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TAIWAN: UN ESCENARIO CLAVE EN LA GEOPOLÍTICA ACTUAL
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Taiwán es una isla situada en el este de Asia, frente a la costa de China continental. Taiwán tiene una superficie de unos 36.000 km² y una población de unos 23 millones de habitantes.
Taiwán es también el nombre que recibe el Estado que gobierna la isla, oficialmente llamado República de China (ROC), que se fundó en 1912 tras la caída de la dinastía Qing y que se trasladó a la isla en 1949 tras la guerra civil china que enfrentó al Partido Nacionalista Chino (Kuomintang, KMT) y al Partido Comunista Chino (PCCh).
Independencia
Tras su separación de China, Taiwán ha vivido una situación de ambigüedad y conflicto con respecto a su estatus político y su relación con China continental, gobernada por el PCCh bajo el nombre de República Popular China (RPC). Por un lado, Taiwán se considera a sí mismo como un Estado soberano e independiente, con su propio gobierno, constitución, ejército, moneda y sistema político, que es una democracia multipartidista desde 1996. Por otro lado, China continental considera a Taiwán como una provincia rebelde que forma parte de su territorio y que debe ser reunificada por la fuerza si es necesario, bajo el principio de “una sola China”.
Esta disputa ha tenido importantes implicaciones geopolíticas, tanto a nivel regional como global, ya que ha implicado a otros actores internacionales, como Estados Unidos, Japón, la Unión Europea o la ONU, que han tenido que adoptar diferentes posturas y políticas con respecto a Taiwán y a China continental. Así, el significado geopolítico de Taiwán en el contexto actual se puede analizar desde tres dimensiones: la dimensión estratégica, la dimensión económica y la dimensión normativa.
dimensión estratégica
La dimensión estratégica se refiere al papel de Taiwán como un actor de seguridad y defensa en el escenario asiático-pacífico, donde se enfrenta a la creciente influencia y amenaza de China continental, que ha incrementado su poder militar, diplomático y tecnológico en las últimas décadas. Taiwán ha tratado de mantener y reforzar su capacidad de disuasión y de defensa propia, mediante el desarrollo de su industria armamentística, el servicio militar obligatorio, la cooperación con otros países aliados y la solicitud de venta de armas a Estados Unidos, que es su principal socio y protector en materia de seguridad, según la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979 y la política de “ambigüedad estratégica”.
Sin embargo, Taiwán también ha buscado reducir las tensiones y evitar la confrontación con China continental, mediante el diálogo, la confianza y la cooperación en temas de interés común, como el comercio, el turismo, la cultura o la salud. Así, Taiwán ha experimentado diferentes fases de acercamiento y distanciamiento con China continental, dependiendo del partido gobernante en la isla y de la situación internacional. Por ejemplo, entre 2008 y 2016, bajo el gobierno del KMT, se firmaron 23 acuerdos bilaterales y se estableció una línea directa de comunicación entre los líderes de ambos lados. Sin embargo, desde 2016, bajo el gobierno del Partido Democrático Progresista (DPP), que defiende la identidad y la soberanía de Taiwán, se ha producido un deterioro de las relaciones y un aumento de la presión y la intimidación por parte de China continental, que ha realizado maniobras militares, ha aislado diplomáticamente a Taiwán y ha sancionado a las empresas que reconocen a Taiwán como un país.
Dimensión económica
La dimensión económica se refiere al papel de Taiwán como un actor de desarrollo y comercio en el escenario mundial, donde se beneficia de su posición geográfica, de su capital humano, de su innovación tecnológica y de su integración en las cadenas globales de valor. Taiwán es una de las economías más avanzadas y competitivas del mundo, con un PIB per cápita de unos 25.000 dólares y un índice de desarrollo humano de 0,916. Taiwán es también un líder mundial en sectores como la electrónica, la informática, la biotecnología, la energía verde o la industria aeroespacial. Taiwán es el séptimo socio comercial de Estados Unidos, el quinto de Japón, el noveno de la Unión Europea y el décimo del mundo. Taiwán tiene acuerdos de libre comercio con Singapur, Nueva Zelanda, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Panamá, y busca ampliar su red de socios comerciales, especialmente con países de la región de Asia-Pacífico, como Australia, Corea del Sur, India o los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Sin embargo, Taiwán también se enfrenta a varios desafíos económicos, como la dependencia de China continental, que es su principal socio comercial, con el que tiene un superávit comercial de unos 100.000 millones de dólares, pero también su principal competidor y rival, que puede usar el comercio como un instrumento de presión política. Asimismo, Taiwán tiene dificultades para acceder a organismos y foros económicos internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), debido a la oposición de China continental, que impide que Taiwán participe con su nombre oficial o con un estatus de miembro pleno. Además, Taiwán sufre problemas estructurales, como el envejecimiento de la población, la desigualdad social, la fuga de talentos, la baja inversión o la escasez de recursos naturales, especialmente el agua y la energía.
Democracia y derechos humanos
La dimensión normativa se refiere al papel de Taiwán como un actor de democracia y derechos humanos en el escenario internacional, donde se destaca por su trayectoria de transición y consolidación democrática, de respeto y promoción de los valores universales y de contribución al desarrollo sostenible y a la cooperación humanitaria. Taiwán es una de las democracias más consolidadas y vibrantes de Asia, con elecciones libres y regulares, una prensa libre e independiente, una sociedad civil activa y diversa, un poder judicial independiente y una cultura política participativa y pluralista.
Taiwán ha sido pionero en la región en la defensa de los derechos humanos, especialmente de las minorías, las mujeres, los indígenas y las personas LGBTIQ+, siendo el primer país asiático en legalizar el matrimonio igualitario en 2019. Taiwán también ha sido un ejemplo de gestión exitosa de la pandemia de COVID-19, con una estrategia basada en la transparencia, la ciencia, la tecnología y la participación ciudadana, que ha logrado contener la propagación del virus y minimizar el impacto sanitario, social y económico. Taiwán ha compartido su experiencia y su ayuda con otros países y organizaciones, a pesar de no ser miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido al veto de China continental. Asimismo, Taiwán ha demostrado su compromiso con el desarrollo sostenible y la cooperación humanitaria, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y participando en proyectos de asistencia técnica, educativa, sanitaria o ambiental con países en desarrollo, especialmente con los 15 países que mantienen relaciones diplomáticas oficiales con Taiwán, la mayoría de ellos en África, América Latina y el Pacífico.
El significado geopolítico de Taiwán en el contexto actual, pues, es multifacético y relevante, ya que Taiwán es un actor de seguridad, de desarrollo, de comercio, de democracia y de derechos humanos, que se enfrenta a la compleja y delicada relación con China continental, que es su principal socio, pero también su principal amenaza.
Taiwán también se relaciona con otros actores internacionales, como Estados Unidos, Japón, la Unión Europea o la ONU, que tienen intereses y responsabilidades con respecto a Taiwán y a China continental, y que deben equilibrar sus principios y sus intereses, sus valores y sus negocios, su apoyo y su prudencia, su cooperación y su competencia. Taiwán es, tal vez, un caso único y singular en el panorama geopolítico mundial.
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