeldes y enemigos, y que los sometieron a condiciones de trabajo, comercio y vida injustas y desfavorables. Los íberos se rebelaron contra los romanos de diversas formas, como la huelga, que consistió en el rechazo, la negativa y la abstención de trabajar para los romanos, que dependían de la mano de obra íbera; el sabotaje, que consistió en el daño, la destrucción y la obstrucción de las infraestructuras, los recursos y los bienes de los romanos, que se vieron afectados por la pérdida y el deterioro de su patrimonio; el ataque, que consistió en la violencia, la agresión y el asesinato de los romanos, que se vieron amenazados y aterrorizados por la acción íbera; y la guerra, que consistió en el enfrentamiento armado entre los íberos y los romanos, que se disputaron el control y la defensa de la tierra y de los recursos.
Los íberos se rebelaron principalmente en dos grandes levantamientos, que se conocen como la Guerra Lusitana (155-139 a.C.) y la Guerra Numantina (143-133 a.C.), que fueron las primeras guerras de liberación nacional de la península ibérica.
La asimilación (siglos I a.C.-I d.C.): Esta etapa se caracterizó por el fin de la presencia y la influencia de los íberos, y el surgimiento y la consolidación de la cultura romana, que se impulsó por el desarrollo de la administración, la infraestructura, la explotación y la romanización. Los íberos, que fueron derrotados y sometidos por los romanos, tuvieron que adaptarse a las demandas y las presiones de los romanos, que buscaban obtener beneficios y recursos de la tierra y de los íberos. Los íberos, que tenían una cultura basada en la oralidad, la comunidad y la diversidad, tuvieron que enfrentarse a las imposiciones y las agresiones de los romanos, que buscaban imponer su lengua, su sociedad y su cultura. Los íberos se asimilaron a los romanos de diversas formas, como la esclavitud, que consistió en la captura, el transporte y la venta de los íberos, que fueron obligados a trabajar en las plantaciones, las minas, las construcciones y las casas de los romanos, sin recibir ningún pago ni derecho; el tributo, que consistió en la exigencia de una cantidad de dinero, bienes o servicios a los íberos, que tenían que pagar a los romanos por el uso de la tierra, la protección o la conversión; el contrato, que consistió en la firma de un acuerdo entre los íberos y los romanos, que establecía las condiciones de trabajo, comercio o vida de los íberos, que eran desiguales y ventajosas para los romanos; y la romanización, que consistió en la incorporación de los íberos a la sociedad y la cultura romanas, que implicaba la pérdida de su identidad, su lengua, su religión y sus costumbres. Los íberos se asimilaron especialmente a los romanos en las zonas urbanas, donde se construyeron ciudades, teatros, acueductos y termas, como Tarraco, Emerita Augusta, Corduba y Hispalis.
Bicha de Balazot
Los íberos se relacionaron con otros pueblos de la península ibérica de diversas formas, según el contexto histórico, político y geográfico. Algunas de estas formas fueron:
La mezcla: Los íberos se mezclaron con los pueblos indígenas de la península ibérica, como los tartesios, los celtíberos y los vascones, y con los pueblos colonizadores del Mediterráneo, como los fenicios, los griegos y los cartagineses. Esta mezcla dio origen a los íberos, que adoptaron y adaptaron elementos culturales, lingüísticos y artísticos de estos pueblos, y crearon una identidad propia y diferenciada.
El comercio: Los íberos comerciaron con otros pueblos de la península ibérica, como los celtas, los lusitanos y los romanos, y con otros pueblos del Mediterráneo, como el Imperio mogol, el Imperio otomano, el Imperio chino y el Imperio safávida. Este comercio les permitió obtener e intercambiar productos, especialmente el oro, el marfil, el algodón, el tabaco, el azúcar y los esclavos.
El pacto: Los íberos pactaron con algunos pueblos de la península ibérica, como los cartagineses, los romanos y los visigodos, y con algunos pueblos del Mediterráneo, como el Reino de Kongo, el Reino de Benín y el Reino de Monomotapa. Estos pactos les permitieron establecer alianzas comerciales, políticas y militares, que les facilitaron el acceso y el intercambio de territorios, recursos y derechos.
El enfrentamiento: Los íberos se enfrentaron a otros pueblos de la península ibérica, como los romanos, los árabes y los castellanos, y a otros pueblos del Mediterráneo, como los griegos, los persas y los egipcios. Estos enfrentamientos les obligaron a defender y a luchar por sus tierras, sus recursos y sus derechos, que fueron amenazados y atacados por estos pueblos.
Guerrero de Moguente
El legado artístico de los íberos fue muy rico y variado, y se plasmó en diferentes manifestaciones, como la escultura, la cerámica, la joyería, la moneda y la escritura. Algunas de estas manifestaciones fueron:
La escultura: Los íberos realizaron esculturas de piedra, bronce y terracota, que representaban figuras humanas, animales y divinidades, con un estilo realista, expresivo y simbólico. Algunas de las esculturas más famosas son las Damas de Elche, de Baza y de Guardamar, que son bustos femeninos que llevan una compleja indumentaria y unos adornos en la cabeza, que podrían indicar su rango o su función religiosa.
La cerámica: Los íberos elaboraron cerámicas de barro, que decoraban con pinturas y relieves, que representaban motivos geométricos, vegetales, animales y humanos, con un estilo abstracto, colorido y dinámico. Algunas de las cerámicas más famosas son las vasijas de Arcos de la Frontera, que son recipientes de gran tamaño que llevan escenas de la vida cotidiana, como la caza, la pesca, la danza y el banquete.
La joyería: Los íberos fabricaron joyas de oro, plata y bronce, que adornaban con piedras preciosas, perlas y esmaltes, que representaban formas geométricas, vegetales, animales y humanas, con un estilo refinado, elegante y simbólico. Algunas de las joyas más famosas son los tesoros de El Carambolo, de Aliseda y de Guerrero de Moixent, que son conjuntos de collares, brazaletes, pendientes y diademas, que podrían indicar su riqueza o su poder.
La moneda: Los íberos acuñaron monedas de plata y bronce, que grababan con imágenes y leyendas, que representaban símbolos, animales y divinidades, con un estilo realista, estilizado y simbólico. Algunas de las monedas más famosas son las dracmas de Emporion, que llevan la cabeza de una diosa y un caballo, que podrían indicar su origen griego o su comercio marítimo; y las ases de Sekobirikes, que llevan la cabeza de un guerrero y un jinete, que podrían indicar su identidad íbera o su actividad militar.
Escritura íbera en bronce
La escritura: Los íberos desarrollaron una escritura propia, que se basaba en un alfabeto de 28 signos, que representaban sonidos consonánticos y vocálicos, y que se escribía de derecha a izquierda, de izquierda a derecha o en forma de bustrofedón. Los íberos escribieron textos en diferentes soportes, como piedra, metal, cerámica y papiro, que contenían información de tipo religioso, político, económico y social.
Algunos de los textos más famosos son las inscripciones de Botorrita, que son placas de bronce que llevan textos jurídicos y administrativos, que podrían indicar su organización y su legislación; y las inscripciones de la Serreta de Alcoy, que son placas de plomo que llevan textos religiosos y funerarios, que podrían indicar su creencia y su ritual.
Los íberos, pues, fueron un pueblo que marcó significativamente la historia y la cultura de España y Portugal.
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